viernes, 25 de abril de 2008

LA SITUACION ECONOMICA Y LAS POLITICAS DE GOBIERNO

El comercio exterior y la revolución de los alimentos. Los altos precios y demanda internacional procesado como problema. Política económica por encima de economía política liberal. Paradojas de la realidad y expectativas negativas. La perversa racionalidad del mercantilismo financiero y los bonos de la nueva deuda. Un nuevo IAPI.
Observación: Esta nota fue terminada horas antes de la renuncia del Ministro de Economía Martín Lousteau, hecho que no afecta al contenido.
Cualquiera que conoce algo de economía entiende que el comercio exterior es el que entrega un plus de riqueza por su propia naturaleza de ser un consumo que se produce sin costo interno. Es dinero fresco que viene de afuera.
Cuando este tipo de intercambio incide sobre el mercado interno por causa de una demanda insatisfecha o de un precio que no se corresponde con el costo interno ni con el poder adquisitivo de la moneda que tiene una relación de valor menor a la valor internacional, las políticas de comercio deben proveer alternativas que resuelvan este diferencial.
En este sentido, llama la atención que frente a esta situación excepcional de la alta demanda mundial con precios altos de productos alimenticios, en lugar de resultar una bendición esté siendo procesado como un problema que genera confrontaciones en el frente interno. Sorpresa a la que, en el contexto de una continuidad administrativa del gobierno, se agrega la ausencia de una política efectiva y eficaz para potenciar esta oportunidad inédita en la historia económica de la Argentina.
Estado luego de un quinquenio de administración unificada, este vacío político aparece como un contrasentido o una contradicción de un gobierno que se autotitula pragmático y ejecutivo. No haber elaborado un proyecto político para atender y solucionar los problemas derivados de tal situación, sorprende y desconcierta. Sobre todo siendo que las condiciones actuales ofrecen un mercado de demanda mundial que asegura rentabilidad no sólo para el productor sino para la cadena de valor que involucra a áreas relacionadas y a el país en cuanto a ingreso de divisas y a balanza de cuenta corriente o comercial.
Los altos precios y la demanda ampliada de mercados deben ser una bendición económica y no un dilema.
Notas al respecto en diario Clarín
Señala el analista económico Daniel Fernández Canedo que actualmente la situación es paradojal. Mientras por un lado sobre todo en los productos agroganaderos, “hay altos precios para exportar y ese panorama benéfico llegó para quedarse por varios años”, con el conflicto desatado con el campo “el país puede perder la oportunidad de ganar mercados y consolidar el crecimiento” (1).
Según este periodista, la incertidumbre respecto de la resolución de la pelea entre el gobierno y los productores, provocó una serie de rumores que van desde la aplicación de cambios en la política monetaria –valor del dólar o un dólar diferencial que “buscaría aumentar el dólar de exportación e importación para favorecer a la industria”-, sumado “desconcierto en la economía”. Hecho que contrasta con la situación de aparente fortaleza que significa la tenencia reservas en “el Banco Central por 50.000 millones de dólares” y viniéndose de un proceso por al cual “la diferencia entre lo que se exporta y se importa, entran unos 1.000 millones de dólares” mensuales. Por otra parte, agrega que al gobierno, en su lucha contra la inflación, “lo que menos debería esperar sería una suba del dólar”. Hecho que, además, obligaría al gobierno a “retocar las polémicas retenciones a las exportaciones, que tantos dolores de cabeza le está causando”.
Claro que, indirectamente, al analizar pone en evidencia los distintos factores que muestran a la economía de mercado como un sistema cruzado por el factor expectativas, cuya influencia tiene el peso de una realidad en la toma de decisiones de los agentes económicos. Pese a semejante telón de fondo que indica sustentabilidad, “el clima financiero respecto del país es malo y eso tiene un costo elevado. En los últimos días inversores y especuladores le pegaron duro a los títulos públicos argentinos y su caída se tradujo en un fuerte aumento del rendimiento de esos títulos”.
