Por Jorge Cicuttin
Agotada. Así se la ve a Gabriela Michetti, quien pasa de una entrevista a otra desde que anunció su candidatura. Cansada físicamente, pero también porque las preguntas siguen centrándose en su decisión de dejar antes de tiempo la vicejefatura de gobierno. “Todo se sigue concentrando mucho en no haber terminado el mandato, sobre todo por la cancha embarrada que generaron las candidaturas testimoniales. Y si bien considero que el tema del cumplimiento de los mandatos es deseable, no lo vivo como lo más importante. Lo crucial para nosotros es qué creemos que es bueno para la gente, qué puede ayudar a nuestro objetivo de transformar la realidad, y ahí estaba más la tensión. Además, está el condicionamiento de la sociedad civil, que hoy vota más a las personas que a los proyectos”, dice Michetti.–De alguna manera están pagando la culpa de haber criticado tanto al político tradicional y a la militancia partidaria, el insistir con que ser un empresario exitoso que llega de afuera de la política de por sí es bueno...–Sí, eso mismo se vuelve en tu contra. Es verdad que hay dentro de nuestro y de otros partidos nuevos sectores que ponen mucho acento en que lo bueno en sí mismo es venir de afuera de la política. Pero no es mi caso. Siempre fui muy clara en que diferenciar entre nueva y vieja política era un disparate absoluto. Porque cuando entré a la política me encontré con que tipos que estaban en ella desde hacía veinte años tenían las mismas ilusiones, los mismos objetivos y metodologías que a mí me parecían buenas para trabajar en política, y que muchos de los que venían de afuera no servían. Yo divido entre los que tienen vocación política y los que entienden la política como una carrera de postas de candidaturas, y que además lo toman como un lugar que les da chapa, posibilidad de riqueza. Tipos así hay entre los nuevos y los viejos políticos. Pero es cierto que hoy la ciudadanía vota personas, que todavía no se identifica con los partidos, con ideas o proyectos.–Eso habla también de una deficiencia del partido...–Brutal. Absolutamente. En realidad hay un círculo vicioso que se retroalimenta permanentemente en que los partidos tenemos una dificultad grande en fortalecerlos y hacer que cuando la gente vaya a votar el candidato sea un tema secundario...–No siempre fue así.–Es cierto, había una identificación peronista, una radical. Eso se hizo pelota, y así pasó en todo el tejido social con todo lo comunitario, lo público. Cuando eso no existe más, recomponer los partidos es una responsabilidad y un trabajo muy fuerte, y nosotros estamos en deuda mal con ese tema. Y si encima los medios cuando te llaman para un programa de televisión entrevistan sólo a los que son conocidos, es muy complicado.–A diferencia de su anterior campaña, se la nota incómoda, tener que salir a dar tantas explicaciones...–Lo que me resultó incómodo fue el proceso que va desde que se inicia la conversación interna en el partido sobre mi candidatura hasta que tomo la decisión. Yo tenía tensión y dudas, pero compartida con los demás. Ahora cuando tomé la decisión porque reconocí que puedo hacer un buen trabajo en el Congreso, se me acabó la incomodidad. Pero bueno, soy muy explícita, y a partir de que se supo que era incómodo ese proceso ahora tengo que salir a dar explicaciones. Por hoy estoy tranquila y contenta porque siento que de verdad está la posibilidad de que desde el Congreso, con una nueva correlación de fuerzas, podemos conseguir mucho para la ciudad.–Se suponía que con Mauricio Macri lanzado a la lucha por la presidencia en el 2011, usted era la candidata lógica a sucederlo en la Jefatura de Gobierno. Ahora da la impresión de que da un paso al costado.–No lo veo así. Mi vocación política no la siento como una carrera. Respeto a las personas que lo viven de esa manera, pero yo no tengo esa conformación mental. Las decisiones que voy tomando no están ligadas a futuras candidaturas. Si me gustaría ocupar ese lugar: obvio, porque va a significar que estoy haciendo las cosas bien. Pero creo que si queremos reconstruir los partidos, los dirigentes tenemos que bajarnos de los personalismos.–Ese es su caso. Pero dentro del Pro puede haber otras personas que lo evalúen distinto y vean en este corrimiento una posibilidad de subir en los cargos...–Sí. Eso puede ser así, pero... qué sé yo, que lo piensen así, no me cambian las decisiones que tomo que a otros les resulte más o menos cómodo el lugar donde yo esté porque puedan pensar: “Bueno, ya me estoy sacando de encima a uno de los competidores en la carrera”. Tienen todo el derecho a pensar eso y a estar contentos con eso. Que lo disfruten. Pero yo creo que uno crece en la política y en la posibilidad de estar en un lugar de mayor poder y toma de decisiones, si sos una persona que representa bien a la gente y la gente puede tener en vos una confianza, una empatía...–¿Con esta candidatura no corre el riesgo de que su imagen quede pegada solamente a la posibilidad de obtener votos, y la de Macri y Rodríguez Larreta a la de gestión...?–La verdad es que si bien he escuchado varias veces ese análisis, yo tengo mucha tranquilidad porque sé cómo es adentro y comparto plenamente el proceso de toma de decisiones con Mauricio. Tenemos una relación de mucha complementación. En la mayoría de las decisiones importantes, la persona con la que Mauricio inmediatamente consulta y debate es conmigo. Y si bien no hago marketing de las cosas que hago, yo trabajo en conjunto con todos los ministros. Tengo esa tranquilidad, no me veo reflejada en esa imagen. Estas cosas empezaron hace mucho tiempo, decían que Horacio manejaba el poder real. Al principio me ponía mal, me enganchaba, pero me dejó de importar. Aprendí a no correrme del foco central que es trabajar por la gente.–En la provincia de Buenos Aires el Pro va detrás de De Narváez y Solá, en Córdoba negocian con Schiaretti, en Santa Fe con Reutemann... ¿No le preocupa que queden subsumidos en el peronismo?–Sí, me preocupa. No porque tenga una antipatía marcada con el peronismo, me preocupa por las experiencias de otros partidos y dirigentes que intentaron generar algunas novedades positivas en el sistema político argentino y terminaron subsumidas en un partido tradicional más grande. Creo que ahí es muy importante que nosotros tengamos muy en claro que hay que fortalecer el partido. Podemos tener un trabajo conjunto, pero el perder la identidad, nuestro perfil y quedar subsumidos en el peronismo me parecería malo.–¿Cómo está hoy su relación con Elisa Carrió?–No he hablado con ella últimamente. Supongo que en algún momento nos veremos en la campaña, me encantaría incluso poder conversar con ella fuera de cámara. Ya se va a dar. No cambió el aprecio que siento por ella y el respeto que tengo por el lugar que ocupa en la política argentina, lo que pasa es que ella no puede pretender dividir una construcción de equipo consolidada como la mía con Mauricio. Y creo que lo hace desde una visión de estrategia política. Yo me pregunto por qué todavía Lilita no ha podido hacer ningún gesto de reconocimiento a muchas de las cosas que Mauricio está haciendo, porque sé que ella piensa que hay cosas que se están haciendo bien. Que no reconozca nada me parece una cosa bastante especulativa.
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