Por Martín López Lastra
para Agencia Nova
Los anuncios presidenciales, los apoyos gremiales a otros sectores y las versiones de mudanza del ministro de mayor peso político debieron haber preocupado en demasía al gobernador Daniel Scioli y a su entorno. Si esto no fue así están sobre pilares de barro los parámetros de la verdadera política como se la entendía hasta hoy.
Esto quiere decir que tantos frentes abiertos para una persona que está acostumbrada a lo previsible requieren preocupación y algún grado de reacción, como aquella en la cual Scioli decidió hacerse cargo de elegir a su compañero de fórmula. Esa conducta de rebeldía duró poco, pero fue necesaria. El fantasma de la imagen por las candidaturas testimoniales estaba a la vuelta de la esquina y la baja de las encuestas, una cuadra más allá.
Pero todo volvió a la calma, antes de que las usinas periodísticas ufanadas de historias conflictivas activen sus baterías para mayor poder de fuego.
Es por eso que Scioli no se sintió alcanzado por las perdigonadas lanzadas en dos discursos presidenciales de la última semana, donde Cristina Fernández imploró para que no la presionen. La Presidente, según sea la óptica como error político o como táctica, le dio entidad a la teoría de la implosión latente interna del kirchnerismo. Además, como si fuera poco, puso en duda su reelección para ver si condicionaba o disciplinaba a sus seguidores.
Sea por nobleza o por suspicacia, Scioli no entró en el juego y respondió con más gestos de lealtad o al menos resaltó su condición, sin esperar a que otros lo hagan. Algo que sería más creíble.
Pero no fue el episodio de la reacción presidencial el que más preocupó al mandatario provincial, sino otras circunstancias de posicionamiento en el tablero político. Un sector fuerte del moyanismo, apoyando a su posible rival en las internas como el intendente de Tigre, Sergio Massa y el amague de su ministro de Desarrollo Social, Baldomero Álvarez.
La embestida de Omar Viviani -no se sabía si era por algunos gremios o por toda la CGT- provocó más de un temblor. Asomaba la imagen de ruptura de Moyano con Scioli, con quien había compartido un palco ante un acto masivo, hacía menos de qunce días atrás. Y las acciones del hombre fuerte del sindicalismo estaban más encaminadas a una mayor exposición hacia la Casa Rosada que hacia La Plata.
Sonó y sigue sonando muy fuerte que toda una central sindical juegue para el rival del virtual delfín kirchnerista en la Provincia. Hubo paños fríos posteriores y algunos refieren alguna conversación aclaratoria de Moyano con Scioli. Sin embargo lo de Viviani había sido muy fuerte en tono y contenido como para señalar que la vuelta a fojas cero podía ser inmediata.
Lo cierto es que por fuera de aquello que significa el Estado, los gremios pueden dar un apoyo y una expresión territorial más que suficiente. Es conocida la capacidad de movilización cegetista, como para quedarse cruzado de brazos.
Ayudo a Scioli el hecho de que Massa levantara el pie del acelerador. No por la postulación del hermano de Scioli a la intendencia de Tigre que tan sólo asume una categoría de entremés en esta larga historia. Sino por la enorme repercusión, al parecer no deseada y temprana que por momentos lo expulsaba de un oficialismo con el cual mantiene una relación dificil.
Desde el sciolismo sospechan y mucho de Massa, acerca de cual es realmente su objetivo. Algunos voceros oficialistas sostienen que es para marcar la cancha pero con vista al 2015. Y si su presentación aparece en forma de contundente minoría, un poco superior al treinta por ciento, mucho mejor.
Pero este análisis se hacía sin la amenaza del apoyo sindical. Ni con el intento de éxodo del hombre fuerte del conurbano Baldomero Álvarez.
Baldomero tuvo reuniones cumbre con el Jefe de Gabinete Alberto Pérez y el ex sindicalista y Secretario General de Gobernación, Javier Mouriño, donde señaló sus frustraciones y también sus fantasías acerca de la vicegobernación tan ansiada. En uno de esos encuentros estuvo con Scioli a quien le reclamó algo de comprensión y gestos ante un compromiso consecuente.
No hacía falta blanquear los lazos de Baldomero con Massa, ni las posibilidades de que el primero de ellos acuda de ahora en más a reuniones de campaña al partido de Tigre.
Para muchos se solucionó el conflicto y el hombre del conurbano sur permanecerá por mucho tiempo, sea por su condición de candidato en la fórmula con Scioli o algún reparto importante de poder a presente y futuro.
Pero las pruebas de ese acuerdo se irán viendo en las próximas semanas y quedarán bajo el examen de quienes suelen ser más suspicaces en la observación de las relaciones políticas.
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