domingo, 8 de noviembre de 2009

SUPER ABUELA A LOS 57 AÑOS, 43 NIETOS RECORD DE UNA VECINA DE LA GRANJA QUE HOY FESTEJA SU DIA

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A primera vista los números parecen hacer de Carmen Díaz, una abuela especial. Ella tiene 57 años, 10 hijos, 43 nietos -aunque en pocos meses se sumarán otros dos que vienen en camino- y 6 bisnietos que la hacen sentir a diario una "fuente de vida", razón en la que encontró el sentido de su existencia. En su casa de La Granja es imposible hallar un solo rincón en el que no haya cuadros con fotos de su descendencia, pero como si con eso no le alcanzara, uno de sus sueños es reunirlos a todos en la Plaza Moreno para sacar una panorámica en la que no falte ni uno sólo."Mi destino es estar rodeada de chicos, no podría estar lejos de ellos y además trabajo de auxiliar en el Jardín 928 y cuando no estoy con los míos estoy con ellos", contó satisfecha.Carmen nació en Concordia, Entre Ríos, crecer rodeada por sus 8 hermanos le hizo ver como absolutamente normal la llegada de cada uno de sus hijos, 7 mujeres y 3 varones. "La primera nació cuando yo tenía 17 años, a los 21 tuve un accidente gravísimo que me tuvo entre la vida y la muerte, pero me salvé y a veces pienso que mi destino era tener la familia que tengo, por eso agradezco a Dios por mis hijos, nietos y bisnietos", señaló.La joven abuela sostiene que la fuerza más grande es la familia y cuando los ve reunidos no puede dejar de maravillarse, "no puedo creer tanta vida, aunque ya no sea noticia que alguna quede embarazada, ahora por ejemplo tengo 2 nietos en camino".Sus hijas Mabel -42- y Sandra -40- siguieron el ejemplo de su madre y ya son abuelas, con familias en las que prevalecen los varones. "Sandra tuvo 7 varones seguidos y el ex intendente Adalberto Del Negro es padrino de uno; además mi hijo Hernán -20- tiene varios sobrinos que son más grandes que él y no le dicen tío ni por casualidad", dijo Carmen.En una familia tan grande nunca faltan los casamientos, cumpleaños, bautismos y hoy mismo pasa el Día de la Abuela en el cumpleaños de 15 de Camila y en la comunión de otro de sus nietos. Sin embargo, Carmen se enorgullece de saber de memoria la fecha de nacimiento de cada uno sin tener que apelar a ninguna agenda y además asegura que jamás se equivoca el nombre de nadie desde el nieto mayor que tiene 26 años hasta del que acaba de cumplir un mes. "Hasta que los nietos fueron pequeños siempre nos reunimos acá para Navidad, ahora es imposible porque muchos se fueron casando y tienen que pasar la fecha con la familia política; de todas maneras cuando somos pocos hay 30 personas sentadas a la mesa", agrega con satisfacción.En la casa de Carmen el Día de la Madre es la fecha más convocante de todas. Ese día la puerta de calle no alcanza a cerrarse nunca, aparecen todos, desde los que viven a la vuelta de su casa hasta los hijos de Berazategui, que son quienes están más lejos. Y el corazón es grande, según cuenta la mujer, a todos se los quiere por igual, aunque haya quizás un amarre mayor con Hernán, el hijo que tuvo a los 39 años y del que no quiere separarse nunca."Quizás con él tuve el tiempo que no pude dedicarle a los demás porque siempre trabajé. Ahora pienso que me hubiera gustado mirar más los cuadernos de los otros o detenerme a abrazarlos más. De todas maneras siempre estoy cuando me necesitan y me doy el gusto de tejer para todos los que van naciendo", dice satisfecha mientras en la mesa coloca en fila los retratos de todos los suyos y marca nombres y relaciones con una tierna meticulosidad.UN SUEÑO"Mi sueño más grande es tener una foto rodeada de todos mis hijos, nietos y bisnietos, pero eso es imposible, siempre están naciendo, siempre va a faltar uno", relata la mujer que desde hace 26 años comparte su vida con Héctor Villavicencio, padre de sus dos hijos más chicos pero abuelo del corazón de todos. "Hubo vacaciones en las que intentamos irnos por 15 días pero a la semana tuvimos que volver porque no aguantábamos no ver a los chicos. Pese a que momentos en los que aparecen a cualquier hora y dicen ´vieja por qué no te hacés unos fideos´, ésta es nuestra vida y nunca estamos cansados para recibirlos", sostiene Héctor.Ser "generadora" de una familia tan grande, como le gusta decir, no le impidió empezar el bachillerato a los 50 años y 3 años después obtener el título de bachiller de Bienes y Servicios, terminar cursos de dibujo y completar programas de manipuladora de alimentos. Sueña con convertirse en tátara abuela cuando cumpla 70, pero no son los números los que la hacen diferente si no los afectos que enraizaron su enorme árbol genealógico.

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