“Paren la mano”.Así titulé una nota sobre el conflicto del campo, llamando a la reflexión y al diálogo. No es posible continuar en la actual situación de intolerancia y presión donde el principal perjudicado es el pueblo.
El país esta saliendo lentamente de etapas dolorosas y traumáticas, de la imposición de un proyecto de dominación cultural, social y político que cuesta mucho poder superar y construir frente a una fuerte resistencia de grandes intereses económicos nacionales e internacionales que no están dispuestos a redistribuir la riqueza ni a dejar el poder.
Es doloroso ver que un país rico en recursos naturales, con gran capacidad intelectual y cultural, se encuentre sumergido en la situación actual con serios conflictos de identidad y valores.
La falta de políticas coherentes de este gobierno, como de los que le precedieron, llevó al país a una grave crisis y a la debacle económica. Las consecuencias perduran y hoy tenemos cerca de 13 millones de personas que viven bajo el nivel de pobreza. Y se nos mueren en el país, por día, más de 25 niños de hambre y enfermedades evitables, según el informe del 2007 de UNICEF.
Hechos concretos y dolorosos duelen profundamente: la muerte por hambre de 20 indígenas en la Provincia del Chaco en el 2007, provocado por la devastación de los montes naturales y del medio ambiente, la destrucción de la biodiversidad, el uso indiscriminado de los agroquímicos, incluyendo productos prohibidos para la salud. Esto pone en evidencia la ausencia de políticas publicas y medidas de prevención para asegurar la vida y desarrollo sostenible de nuestro pueblo.
Muchos de estos males son producidos por la irresponsabilidad de terratenientes y empresas internacionales principalmente sojeras, donde su único afán es la explotación, los monocultivos y la ganancia y que hoy reclaman en su sed insaciable.
Cabe preguntarse si todo esto que señalo quedará en la total impunidad. ¿Quiénes son los responsables? ¿Quiénes asumen las perdidas que ocasionan al pueblo?
Los gobiernos provinciales ya no pueden ocultar su complicidad y ceguera intencionada para beneficiar los monopolios y la venta indiscriminada de tierras y devastación de los montes y expulsión de indígenas y campesinos de sus tierras.
El conflicto del agro no se limita a las retenciones. El problema es más profundo y es necesario tratar con serenidad y participación de todos los sectores productivos para resolver las dificultades a través del diálogo y generar políticas agropecuarias en bien de todos.
Es necesario que el gobierno busque caminos alternativos y no atizar el fuego de la confrontación que lleva al deterioro social. Hay que terminar con el autismo político.
El gobierno tiene la responsabilidad de apagar el fuego.
Si no lo puede hacer sólo, debe tener la humildad de buscar mediadores que ayuden al acercamiento de los sectores implicados en el conflicto y encontrar caminos alternativos.
Los productores agropecuarios deben tener la serenidad y claridad conceptual de generar condiciones para el diálogo a fin de resolver el conflicto y no agudizarlo. Levantar el paro y permitir la libre circulación a fin de no continuar dañando al pueblo.
La intolerancia y la violencia es el peor de los caminos, como los cortes de ruta que impiden el transito y provocan desabastecimiento y pérdidas a sectores sociales y comerciales, perjudicando al pueblo para presionar al gobierno, lo que lleva a la inestabilidad social y a la injusticia.
La realidad muestra distintos rostros y el gobierno tiene la responsabilidad de saber diferenciarlos y corregir caminos equivocados. Entre los rostros que el gobierno ignora está el derecho a la libertad sindical de los trabajadores, a elegir sus organizaciones y no someterlos a sus intereses políticos.
Creo que hoy, si los diversos sectores del campo están unidos, a pesar de las diferencias, es por errores del gobierno, al meter en la misma bolsa a los pequeños y medianos productores rurales junto con los grandes monopolios financieros agropecuarios.
El problema agropecuario debe ser encarado en su integridad: la producción y el derecho de los trabajadores rurales en negro que son explotados por los empresarios, que hoy reclaman más rentabilidad, pero someten a los trabajadores a salarios del miedo y al hambre.
Es necesario “desarmar las conciencias armadas” por la intolerancia, la violencia y la falta de respeto por el pueblo. Profundizar y analizar la situación del país. Hay sectores que buscan sacar réditos políticos del conflicto y tratan de desestabilizar al gobierno, debilitarlo y condicionarlo para llevar adelante sus intereses sectoriales y políticos. Cuentan con poderosos aliados en los medios de comunicación que buscan atizar el fuego del conflicto, con su bombardeo permanente de palabras que dañan, de irresponsables que buscan especular y pretenden confundir la libertad de prensa con la libertad de empresa. No son sinónimos. Conocemos bastante esa política bastarda y mal intencionada porque la sufrimos a través del tiempo: la censura disfrazada de “olvidos intencionados”.
Deben saber esos sectores que equivocaron el camino si intentan desestabilizar al gobierno. La democracia son espacios a construir con la participación social, cultural, espiritual y política, en la vigencia de los derechos humanos como valores indivisibles. El pueblo no está dispuesto a perder la libertad que ha ganado en estos años de lucha con mucho esfuerzo y dolor, en la resistencia y coraje para construir en la diversidad y en la unidad. Podemos tener diferencias con el gobierno, pero no olvidamos que fue elegido por el pueblo y esa decisión hay que respetarla y el gobierno, aprender que lo elegimos para estar al servicio del pueblo.
Es necesario hacer un claro llamado a “desarmar las conciencias armadas” y reclamarles al gobierno y a los sectores del campo sentarse como hermanos y hermanas a dialogar y encontrar soluciones justas. Recordar las máximas del Martin Fierro : "si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera”
Material suministrado por Difundir Baires
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