Una de las frases que ha hecho historia en la política argentina reciente es la atribuida a Felipe Solá cuando
afirmó que su vigencia en política durante tanto tiempo se debió a que muchas veces “se hizo el boludo”
ante determinadas situaciones conflictivas. Esta frase que en el peronismo ha pasado a tener el carácter de
dogma y a formar parte de la 20 verdades, tiene en Scioli uno de los más claros ejemplos.
Desde sus comienzos de la mano de Carlos Menem, su
accionar político tuvo las características que recoge la frase
precitada. Fue diputado nacional en sus albores por la
Capital Federal teniendo aspiraciones a ser intendente
de esa ciudad cuando su padrino político intentaba la
reelección. Caído en desgracia Don Carlos, el
motonauta se hizo el distraído y volvió a la carga por
los puestos públicos, de la mano de Eduardo Duhalde,
cacique por esos días del peronismo bonaerense, como
Secretario de Deportes y Turismo.
Fue éste quien lo impuso como vicepresidente de Néstor
Kirchner en el año 2003 para que nuevamente,
después de sufrir numerosas vejaciones y desaires
públicos, se hiciera el distraído y aceptara ser candidato
a gobernador de la provincia de Buenos Aires. No fueron
fáciles estos años de gobernación y los logros en materia
educativa, social económica y de seguridad son
prácticamente nulos y evidencian que la gestión no ha
sido el fuerte del exmotonauta. Esta conducta de
hacerse el distraído es, junto a su subordinacion
ante quienes ejercen el poder, uno de lo signos que
caracterizan su accionar político. Ese amor por
empresas de magnitud lo llevó a tener en otro
empresario, 30 años mayor que él, don Florencio
Aldrey Iglesias, su principal paradigma y
socio en los negocios provinciales.
La actualidad lo encuentra como el mejor peronista K posicionado para suceder a Cristina y en franca disputa con otro experonista Sergio Massa por el sector ideológico más conservador del PJ. Los corrimientos de un bando a otro, las zancadillas permanentes y la búsqueda desesperada de padrinos poderosos, forman parte del quehacer cotidiano oficialista. El precio a pagar es lo de menos con tal de lograr una ventaja en la disputa.
Posiblemente una vez más la frase de Solá siga vigente y Daniel Scioli, de resultar candidato a presidente en 2015, la haga suyo en lo referente a todos los delitos de corrupción que el kirchnerismo ha dejado en su paso por doce años de gobierno. Hacerse el boludo para garantizar la impunidad de todos aquellos funcionarios que saquearon el Estado, será seguramente el precio a pagar por el hoy gobernador en aras de su candidatura. Para lograrlo, no escatima en estos días elogios de todo tipo a los referentes provinciales K, le abre las puertas a La Cámpora en la provincia y estrecha filas con los Barones del Conurbano. Todo vale en la carrera y de eso Daniel Scioli, tanto en vida deportiva como en su vida política, aprendió mucho.
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