“Los cerrojos a la prensa” (el libro que en 1993 escribió Julio Ramos sobre Clarín y Papel Prensa)
En 1993 el periodista Julio Ramos, fundador de Ambito Financiero y LA MAÑANA, un hombre especialmente ubicado en las antípodas del pensamiento del actual gobierno nacional, escribió un extenso y valioso ensayo sobre periodismo donde explicó cómo construyó Clarín su monopolio mediático en la Argentina. Con amplia y sólida documentación probatoria, Ramos describió, en ese trabajo, el proceso de apropiación de Papel Prensa por parte de Clarín y La Nación con el aval del gobierno de Jorge Rafael Videla y, lo que es aún más grave, con los recursos de todos los argentinos. Sintetizamos aquí fragmentos de tres de los capítulos de ese libro, titulado “Los Cerrojos a la Prensa” dedicados a Papel Prensa. El texto original es muy extenso (80 páginas solo sobre Papel Prensa), imposible de publicar en este diario que paga por tonelada de papel casi el doble que La Voz del Interior, uno de los diarios propietarios de Papel Prensa. De todas maneras los conceptos seleccionados son valiosos por dos aspectos: primero para entender, a través de un hombre imposible de sospechar kirchnerista, el despojo de Clarín- Nación al Estado Nacional, y segundo, porque publicarlos representa, en sí mismo, el merecido reconocimiento a un gran periodista que durante décadas levantó su voz sobre este tema en la más absoluta soledad. Para todos aquellos que preguntaban con sorna - ¿por qué Ramos jode tanto con esto?. Aquí está la respuesta: porque decía su verdad, la que muchos que hoy se rasgan las vestiduras por la libertad de prensa, se negaban a escuchar.
Capítulo 15
Clarín deja de ser sólo un problema de sí mismo a partir de 1977 cuando cae en sus manos la empresa Papel Prensa. Allí comienza a acelerarse la formación de un monopolio amenazador de la libertad de expresión. Marcos Citrynblum (secretario General de Redacción) sobrellevó la década del ’70 con, al menos, una virtud: trató siempre de evitar en Clarín el predominio de la Administración sobre la Redacción. Peleó mucho esa supremacía, pero en la segunda mitad de esa década perdió la batalla pues quedó Clarín en manos de Héctor Magnetto. En 1990 ese gerente completó su dominio sobre todo el diario, desde la Dirección a la Redacción, al decapitar a toda la cúpula de conducción periodística de Clarín.
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En 1972 el ex marino y político Francisco Manrique le da origen al proyecto. Hacia 1977 José Alfredo Martínez de Hoz, el ex subsecretario de coordinación Económica Guillermo Walter Klein y el secretario de Industria de esa gestión, Raimundo podestá, pusieron en marcha el monopolio Papel Prensa.
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Pero aunque la intención de los funcionarios haya sido en teoría aceptable -querían privatizar el proyecto Papel Prensa- cometieron gravísimos errores. El principal fue no medir el desnivel futuro que creaban beneficiando a tres diarios en detrimento de otros -sobre todo de los que surgieran más tarde-. En particular porque, además, prácticamente le regalaron la empresa a esos diarios , lo cual agudizó la diferencia con otros medios.
Cuando el gobierno del general Jorge Videla convocó a los cuatro grandes diarios La Prensa no aceptó el ofrecimiento de ingresar en Papel Prensa. Sí lo hicieron La Nación -rompiendo toda una tradición histórica liberal con esa actitud- La Razón y Clarín. Debe tenerse en cuenta que la época de mayor gravitación de La Razón fue desde mediados de los años ’50 hasta la década del ’70, cuando tenía un tiraje y una venta superior a la de cualquier matutino. Llegó a tirar promedios de 400.000 ejemplares a los que no llegaba Clarín e incidía, además, en el ritmo con que se desarrollaba la agenda periodística.
El acceso en los ’60 y ’70 de la clase media a la televisión como un entretenimiento hizo que dejara de ser una norma de mucha gente llevar un diario vespertino para entretenerse antes de cenar o dormir. La televisión suplantó eso en muchas personas. Estefenómeno hizo que La Razón fuera decayendo inevitablemente. No sólo le dejó el lugar a Clarín en el ranking de ventas, sino que terminó siendo objeto de una maniobra por la cual sus acciones en Papel Prensa también pasaron, y a un precio vil, a Clarín.