Agrega, una equívoca reflexión como si la Argentina fuera anormal, señalando que acá “el viejo dicho de que ‘cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía’ –para el país de los argentinos- se aplica en sentido inverso: como la desconfianza es mucha, el rendimiento por tener bonos de su deuda debe ser elevado” y da un ejemplo que según el lo avala (2). Sin embargo ese defecto no es de la Argentina sino de la lógica del sistema liberal capitalista de mercado financiero. Es una típica picardía del poder financiero que, así, pone al deudor contra la pared al “resolverle” con “el préstamo” (compra de los bonos) las urgencias financieras, poniéndole sobre las espaldas una carga tan alta que, luego, “resuelve” legalmente, demandando la quiebre del deudor. Esto, ¿un analista como Canedo, no lo sabe o se hace el tonto?
Volviendo al meollo del asunto
La cuestión de la producción agroganadera para una nación que se encuentra en vías de desarrollo, categorización que significa con aún bajo desarrollo de los procesos de industrialización pero que a la vez sufre la influencia desestructurante de las naciones desarrolladas, implica una problemática por demás compleja. No es “gobernar” un quiosco donde todo el problema pasa por comprar y vender objetos y ganar con la diferencia entre gastos y ventas. La política económica de una nación contiene una serie de medidas que se toman en orden a organizar la trama de actividades productivas que involucran inversiones, procesos de elaboración y de comercialización, a través de los cuales los estados-nación establecen políticas basadas en el alcanzar objetivos de orden superior a partir de conducir el proceso económico dentro de una organización sinergética, plan económico, de forma que los factores e intereses involucrados tiendan a concurrir a la prosecución del bien común y el desarrollo de la nación. Por eso, mientras la economía política tiene por objeto y objetivo atender a la formación, distribución y consumo de los bienes, las políticas económicas tienen por función establecer una concepción político social que determine finalidades y metas, consiguiendo que la trama de los distintos factores tiendan a producir recursos de riqueza para el bienestar de la población y el desarrollo de la nación.
Como se sabe, los bienes primarios a diferencia de los industriales se consiguen a partir de diferentes recursos y por distintos procesos. Dentro del sistema capitalista, a partir de la determinación de una variedad de emprendimientos productivos, la inversión que significa desarrollarlos hace necesario contar con recursos de económicos y, tales recursos, en las naciones menos poderosas, se consiguen bien sea a través de una secuencia de ganancias y reinversiones, o bien a través de créditos que entreguen recursos monetarios para iniciar el proceso que va desde la elaboración o extracción a la comercialización y utilidad en la ecuación costo-precio-rentabilidad.
Marcelo Diamand, un empresario de la industria electrónica, realizó un planteo heterodoxo respecto a los casos como el de la Argentina fijándose en la cuestión de los fenómenos económicos que se dan en aquellos países donde la producción primaria tiene tendencia a moverse dentro del comercio internacional y la industria, incipiente, en el ámbito local. Decía que, en estos casos, la actividad agroganadera o extractiva de petróleo y minerales era la que traía divisas al país mientras la industria era la que demandaba mayores volúmenes de divisas, generando cuellos de botella en las primeras etapas de crecimiento de la producción. Evidentemente las políticas económicas, además de motorizar la producción, debía resolver este dilema estructurando un sistema de vasos comunicantes que articulara ambos grandes sectores.
En el actual caso de la problemática agroganadera la cuestión pasa, sobre todo en cuanto a que, los precios internacionales altos inducen a priorizar la venta exterior creando cuellos de botella respecto a la demanda interna. Como en el modelo capitalista quienes producen lo hacen pensado en sus intereses particulares, le corresponde al gobierno arbitrar medidas de coordinación tanto hacia adentro de los dos grandes sectores como de estos respecto del conjunto. Es por esto que más que nunca hace falta, no funcionarios con conocimiento de economía política sino con capacidad técnico-política como para proyectar una política económica con la conducción del máximo responsable del Gobierno. En este sentido, la Argentina tuvo en el pasado experiencias significativas para abordar la problemática del comercio exterior con la creación del IAPI, el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio.
Claro, se puede decir que aquellos eran otros tiempos, también se le puede decir que entonces había gobierno, determinación más capacidad.
