domingo, 9 de enero de 2011

NADA ES COMO ERA ANTES: LA PICOTA SE HA TRANSFORMADO

* Eduardo Cao
www.elretratodehoy.com.ar


En este año electoral, el argentino tendrá una nueva oportunidad de “poner en la picota” con su voto, no ya sólo a un gobierno sino a toda la clase política lugareña. Quizá, al hacerlo, nos encontremos con el país que reclamamos y que poco aportamos para conseguirlo. El escenario se ha modificado; las conductas también. Hasta la picota del siglo XIX y gran parte del XX ya no es la misma. Para suerte de la condición humana. “Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles, y otra para quien no les dice a tiempo la verdad” (José Martí, 1853/1895, líder de la independencia cubana) Les propongo un ejercicio de ficción mental: adaptar la picota, ya sin sus orígenes sanguinarios, a la era actual. Primero coincidamos que el tiempo ha modificado el concepto de picota. Ya no es más aquel brutal escenario en el que se alineaban cabezas de ajusticiados o reos expuestos a la vergüenza pública.
En una versión libre, actualizada, civilizada y humanística de lo que reclamaba el líder de la independencia de Cuba, se ha transformado para bien: el consenso, el disenso, la crítica y, finalmente, la expresión social traducida en el voto, conforman –en un caprichoso y personal enumeración de posibilidades- la picota contemporánea.
Dominados como estamos los ciudadanos por sensaciones opuestas de la realidad cotidiana, cuando hace dos meses exponía mis dudas sobre los resultados de las encuestas post sorpresivo fallecimiento de Néstor Kirchner, pocos aceptaban las comprobables oscilaciones del humor social, inconstante como es, sobre todo en estas tierras. Los más vaticinaban la prolongada aflicción, no tan permanente como la propia muerte, pero suficiente como para modificar escenarios y conductas masivas. En el Gobierno, apostaban a esto.
El duelo –no el familiar, lógico y respetable- pareció sumir al argentino común en un terreno de incógnitas, a ese momento imposibles de dilucidar. La pregunta ante la desaparición repentina, fue ¿y ahora, qué?
Con la llegada del año nuevo, se está dispando la duda: “Lo bueno, lo malo o lo regular lo hacía Kirchner. Eso no se reemplaza”, graficó hace unas horas el ex presidente y precandidato Eduardo Duhalde, en la síntesis de una respuesta que muchos argentinos habíamos comenzado a esbozar.
Mientras el Gobierno intenta si éxito mantener vivo al ausente, con el gastado argumento del “modelo”, la coyuntura se le escurre de las manos. Una coyuntura que ha multiplicado, en estos dos meses, el paroxismo de la gente.
La toma, aún irresuelta en varios casos, de espacios públicos y su consecuencia de muerte y violencia en Villa Soldati, Lugano y Constitución, por un lado esconde, como se comprobó, negocios inmobiliarios espurios, con la sospecha de vinculación con la droga, y por otro lado, la inacción de los resortes del Estado amparado en el sedicente discurso de no actuar con la ley en la mano ante desbordes violentos que rozan o están inmersos en actitudes delictivas. Mientras, distinta vara mide otras muertes como la de los manifestantes tobas que reclamaban tierras de sus ancestros en Formosa: ocurrieron muy lejos de Buenos Aires y en el feudo de un confeso gobernador kirchnerista.
Un punto y aparte en este tema para Daniel Scioli. Acotando en el tiempo y en el espacio (verano y Mar del Plata) advirtió que "la paciencia de la gente se agota y la mía también. Todos tienen derecho a protestar en el marco de la democracia. Pero los turistas también tienen derecho a circular libremente y voy a garantizarles unas vacaciones en paz. Le pedí especialmente a nuestra policía y al ministro Casal que, cuando simbólicamente hablamos de tolerancia cero, soy muy riguroso en la aplicación de la ley: que nadie les arruine las vacaciones a las familias que hacen un gran esfuerzo y mucho menos cortando calles, haciendo piquetes”. ¿Una frase de circunstancia o una diferenciación de lo que se pregona en el Gobierno nacional?
Mal que le pese al kirchnerismo que desconfía de las verdaderas intenciones del gobernador bonaerense, Scioli coincidió con el “archienemigo” de los K, Eduardo Duhalde, que había manifestado en un reportaje que la situación “se va agravando, sobre todo con la idea muy perniciosa de que “no vamos a reprimir”. Es un absurdo que no debe decirlo ningún gobierno. Si el Gobierno entiende que no hay que reprimir, que no reprmisa, pero que no haga de eso una política global”.
Al mismo tiempo que se debate “si Cristina sí”, como sostienen casi a manera de ruego desde los cenáculos del poder, preocupados por su futuro, o “si Cristina no”, como creen no pocos oficialistas y gran parte de la oposición con sus precandidatos lanzados a la campaña, el ciudadano común, el que está de vacaciones y el que se quedó en su casa, ha sufrido un sensible aumento, que no mide el INDEC, de sus cuitas cotidianas.
Al racionamiento de combustible, que de eso se trató y se trata el motivo de las largas filas y el tiempo perdido en las estaciones de servicio, y al fuerte incremento en los precios de los alimentos básicos, se le suma la falta de dinero en los bancos, con cierre temporario de algunas sucursales, y en los cajeros automáticos. El mal humor reina en una época que siempre fue rtuta de escape al estrés.
Para concluir, una charla de café:
Amigo 1 (el preocupado): ¿Hiciste la cola en el cajero?
Amigo 2 (más preocupado): Sí, pero cuando llegué no había más plata
Amigo 3 (el teórico): Lo que pasa es que el Gobierno está haciendo un ajuste, una especie de corralito. Saca billetes de la calle, achica el consumo y trata de bajar la inflación. Es una receta ortodoxa propia del liberalismo esto de enfriar la economía.
Amigo 4 (el iluso): ¡No puede ser! Este gobierno es de izquierda y detesta el liberalismo.
Parroquiano 5 (el entrometido de la mesa de al lado) ¿Qué no puede ser? Miren, miren esta foto… (y muestra un diario en el que aparecen, sonrientes Amado Boudou y Hebe de Bonafini)
El amigo 4 tuvo que pagar los cuatro café.

caoelretrato@live.com.ar

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