En esa apropiación de las acciones de La Razón la tenaza del monopolio ya operaba fuertemente. Pero allá por 1977 el error de los funcionarios del gobierno militar facilitó la aparición de ese monopolio que se haría inmenso y despiadado. (...) Clarín parecía predestinado a consolidar su monopolio. Por un lado, en una hábil operación, Ernestina Laura Herrera de Noble, como viuda del fundador, se había apoderado de la totalidad del diario aunque sobrevinieran juicios, sobre todo de la hija del doctor Noble. Por el otro, había irrumpido en Clarín el grupo que encabezaba Héctor Magnetto que en la maniobra con Papel Prensa logra los méritos para consagrar su imagen interna ante la directora-propietaria.
Capítulo 16
En su origen Papel Prensa -aunque su creación fuera un acto autoritario de dos gobiernos militares- estuvo pensada con imparcialidad, hasta que se declaró desierta la primera licitación, luego es una sucesión de incidentes de corrupción con los consiguientes escándalos.
Todo nació a partir del Decreto-Ley 18.312 que dictó el gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía el 11 de agosto de 1969. La norma creaba un “Fondo para el desarrollo de la producción de papel prensa y celulosa”, al que se destinarían las recaudaciones en concepto de contribuciones que se aplicaran a la importación de papel.
Ese mismo 11 de agosto se emitió otro Decreto, el 4.400, por el que se llamaba a concurso internacional de antecedentes para la realización de un estudio de inversión de una planta de papel prensa. También se estableció una contribución de 10% a la importación de papel de diario desde el 1 de agosto de 1970 hasta la puesta en marcha de la planta.
Esto es muy importante: todos los diarios del país pagaron 10% de sus importaciones -todo el papel prácticamente se importaba- durante diez años. Nos han preguntado muchas veces por qué tan frontal la posición de Ambito Financiero contra Clarín. Por muchas razones obvias: por subsistir; porque el monopolio tiende a exterminar. Por respeto a los diarios que desaparecieron.. Por la libertad de expresión ante toda concentración gigantesca de prensa. Por ver a la Argentina con normas de prensa de igual resguardo a la libertad como tuvo la política desde 1983 y la economía desde 1989. O sea, por muchas razones. Pero también por la indignación a raíz de ese hecho: durante casi diez años se le cobra un impuesto a todos los diarios argentinos para montar una fábrica de papel y los militares, finalmente, se la regalan a sólo tres. ¿Con qué derecho si la habíamos pagado todos? Peor aún: la pagamos todos los diarios argentinos, se la regala a sólo tres y luego nos eleva el arancel 44-48% para que no haya otra escapatoria que comprarle a la fábrica de esos tres a un precio exorbitante. Cuando cesó el arancel -con los radicales aunque la rebaja la inició Roberto Alemann en 1982- y el precio baja, entonces Papel Prensa no le vende a nadie. A precio bajo se benefician sólo los diarios dueños. ¿Puede sorprender entonces por qué Ambito Financiero enfrenta desde 1981 al monopolio Clarín?
El pliego de bases y condiciones para el concurso vio la luz casi dos años después. Se aprobó el 31 de marzo de 1971, mediante el Decreto Nº 43. Fue una de las medidas inaugurales del gobierno de Alejandro Agustín Lanusse, quien asumió la presidencia una semana antes de firmarla.
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El Decreto Nº 43 es importante en sus detalles, porque la historia de la empresa Papel Prensa S.A. es la historia de sus violaciones, desde el mismo comienzo. La norma dictada por el gobierno Lanusse para regular el concurso establecía la instalación de una o más plantas de fabricación de papel de diario con una capacidad inicial no inferior a 220.000 toneladas anuales. En un plazo de dos años, ese volumen debería llegar a una cantidad no inferior a las 340.000 toneladas.
También obligaba a que 51% de las empresas estuviera constituido por capital nacional, con eventual participación del estado. Esta cláusula siempre impidió que el estado vendiera su parte porque no iría a democratizar la empresa, con nuevos socios más éticos, sino a los que ya eran dueños.