En el escenario actual donde el modelo dictamina la obligación de reducir la economía de las naciones a las reglas del mercado, so pena de declarárselo país rebelde e inviable, los objetivos que se determinaba cumplir el IAPI mantienen su importancia para los legítimos intereses Argentinos. Hoy su rol partiría de cumplir la función de monitoreo del comercio exterior. Una función que, además de integrar a las organizaciones del sector, debería atender los potenciales desequilibrios como los actuales respecto al: (a) precio internacional y el precio interno; (b) el abastecimiento interno sin desentenderse del mercado exterior, para lo cual se debe monitorear el volumen productivo y las inversiones necesarias tanto en lo cuantitativo como en lo tecnológico; (c) Articulados con las embajadas, trabajar en la inserción externa –gestión comercial e institucional, ferias de productos y propaganda- conquistando nuevos mercados y la consolidación en los ya conseguidos; (d) elaborar estrategias que defiendan la fijación de precios ventajosos; (e) Cómo en el caso de la mesa tripartita de la cuestión laboral, ofrecerse como tercero mediador frente al desigual poder de los grupos económicos del sector acopio-exportación; (f) acordar con los productores mecanismos de “precios sostén” para resolver emergencias; (g) desarrollar funciones de promoción y fomento, incluido líneas de crédito blandos.
Recomendaciones de Perón y Jauretche
Jauretche alababa al economista alemán Friedrich List quién además de desenmascarar como economía nacional inglesa a lo que Adam Smith presentaba como aséptica idea que defendía la división internacional del trabajo y el libre cambio, planteo que cada nación tiene características y circunstancias particulares que sólo se pueden potenciar a través de una política económica determinada por sus condiciones. Por eso recomendaba no entregar la economía a funcionarios académicos que hacían “economía política” (la dictada por el liberalismo) sino “política económica” para establecer un proyecto, un plan y un programa que hicieran posible alcanzar los objetivos que las necesidades del pueblo y la nación demandaran.
Y el General Perón señalaba: “No puede hablarse de una economía patronal y de una economía obrera, sino de una economía nacional… Tal es la trabazón que entre sí guardan todos los factores que intervienen en la producción, distribución y consumo de la riqueza”… Determinar la política económica que conviene seguir a corto plazo y enlazar sus realizaciones con las medidas que deben tender a más lejana ejecución, requiere, por encima de todo, una vasta acción coordinadora. Se trata de lograr la homonología funcional de múltiples engranajes que actúan en planos múltiples”. Y decía, además, en la exposición ante la Asamblea Legislativa al presentar el 1er Plan Quinquenal que un objetivo principal era el: “Aumentar la producción, en el orden de producción misma, en el orden de su industrialización, y aún en su comercialización. Para ello, debemos ir pensando en la necesidad de organizar nuestra riqueza, que hasta ahora está totalmente desorganizada, lo que ha dado lugar a que hasta el presente, el beneficio de esa riqueza haya ido a parar a manos de cuatro monopolios…”.-
Cerrando otro diagnóstico-recomendación de Perón del año 1953: “El mundo se encuentra abocado a su problema de superpoblación. Su necesidad primaria es producir comida ya insuficiente. La lucha del futuro será económica y, en primer término, por esa producción. Ello indica que una parte substancial del futuro económico del mundo se desplazará hacia las zonas de las grandes reservas territoriales aún libres de explotación… (Habrá) una carrera anhelante de posesión territorial y reordenamiento productivo. De ello se infiere que un grave peligro se desplazará sobre los países de mayores reservas territoriales aptas…” (3).-
NOTAS:
(1) Diario Clarín 24/04/08, sección El País, pág. 18, nota de Daniel Fernández Canedo : “La incertidumbre política le pasa factura a la marcha de la economía”
(2) Da como ejemplo que: “el Boden 15, que cotiza en dólares, rendía 8% anual en noviembre de 2006 antes de que comenzara la manipulación de las cifras del
INDEC. Pasó a rendir 10,8% en octubre de 2007, cuando ya la crisis de los EE.UU. cobraba cuerpo y se estaba a las puertas de las elecciones
presidenciales. Ayer, la renta era de 12,5% anual”.
(3) Juan Domingo Perón, discurso en la Escuela Nacional de Guerra, Buenos Aires, 11 de noviembre de 1953.

Escribe Juan Carlos Corica

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