Sr.
Eduardo Aliverti:

Tengo 71 años y soy el padre de Cecilia Pando.
Si bien mi hija no tuvo la lamentable desgracia de llevarse por delante a ningún
 ciclista, como le sucedió a su hijo,  similar situación de angustia y sufrimiento  
pasó mi familia, hace algunos años.
De lo de Cecilia Pando no nos enteramos por la Policía, no intervino fiscal
 alguno y no hubo que hacerle ningún test, lo de mi hija fue simplemente 
enviar una  carta de lectores defendiendo a su Obispo,  publicada por el diario
 La Nación, que funcionó como disparador para que algunos periodistas “la crucificaran”.
Le ruego me disculpe que aplique el mismo término que usted utiliza en su
 muy particular situación familiar y personal y me alegra que nos recuerde la
 existencia de una ética periodística.
En el caso de mi hija fueron varios los crucificados, particularmente  su  esposo,
 7 hijos, padres y hermanos, lo que muchas veces, aunque ha pasado el 
tiempo, nos vemos obligados a dar explicaciones acerca del parentesco con 
Cecilia Pando, simplemente por portación de apellido.
La diferencia con usted y es de público conocimiento, que ella se hizo cargo
 personalmente de todo, no necesitó de su padre para dar explicación alguna.
¿Cecilia Pando había matado a alguien, como en el caso de su hijo?; en absoluto, 
simplemente hizo uso de su libertad, que no configura delito alguno, libertad  de
 la que hoy notamos ya no gozan algunos de los periodistas que la entrevistaron
 porque el gobierno se encargó  de cortarles, los dedos y la lengua.
La “turba romana” de los empleadores de su esposo, hicieron el resto y ¡oh! 
casualidad   eran soldados, ya retirados, de los Césares Néstor y Cristina,  que
 ignoraron que la libertad de expresión  está consagrada por  la Constitución 
Nacional y lo despidieron.
Cecilia Pando no se escondió y atendió a muchos colegas suyos, otros 
 prefirieron no entrevistarla pero sí  prejuzgarla y criticarla, utilizando para 
su caso un eufemismo, que le he robado, crucifixión.
Le recuerdo que entre los  “soldados romanos”  que se “encargaron” de Cecilia
 Pando,  se encontraba usted, Eduardo Aliverti.
¡Qué paradoja! Usted manifiesta publicamente que algunos de sus colegas  lo fusilaron.
Cecilia Pando y su familia también tuvo “su pelotón de fusilamiento”, sin
 embargo dimos vuelta la hoja, eso sí, perdóneme recordarle –nuevamente-  
 usted  se encontraba entre la “tropa” de los “fusileros”.
Insisto que de ese fusilamiento no salió indemne su esposo, militar, que
 quedó en la calle, sin trabajo y sin carrera, con siete hijos.
Usted sigue trabajando porque la “orga” lo protege.
Tampoco Cecilia Pando se victimizó, ni tuvo que pedir disculpas a nadie,
 simplemente dio la cara.
A usted seguramente no le sucederá lo mismo, que al esposo de Cecilia
 Pando, no perderá su puesto de trabajo, pero me tomo el atrevimiento
 de aconsejarle que ahorre palabras, explicaciones, deje a  su hijo que tenga 
la posibilidad de defenderse solo, cuando pueda física y psíquicamente, al 
fin de cuentas, es mayorcito.
Atte.
Vicente Pando
DNI 7973490