Las acciones que formaran parte de esa porción sólo podrían ser transferidas a personas o empresas argentinas, siempre que lo consintieran las tres cuartas parte de los accionistas. Quien resultara adjudicatario en su inicio gozaría, obviamente, de privilegios fiscales.
El 19 de abril de 1971, la Secretaría de Industria y Comercio Interior se decidió a llamar a concurso, según esas bases. Ninguno de los que se presentaron en esa licitación alcanzó a satisfacer los requisitos establecidos.
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El presidente Lanusse y los integrantes de la Junta Militar de entonces, brigadier Carlos Rey, vicealmirante Carlos Coda y general Carlos Casale, firmaron el Decreto Nº 1.309 el 8 de mayo de 1972. Tomaron a través de él dos determinaciones. Primero, declarar desierto el concurso. Segundo, realizar una contratación directa con el grupo de Civita, Doretti, Rey y Editorial Abril (Papel Prensa era nombre de la sociedad en formación). Esa contratación no se realizaba en los términos que pretendía el pliego de la licitación original, ya que ni en su mejora de oferta el consorcio había llegado a satisfacerlo.
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El 6 de octubre del ’72 ya estaba firmado el acuerdo, mediante el Decreto Nº 6.959, que lo aprobó. Merced a esa norma, se favorecía a los “adjudicatarios” con avales del Banco Nacional de Desarrollo para la importación de bienes de capital para la empresa. Mientras tanto, se llamaba a un nuevo concurso internacional, para la construcción de la planta de papel de diarios que se pretendió sin éxito en la primera convocatoria.
El artículo 7 del contrato que firmaron el estado y el grupo fundador de Papel Prensa regulaba todo lo que tenía que ver con las acciones que debía emitir la nueva compañía. De los cinco tipos de acciones que prescribía, los que interesan son los dos primeros, es decir, los de clase “A” y clase “B”. Habría 26% de acciones clase “A”, que debería suscribir el grupo contratista a valor nominal. Las acciones clase “B”, en cambio, formarían 25% del paquete y tendrían por propietario al estado. Las acciones del primer rango eran intransferibles. Pero no deberá llamar la atención que la cadena de irregularidades abarcara también la transgresión de esta cláusula.
¿Qué motivó al capitán de navío retirado, Francisco Manrique a tantas irregularidades? Es una duda que siempre se mantuvo.
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Para el 26 de diciembre de 1973, tres socios, Civita, Rey y Selasco, tenían en sus manos 80% del paquete clase A. No sólo hubo concentración sino ingreso de nuevos accionistas. No es todo. Ese mismo día, Rey compra 2.040.000 acciones a Civita, Editorial Abril, Jul, Lambardi, Levi, Zabala y Barreira. Los vendedores se desvinculan desde ese momento de Papel Prensa, quedando en manos de Rey un total de 3.779.900 acciones de primer tipo.
A partir de esas navidades del ’73, Papel Prensa suma a su trayectoria una nueva dosis de tiniebla. Porque Luis Alberto Rey era el representante de David Graiver, el hombre que se vinculará a la subversión (Montoneros), que hiciera quebrar a dos bancos en Estados Unidos, que morirá en un misterioso accidente de un pequeño avión rumbo a México (cuerpos totalmente carbonizados) y que lograría para sus herederos un resarcimiento de centenares de millones de dólares durante el gobierno de Raúl Alfonsín, parte de los cuales el grupo no pudo cobrar por acción judicial de interferencia promovida en 1991 por el fiscal del juzgado Federal de San Martín, doctor Juan Martín Romero Victorica.
Capítulo 20
El derrumbe del grupo Graiver ya era evidente semanas antes de la muerte o desaparición de David, hecho que contribuye en forma decisiva a precipitarlo. El desorden era total, situación que se puso de manifiesto el 3 de noviembre del ´76. Ese día, Papel Prensa convocó a una asamblea extraordinaria a fin de regularizar las transferencias accionarias. Al mismo tiempo llovía sobre los Graiver todo tipo de presiones y sugerencias para que se deshicieran de sus empresas.
