lunes, 28 de febrero de 2011

VOLVER Al 73, ESCUCHAR A PERON Y A ALAIN DELON, EL SUEÑO IMPOSIBLE

Escribe Eduardo Cao para
El Retrato de Hoy



“Parole, parole, parole”, cantaban Dalida y Alain Delon (sí, el mismo) allá por 1973. Enfrascados en otros tipo de palabras, los argentinos comenzamos entonces el idilio con el discurso. Al principio, era lógico: tenía contenido y, por lo tanto, posibilitaba el análisis de los sucesos contemporáneos. Aunque con más medios a nuestro alcance, hoy es otra historia. Se niega la realidad, se la archiva en el casillero de las “sensaciones” y se siguen escuchando palabras, palabras y más palabras, con las que se pretende eliminar la esencia humana: el pensamiento, el discernimiento. “Hablar bien cautiva y fascina a los argentinos. El que habla bien y lindo, aunque no diga nada importante, gana puntos y acumula ventajas, porque por estos lados se privilegia el hablar bien sobre el pensar bien” (Carlos Ulanovsky, periodista, en su libro “Los argentinos por la boca mueren”)
No sé si en lo de pensar bien, porque agregarle el “bien” a “pensar” es cuestión de la escala de valores que uno tenga, pero en lo del parloteo sin sentido ni contenido, coincido en plenitud con Ulanovsky, reconocido docente, analista e historiador de los medios argentinos.
¿Por qué será que nos encandila (y en algunos casos, nos convence) un discurso bien estructurado en lo semántico, pero carente de todo sentido y, en particular, de contacto con nuestras propias experiencias y realidades? Difícil la respuesta unívoca y, al tiempo, abarcativa de la heterogénea composición nacional.
Paréntesis para la digresión sobre esta contemporánea Torre de Babel reeditada en la Argentina con más empeño interesado que conocimiento adquirido y a ocuparnos de algunos de los temas de una política vernácula que cada minuto sorprende con su farragoso palabrerío y escasos, y sugerentes, silencios.

SCIOLI COMO OTROS

El gobernador de Buenos Aires sigue en la mira del kirchnerismo no peronista.
Por más que se niegue en los despachos de La Plata, Daniel Scioli no digiere lo de las listas colectoras que, a su vez, han sido “bendecidas” desde la Rosada y Olivos. Una, en especial, le quita el sueño: la del moronense Martín Sabatella, lanzado a discutirle el sillón bonaerense al ex motonauta.
Sabatella es el preferido de la izquierda K, pero escasamente conocido en el resto de la provincia, sobre todo en determinados centros urbanos que, sino decisivos en la contienda electoral, sumas miles de votos.
Sin embargo, la preocupación de Scioli tiene su razón de ser: una encuesta reciente, con el valor agregado de un simulacro de votación, que se conoció a través del columnista del diario Perfil, Roberto García.
De acuerdo a lo que narra el analista, el estudio estuvo a cargo de un ingeniero en estadísticas al que no identifica. El profesional elaboró un cuestionario para que lo respondieran quienes abarcaran los distintos estratos sociales y territoriales de la provincia, con la aclaración de que tanto Scioli como Sabatella llevarían a Cristina Fernández como cabeza de lista para la reelección. Las respuestas favorecieron al actual gobernador, porque a su potencial candidato lo conocía apenas un 4 por ciento de los encuestados.
El balde de agua fría fue en el simulacro de elección con cuarto oscuro y todo. En este caso, Sabatella logró casi un 20% de adhesiones.
Quedó claro que CFK traccionó el porcentaje del candidato del Encuentro por la Democracia y la Equidad (EDE).
¿Cuál es el problema para Scioli si, llevando a la misma Cristina, obtuvo más del 60 por ciento en el sondeo? Pues que esos veinte de cada cien votos del sondeo, le restan posibilidades para enfrentar a otros candidatos para la gobernación; Francisco de Narváez, por ejemplo.
Sumiso con las “testimoniales” de Néstor, Scioli parece no querer repetir ingratas experiencias. Ahora, como no en 2009, está apoyado por un núcleo fuerte de intendentes, “barones”, del conurbano. Tanto que pese a los esfuerzos en contrario de Balcarce 50, de Carlos Zannini, de la ministra Garré y de los asesores León Arslanián y Horacio Verbitzky, mantuvo y mantiene al cuestionado ministro de Seguridad, Ricardo Casal y, a través de sus principales espadas, responde a los cuestionadotes.
“Cuando habla Arslanián, habla Arslanián. Además, yo no creo que alguien en el Gobierno (nacional) apoye la política de seguridad de Duhalde y de Solá (…) No creo que ningún progre (sic) banque la política de seguridad que llevaron adelante Duhalde y Solá”, se despachó Alberto Pérez, jefe de Gabinete.
No es una novela, pero se le parece. Los protagonistas secundarios son los encargados de solucionar los problemas de la inseguridad. El resto, protagonistas principales por constituirnos en las víctimas cotidianas de los delincuentes, asistimos desconcertados a la contienda.
En fin, nuestros gobernantes hablan lindo, hasta cuando se pelean. Los demás, nos arreglamos como podemos. Con las palabras, con los problemas, ah!... y con los silencios

caoelretrato@live.com.ar

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