martes, 3 de junio de 2008

MARXISMO TELEVISIVO. LA DEFORMACION DE LA LUCHA DE CLASES DE LA MANO DE JORGE RIAL



Marcelo Tinelli es la prueba viviente de lo que puede generar un show televisivo compuesto, en su mayoría, por famosos mediáticos. Eclécticos entre ellos, conforman un zoológico de personalidades encantadas por las cámaras. Algunos, ya extasiados, hacen cualquier cosa por esa previa de 5 minutos al baile. Sucede, que son concientes de las repercusiones que tendrán al otro día. Saben que un minuto en lo de Tinelli es el equivalente a un tour mediático por los programas de Canosa y Rial. A estar en los informes graciosamente despiadados de "Bendita TV" y a los poco menos simpáticos de "RSM".Es así como está planteado el programa. Un poco de armado y otro poco de espontaneidad.Un cocktel explosivo para la dinámica de una TV que se autorregula respondiendo a las demandas de la sociedad de consumo. La cual, a través del encendido ha sabido legitimar los formatos que se encuentran al interior de “Show Match” y con ello, todos los grotescos y escandaletes que forman parte de un espectáculo que dista concientemente de pretender impartir cultura o algo que se le parezca.Aquello que se ve, es lo que hay. Razón por la cual, no es una novedad que los dimes y diretes; el me dijo, le dije, le digo; y los apodos de backstage formen parte de este Bailando.En la hoguera de vanidades del mundo del espectáculo siempre han existido los celos y la imperiosa necesidad de destacarse por sobre el otro. Es una tendencia sostenida que en un certamen de competición de baile se agudiza, puesto que allí no solo se juzgan las performances sino también el carisma e incluso, los esculturales cuerpos de algunas de las concursantes famosas. Entonces, los egos están a flor de piel.Se presentan como naturales protagonistas de muchas de las polémicas que se generan, cayendo así, en la obviedad de la descalificación. Un absurdo cliché que es funcional y redituable a los fines de aumentar el rating y la popularidad de las más escandalosas del programa que se dedican a hacer, de una tontería, un culto “analítico” o bien, un extremo lamento boricano.De manera pasiva o activa todos son grandes operadores.Están quienes deben esforzarse más; otros que ya tienen trayectoria y pisan fuerte; y otros que calculan desde la entrada hasta la salida. Trabajan para ellos mismos y alimentan, además, al resto.Ocurre, que en la Caja de Pandora nadie es inocente. Entonces, las diferencias entre lindas y feas; grasas y finas; modelos y vedettes; huecas e inteligentes, no es un hallazgo que merezca reverencia. Está a la vista de los televidentes quién es quién. Quién sabe hablar y quién no.Por tal motivo, referirse a la guerra o a la lucha de clases en las bambalinas de Ideas del Sur es un exceso que ataca a los estudiosos y a las teorías que supieron crear.Rebaja, fundamentalmente, a Marx y Gramsci.Veamos, la eliminación de una de las figuras, en apariencia naif, del concurso –Belén Francese- desató esta polémica que sirve para desviar atenciones y que agita, tal vez sin quererlo, la sensibilidad de algunos sectores sociales que aún no comprenden que la televisión argentina, en esta etapa de la historia y más aún, en este tipo de programas, no puede ser interpretada de manera literal.Despechada porque la gente no le dio la derecha, evidenciando con ello que no soporta su postura de infante que adolece de criterio, sentido común y dialéctica, contó en el programa de Jorge Rial -"Intrusos"- los sobrenombres que algunas participantes les adjudicaban a otras y por supuesto, al jurado mismo.Lo cierto es que la gente no compró las rimas y los intentos de rimas de la voluptuosa Belén. Pero lo peor, es que ella sale a contar la historieta de los apodos porque quien la destronó fue la nueva novia de la impresentable “Tota” Santillán. Una señorita que como los conejos, salió de una galera y ahora repite la historia de la ex del bailantero, Fernanda Vives, pululando por todos los programas de TV y yendo al piso de la productora de Olleros para ver el desempeño de su nuevo amor.A partir de entonces y con un background limitado de rendimiento artístico de varias de las implicadas, se desata esta malentendida guerra o lucha de clases como el intruso la ha bautizado, demostrando que su bagaje cultural a su pesar, también es limitado.Es decir, el concepto de lucha de clases no puede ni debe ser forzado para ajustarlo de manera acomodaticia a cualquier situación de la vida. Eso es no comprender las teorías y encima, abortarlas en la deformación de la banalización. De esta manera Rial retoma su rol de la Carrió del espectáculo. Mientras ella deforma a Arendt, él arremete contra Marx y Engel.Para ellos, la historia de las sociedades es la historia de la lucha de clases. Lucha que representaba, conforme a lo escrito en el Manifiesto Comunista, el motor de la historia. Aquella que se ha visto condicionada por el modo de producción capitalista propio de la sociedad burguesa, modificando la estructura social y creando dos clases antagónicas: burguesía y proletariado.Con lo cual, esta teoría nada tiene que ver con lo que sucede en “Show Match”. Espacio en el cual, la Revolución del Proletariado bregada por el marxismo dudosamente tenga cabida. No solo porque no se ajusta a la diagramación del programa sino porque los dedos de una mano alcanzarían para contar las personas que saben quién fue Marx, que se entendió por lucha de clases y por supuesto, qué se interpretó por Revolución.La chica de la canción del “poto” si no pudo seguir debidamente los compases de una coreografía, raro sería que pueda seguir los pasos revolucionarios.Por lo tanto, la construcción periodística que intenta hacer el conductor veleta, si la elabora, se dará cuenta que lo único que hace es desprestigiarlo intelectualmente. Sobre todo él que se jacta de su erudición.Rial, que ha criticado al jurado por querer tener más protagonismo, también vive de Marcelo Hugo. Individuo que por estos días debiese ser considerado una gracia divina para los programas que se desarrollan y nutren prácticamente de todo lo sucedido en las jornadas del culebrón venezolano de Bailando.Ahora bien, es tanto lo que se genera entorno a este show que el desgaste de las participantes demasiado involucradas se siente. Tanto es así, que pierden de vista que el chiquitaje forma parte de las reglas de juego y se victimizan. Como si esto no hubiese ocurrido años anteriores. Como si esta descalificación fuese algo nuevo.Off de record todo se sabe. Y cuando se destapa no es por una cuestión aleatoria o por un descuido involuntario. Lo de Francese, no fue más que una estrategia para no perder vigencia una vez fuera del programa más visto de la televisión argentina. Y Rial que conoce el medio aprovechó de esa incontinencia para pegarle a Gerardo Sofovich y querer imponer un frustrado marxismo televisivo.
Escribe Laura Etcharren

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