* José Luis Ponsico
Entre las décadas del´40 y 60 el periodismo marplatense tuvo dos generaciones de excelentes profesionales. En una ciudad que crecía y se transformaba de esencialmente "turística" a un lugar "de todo el año", en los´50 hubo una camada inolvidable. Entre otros notorios el afecto remite a Helmer Uranga, Mario Trucco y Raúl Ramírez.
Uranga, recordado por Ramírez a veinte años de su fallecimiento el 13 de enero, fue un "maestro" empírico de la profesión periodística. Es decir, no formado en "la corriente académica" de ninguna Escuela de Periodismo; aplicando, en todo caso, la sabiduría desde la experiencia y la fina percepción por lo popular: el periodismo deportivo.
Murió el 13 de enero de 1990 a los 68 años y dejó un estilo, enseñanza, donde lo esencial siempre era lo que, realmente, tenía valor. Un jefe que enseñaba con el ejemplo de su reconocida sabiduría. Apasionado por el fútbol, el boxeo y la música popular. Sus dibujos unían al "Polaco" Goyeneche y Juan Marcelino Cornejo, síntesis de arte y habilidad.
Excelente dibujante, autodidácta culto y perfeccionista. Jefe de Deportes en "La Capital" en los ´60. Formado en el Instituto Peralta Ramos, vivió en la zona de "La Perla", cerca del Club Independiente, cuyos colores llevaba en su corazón y al paraguayo Arsenio Erico, que deslumbraba a toda Avellaneda. También al resto del planeta.
Lejos del vedettismo hizo comentarios por radio y televisión. Era morocho, retacón -naturalmente, le decían "el Negro"- de estatura mediana y había llegado a jugar como "5" en Unión en los 40 De lenguaje pausado, sobrio. Dedicado a su familia y los amigos, a los que les regalaba dibujos basados en fotos de hijos de ellos.
En televisión parecía "lento" (pensante) junto a Letfala Abraham, extinto "Pivot", haciendo estudios durante el Mundial´66 disputado en Inglaterra. Las imágenes venían por Canal 8 y Uranga tenía información de la mayoría de las selecciones eu-ropeas. No era común.Trataba a todo el mundo de usted.
Curiosamente, tuvo algunos "enemigos". En 1971 vivió una absurda situación y abruptamente dejó el periodismo gráfico. Fue designado Director de Prensa de la Comuna apoyado por otros periodistas importantes de esa época, entre otros Oscar Gastiarena. Aquella Redacción vespertina e inolvidable.
Entre 1967 y 1970 convivieron Roberto Propato, el propio "Coqui" -luego Director de "El Atlántico" durante dos décadas-, Amílcar González, Antonio Freije, Néstor Miguel, Héctor Calabrese, cuando se estaba yendo Pedro Raúl Sánchez a Radio Rivadavia.
Por entonces, llegaban del diario "El Trabajo" Jorge Palumbo, Roberto Colombo y Néstor Alfonso notable reportero gráfico y excepcional ser humano y el clima político imperante entre 1972 y 73 que sería determinante para lo que siguió en plena dictadura. Ya nada fue igual. Otros tiempos
En los años inolvidables Deportes, además de Uranga y Ramírez o viceversa, marca registrada -al mejor estilo de Labruna y Loustau, o Simes y Sued o Campana y Busico, sin olvidar Coppa y Chego "la ropa que más trabaja"- aprendían (aprendíamos) el oficio Juan Carlos Morales, Armando Fuselli, un bisoño Julio Macías y el autor de éstas líneas.
"Días de vino y rosas", recordado filme de los ´50, Jack Lemmon y Lee Remmick, en una redacción deportiva.
1 comentario:
ANTONIO ROBERTO FREIJE
Recopilación para que los jóvenes periodistas rememoren a un notable como persona y profesional en épocas donde los poderes suelen atentar a la libertad e independencia de los medios de comunicación
Héctor Claudio Palazzo
A Antonio Roberto Freije
“Periodista de fuste; clarísimo pensador; persona comprometida sin reservas con la verdad; hombre íntegro; una de esas personas a las que se les pueden confiar las llaves de la casa de uno; poseedor de convicciones tan profundas como sus sentimientos y capaz, por unas y por otros, de enfrentarse al mundo; buceador de los repliegues de la mente humana y de las realidades sociales y políticas. Todas esas características de la personalidad de Antonio Roberto Freije, fallecido ayer a los 70 años en una clínica de nuestra ciudad, saltan de golpe en el recuerdo de las muchas horas que los periodistas más veteranos de la ciudad pasaron con quien, junto a virtudes que debemos calificar de heroicas, tenía también un particularísimo sentido del humor y una rapidez mental que lo destacaron entre todos durante su paso por las redacciones y por la vida.
Fue un autodidacta que llegó a atesorar una suma realmente grande de conocimientos y a forjarse un cúmulo de convicciones de las que nunca se apartó, no importaba que dificultades tuviera que enfrentar por ellas. Enamorado de las altas ideas, parecía como que las pequeñas luchas que configuran el programa de la subsistencia no le importaban más que para el valiente y a veces ácido análisis. Su militancia política no lo privó en absoluto de su empecinada independencia a veces trabajosamente ejercida, al tiempo que su integridad lo llevó siempre a ejercer celosamente su profesión con las miras puestas exclusivamente en la verdad, en el interés público, y en la calidad incluso formal del mensaje.
Fue parte del grupo que empinó la clase periodística a través del recordado diario “La Mañana”, en el que se desempeñó desde 1958 hasta 1961, y donde fue prosecretario de redacción.
También fue durante años responsable de la edición del diario “El Trabajo” en su etapa socialista; cuando ese diario comenzaba la apertura extra ideológica como órgano de prensa, se alejó del mismo no en desacuerdo con esa circunstancia sino buscando otros horizontes profesionales. En enero de 1964, tras “un mes de prueba”, se incorporó a “La Capital”, como cronista. En alguna oportunidad, envió una nota a las autoridades del diario pidiendo que no se hiciera sobre sus haberes cierto descuento sindical, esgrimiendo razones referidas a su no afiliación y a motivos “que dicta mi conciencia y mi posición personal” y porque rechazaba sobre todo una imposición “con carácter compulsivo”. En otra ocasión, el director del diario elevó a la intervención que en ese entonces conducía la empresa, el pedido de ascenso a redactor, para dos miembros del personal y también “aunque no lo pidió”, para el cronista Antonio Freije que tenía hartos merecimientos. En nuestro diario, desdeñando posibilidades de acceso a cargos directivos, tuvo la delicada responsabilidad de editorialista en sus últimos años de servicio, hasta la jubilación.
Fueron proverbiales sus observaciones en toda polémica o conversación en que se plantearan los temas fundamentales de la vida y de la sociedad. Y por encima de las diferencias de ideas, era también proverbial su acendrado compañerismo y su sólido sentido de amistad.
Freije deja un nombre que sin duda crecerá ante sus ex compañeros y ante la sociedad marplatense.
Sus restos, velados en la sala de Luro 4034, serán inhumados en el Cementerio Parque hoy a las 11:30.”
* Despedida de “La Capital” (Mar del Plata), publicada en la edición del 24 de julio de 1991 .
Recopilado
Héctor Claudio Palazzo
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