*Por Eliana Valci
Ejércitos de enanos surgen de “la negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse”; hombres y mujeres arrojados a la domesticación infame de los Imperios, por no haber sido iniciados dentro de una doctrina que plantee como eje la contradicción, que genere la duda que impulse a la investigación y no al hablar a boca de jarro.
Quien ignora, desconoce y para conocer ha de haber una preparación previa, que permita una fructífera interlocución y no un diálogo de locos, donde no se sabe en definitiva muy bien de lo que se está hablando. O lo que es peor ser el repetidor a ultranza de los “desinformadotes” ó los asiduos lectores del manual ilustrado del gran diario argentino, que vaya casualidad ocupan el noventa porciento de los medios de comunicación.
Por tanto, no es posible imponer criterios a fuerza del oscurantismo, sino que es necesario desarrollar el intelecto, para luego persuadir al otro respecto de su pensamiento.
Actitudes negligentes como estas, configuran una forma de complicidad disfrazada para con quienes creen tener el domino de la opinión pública y de la voluntad popular; es alimentar un monstruo que no para de crecer, al que muy pocos intentan vencer.
Es deber entonces de los que han avizorado las tinieblas de la desinformación, tomar el toro por las astas e implementar una política en serio de información y formación de las masas, concientizar acerca del juego que imponen los mediocres, a los que conviene que se sepa menos y se obedezca más.
Para ello, es necesario comprender que el ser humano está en permanente proceso de aprendizaje, y que dentro del mismo es fundamental que aprenda a discernir, para no transformarse en presa de la ignorancia supina que contribuye a las formación de seres vacíos de contenido, carentes de sentido crítico, devenidos a opinólogos integrantes de un circo donde su función nunca acaba.
*Directora Revista Ida & Vuelta
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