Entre los mensajes que se recibieron en esos días, uno llegó a Miguel de Anchorena. Era el encargado de la sucesión de David Graiver. Anchorena recibió una comunicación de Francisco Manrique, vinculado a la familia desde que David colaborara con él en Bienestar Social, en las que se le transmitía el interés del gobierno para que el paquete accionario de Papel Prensa fuera vendido a los diarios Clarín, La Nación y La Razón. La planta sería inaugurada durante el mismo gobierno del general Jorge R. Videla, el 27 de setiembre de 1978 con la asistencia del propio Videla y Ernestina Laura Herrera de Noble.
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En diciembre del ´76 fue la misma Junta Militar la que dispuso que el estado aceptara la transferencia del grupo Graiver a Clarín, ¨La Nación¨ y ¨La Razón¨. Entre otras condiciones, se estableció que estos diarios debían ofrecer expresamente a sus colegas de la Capital y el interior hasta 49% de las acciones adquiridas, en las mismas condiciones de precio y plazo. Eso de 49% obviamente no se cumplió, aunque los diarios del interior tuvieron una malograda oportunidad con la otra empresa, tiempo después en crisis, Papel del Tucumán.
Las vinculaciones Montoneros-Graiver-Papel Prensa habían estallado ante la opinión pública a comienzos del año 1977, cuando los miembros de esta familia fueron detenidos. El gobierno intentó entonces sustraer a la empresa, de la cual -recuérdese- era socio el Estado, mediante una intervención, que corrió por cuenta del capitán de navío Alberto D´Agostino, designado ¨veedor interventor¨.
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Lo que sigue es de una importancia central: El capitán D´Agostino denuncia, por ejemplo, que todo el capital aplicado por los diarios a la compra del paquete accionario de los Graiver procedió de dos préstamos bancarios. El primero correspondió al Banco Español del Río de la Plata y fue de un monto total de $ 2.400.000 dividido en partes iguales entre los tres diarios. El plazo era de 180 días renovables y la tasa de 110% anual. Las garantías fueron sorprendentemente a sola firma sin aval. Por una suma similar, el otro crédito correspondió al Banco Holandés Unido de Ginebra. El plazo era de 60 meses amortizable en cinco cuotas semestrales iguales consecutivas con el primer vencimiento recién a los 36 meses.
D´Agostino comentó también que el 11 de octubre compartió en la planta de Papel Prensa un almuerzo con Héctor Magnetto, de Clarín, y con Bartolomé Mitre, de ¨La Nación¨. Durante la comida Magnetto deslizó que, en realidad, la que había solicitado el crédito al Banco Holandés fue una papelera internacional con la que trabajaba el diario. ¿Existía en algún lado una papelera extranjera que pidiera un préstamo para que sus clientes formasen una empresa que les permitiera producir papel por sí mismos y dejar de ser sus clientes? La pregunta se la hizo, con toda legitimidad, el propio D´Agostino y se respondió que lo más probable era que la generosa papelera fuera socia del proyecto.
Además D´Agostino denunció en su informe -también esto es muy importante porque muestra la total complicidad del gobierno militar con los tres diarios- que las acciones de clase ¨A¨ no fueron integradas por los diarios con fondos propios. Pagaron mediante diferimientos impositivos. Es decir, cada 100 pesos aportados sólo 25 eran fondos propios.
Simplemente pidieron que el gobierno subsidiara a los diarios, es decir, que no les hiciera pagar su aporte, como vimos antes y les facilitara créditos blandos. El gobierno militar surgido en 1976 fue proclive a hacer un negocio así con los diarios convocados.
Para Clarín este tipo de inmoralidades fue siempre uno de sus principales activantes históricos. Tampoco nunca tuvo ninguna virginidad que defender en tal tipo de tratativas indignas de un medio de prensa por los privilegios y asociaciones con el estado que implicaban.
Como dijo aquel gran pensador católico que fue en el siglo pasado Juan Manuel de Estrada: ¨Todo lo que las generaciones argentinas han sufrido, todo lo que han pasado, todo lo que han sentido, todo lo que han llorado, sus glorias, sus ignominias, sus esperanzas y sus desengaños, todo está reflejado en la prensa diaria¨. También, podríamos agregar, en la historia de la prensa diaria; sobre todo las ignominias.
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