miércoles, 1 de julio de 2015

SE CUMPLEN 41 AÑOS DE LA MUERTE DE PERON, EL GENERAL QUE REVOLUCIONO LA POLITICA



  • Otorgó derechos a los trabajadores, impulsó el desarrollo industrial y apoyó su gobierno en las clases bajas. Sólo la muerte pudo separarlo del poder.
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    Los diarios de la época titularon "Murió", a secas, sin sujeto, ni predicado. La situación lo explicaba todo. Aquel 1º de julio de 1974 sucedió la muerte que todos esperaban. Desde hacía doce días, Perón batallaba contra una broncopatía infecciosa que por su intensidad había repercutido sobre su antigua afección circulatoria central. Su cuerpo colapsado le pedía una pausa, justo cuando el país atravesaba una de sus peores crisis políticas.
    Fuera de la quinta de Olivos, algunas personas deambulan, tensas y con congoja, a la espera de un parte médico. La enfermedad de Perón llegaba en un momento histórico complicado: el súper secretario José López Rega ganaba poder y los conflictos entre la izquierda y la derecha peronista se agudizaban.

    Perón, fundador del movimiento de masas que marcó un antes y un después en la historia argentina del siglo XX, dejó con su partida el país huérfano de liderazgo ante una creciente espiral de violencia que preanunciaba el terrorismo de Estado.
    Perón eligió volver definitivamente al país el 20 de junio de 1973, pero lo que debía ser una fiesta popular que iba a celebrarse en la inmediaciones del aeropuerto de Ezeiza se convirtió en una tragedia. Sectores de izquierda y derecha del peronismo se enfrentaron con armas de fuego en una jornada que dejó un saldo impreciso de muertos y heridos.
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    Esos hechos determinaron la renuncia de Héctor Cámpora a la presidencia, tras 50 días de gobierno, y el llamado adelantado a elecciones en la cuales el viejo caudillo se presentó secundado de su mujer, María Estela Martínez de Perón, Isabelita.
    El 23 de septiembre, el líder del justicialismo se consagró presidente por tercera vez con el 62 por ciento de los votos. Sin embargo, la confrontación entre los sectores ortodoxos y la tendencia revolucionaria del peronismo prosiguieron y se convirtieron en una constante a partir del segundo semestre de 1973.
    La banda parapolicial Tripe A (Alianza Anticomunista Argentina), bajo el amparo del ministro de Bienestar Social, José López Rega, inició una campaña de persecución y asesinatos contra dirigentes y personalidades identificadas con posturas de izquierda.
    El 1º de mayo, unos días antes del crimen del sacerdote Carlos Mugica, a manos de la Triple A, durante una concentración en Plaza de Mayo, Perón llamó "imberbes y estúpidos" a los Montoneros, que se retiraron en medio del discurso del líder.
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    En mayo se registró una inflación del 3 por ciento; había desabastecimiento de algunos productos de la canasta básica y, ante este panorama, Perón decidió dirigirse a la población por cadena nacional de radio y TV, en el mediodía del 12 de junio.
    "Siempre que la economía está creciendo y se mejoran los ingresos del pueblo aparece el mercado negro. El gobierno no puede estar cuidando el bolsillo de los zonzos que le hacen el juego a los especuladores. Si el esfuerzo que hacemos es inútil, no titubearé en dejar este lugar para que lo ocupe otro", señaló el mandatario.
    La CGT decretó un paro en respaldo al Presidente y en cuestión de horas la Plaza de Mayo estaba llena, y en ese escenario, Perón pronunció su último discurso. "Ni los especuladores ni los aprovechadores de todo podrán, en esta circunstancia, medrar con la desgracia del pueblo", remarcó el líder ante la multitud de trabajadores.
    Y cerró su discurso con una frase que quedó marcada a fuego en la memoria popular: "Llevo en mis oídos la más maravillosa música que es la palabra del pueblo argentino". A los 78 años, Perón padecía problemas cardíacos que acarreaba desde su estadía en España, donde en 1971 había sufrido un infarto debido a una obstrucción arterial.
    La afección pulmonar que lo enfermó en esos días no hizo más que agravar el cuadro cardíaco que padecía, y por eso, los médicos Pedro Cossio y Jorge Taiana -conocedores de los antecedentes clínicos del presidente- recomiendan que guarde reposo absoluto en la residencia de Olivos.
    En la mañana del lunes 1º de julio de 1974, Perón recibe la extremaunción de parte del sacerdote Héctor Ponzio en Olivos, y las 10.25 experimenta un paro cardíaco del que es reanimado por los médicos.
    Dos horas después, el hombre que había sido electo en tres ocasiones presidente constitucional de Argentina experimenta otra crisis.
    En esa especie de sala de terapia intensiva que se había montado en la residencia presidencial, el equipo de médicos que lo atiende intenta reanimarlo durante una hora, pero no lo consigue.
    A las 13.15, Cossio y Taiana, junto con los doctores Domingo Liotta y Pedro Vázquez, firman el certificado de defunción, en el cual se consigna que el paciente muere a causa de "una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca".
    "Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia", anunció con voz entrecortada por televisión Isabel, la mujer que desde ese día gobernará el país hasta el 24 de marzo de 1976, cuando un golpe cívico militar la derroque.
    El cuerpo de Perón es trasladado a la Catedral Metropolitana en la mañana del 2 julio, y por la tarde es conducido hasta el Congreso nacional, donde sus restos permanecen hasta el 4.
    La congoja popular ante la pérdida del hombre que había concedido derechos sociales y ciudadanos a los trabajadores argentinos era enorme, tanto como la incertidumbre que provocaba el vacío político que dejaba con su ausencia.

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