Tal el título del libro de Juan Domingo Perón escrito en el exilio. Prolífico escritor, el General iniciaba el camino de la autojustificación de su derrota política por medios militares demonizando a sus enemigos, y colocando al pueblo argentino en el rol de víctima de la barbarie. Su expresión cobra fuerza hoy en nuestra ciudad, ante el embate violento que la mafia reclutada por el intendente Gustavo Arnaldo Pulti hace sobre las instituciones de la República.
La patota liderada por Eva Moyano arrojó vasos y platos de café como frisbees, y se lanzó físicamente sobre los ediles, que, como en el caso de Cristian Azcona, la pasaron muy mal. Quien dio un ejemplo notable fue Vilma Baragiola: se quedó sentada en su banca en medio de la batahola en tanto su secretario de prensa, Walter Alló, salía con un diente menos y el labio partido producto de una furiosa trompada.
El uso de la violencia es una constante y la impulsa el propio Pulti, quien ha introducido en la política de la ciudad el manejo de grupos delincuenciales para cometidos varios, al tiempo que dirige una red de inteligencia ilegal que opera en ámbitos y con fondos municipales. No es casualidad que el golpeador Cristian Pilotti, el arquitecto Martín Rosales o el estafador serial Pablo Aquino estén vinculados a AM de modos directo o indirecto; ellos y otros por el estilo gozan de impunidad y protección, a tal grado que ya tres jueces de garantías se han excusado de intervenir en la causa por falsedad ideológica y abuso de poder que pesa sobre Adrián Alveolite. Los jueces Juan Tapia, Gabriel Bombini y Lucrecia Bustos, en su declinación a tomar el evento cargoso sobre Alveolite, expresan claramente la trama de poder faccioso en la ciudad.
Garantizarse la impunidad es lo que hace Pulti cuando va sobre los fiscales que no le agradan. Así exactamente lo hace con la persecución que inició sobre el fiscal Marcelo Blanco, quien claramente le exigió a Adrián Alveolite que no se metiera en causa de drogas. El disciplinamiento buscado vino por la vía de exponer un estudio estadístico que reducía artificiosamente la tarea de dicha fiscalía a una nadería menor. Paralelamente se citan reuniones con el impresentable Daniel Adler para anunciar acciones con la “policía municipal”, fuerza imaginaria que, de comenzar a funcionar, lo hará recién en 2016, con otro Ejecutivo a cargo. Adler tiene a su disposición fuerzas federales, incluido un grupo anti narco de Prefectura, al que nunca recurrió. Señalar que la reunión con Telpuk, formalmente jefe de una fuerza que por ahora sólo está formada por estudiantes, es para “trabajar en línea conjuntas, en especial en el combate del tráfico al menudeo de drogas” es en el presente un chiste malo, muy malo.
Los hechos vividos días atrás en el Concejo Deliberante, el seguimiento de los hijos de Baragiola, el ocultamiento por parte de los canales 8 y 10 de la ciudad, el multimedios La Capital y los portales digitales de la elevación a juicio de las cuestiones criminosas que se le imputan a Alveolite, son una trama feroz de poder. La impunidad en su costado más atrevido.