lunes, 24 de noviembre de 2008

EL SALDO DE LA COPA DAVIS

La ciudad y la provincia respondieron muy bien a un desafío muy difícil. Y se ganaron los elogios de la ITF. Los de Mancini tenían todo a favor para quedarse con la Ensaladera, pero no les dio el piné. Ni como equipo, ni individualmente. España sí fue un equipo y un justo campeón.En situaciones límite hay que dar la talla, como dicen justamente los españoles. Es así en la vida como en el deporte. A veces se puede, otras no, en algunos casos depende de uno, en otros no. Lo cierto es que para, por ejemplo, alcanzar la gloria, se requiere estar antes que nada a la altura de la circunstancia. El contraste en el cierre en esta ciudad de la final de la Copa Davis, el máximo torneo mundial del tenis por equipos, fue notable. Mar del Plata como sede, desde la organización, estuvo a la altura. Del equipo argentino, para ganar la primera Ensaladera de local -con la ausencia de Nadal, con la superficie preferida, con 10.000 personas a favor y con dos jugadores entre los diez mejores del mundo- no se puede decir lo mismo. No dio la talla.Sí la dio la ciudad, sí la dieron Mar del Plata y la provincia de Buenos Aires para organizar el acontecimiento más importante de la historia de la ciudad, si se mide en millones de televidentes en el mundo.Ya en la víspera la jefa de operaciones de la ITF, Federación Internacional de Tenis, la británica Justine Albert le había dicho a LA CAPITAL que la sede Mar del Plata había experimentado "una transformación impresionante" en cuatro semanas y, en el elogio, se preguntó también sobre la ciudad: "Si ya tiene lo más importante en el calendario de tenis, que es la Copa Davis, ¿por qué no puede tener otros torneos de este tipo?"Justine también destacó el trabajo de la gente de Mar del Plata y la voluntad de las autoridades locales y provinciales, y de toda la gente de la ciudad, por tener la Copa.El resultado fue impecable. Se corrió contra el tiempo, parecía una quimera y la final de la Davis se realizó prácticamente en "otro" estadio, diferente al que conocíamos. Pero además, dentro y en los alrededores del Polideportivo no tuvo nada que envidiarle a lo que habitualmente se ve, por ejemplo, en los mundiales de fútbol. Con color, orden, seguridad. Participaron en el Islas Malvinas los que tuvieron su entrada, lo hicieron también miles de marplatenses en las pantallas gigantes apostados en puntos neurálgicos de la ciudad. Hasta los que estaban en contra pudieron manifestar pacíficamente, sin problemas ni incidentes. Los visitantes, nacionales y extranjeros, y los periodistas, disfrutaron de una ciudad única y al cabo el examen no sólo se aprobó, sino que terminó con una nota bien alta, resumida justamente en las definiciones de Albert.La polémica por la sede, al cabo, siempre fue estéril. La sede siempre fue una sola. La designada. Y aquí el equipo argentino tuvo todo servido para ganar. No lo pudo ni lo supo aprovechar, no estuvo a la altura, como sí lo estuvo Mar del Plata.Las responsabilidades, ¿para uno solo?Alberto Mancini repitió tres veces en la conferencia de prensa que "Del Potro no estuvo a pleno...". Con lo cual, subliminalmente, deslindó responsabilidades de otros. Sin embargo, la autocrítica debería ir mucho más allá y se vislumbra el final de un ciclo que evidentemente no cumplió los objetivos. Al cabo, Argentina cayó por 3 a 1 en la primera final que tuvo como local.Es cierto que el segundo punto de la serie fue clave y que Juan Martín Del Potro sufrió un problema físico el viernes. Pero ¿puede entenderse lógico que un equipo que apunte a ganar la Davis de local, y con todo a favor, se termine deteniendo en la participación de un jugador argentino en el Masters? ¡¿Qué?! ¡¿No podía ir al Masters Del Potro?! Si se lo ganó legítimamente, si se ubicó entre los ocho mejores...Ocurre que una de las diferencias radicó fundamentalmente en que España fue un equipo. No se basó simplemente en dos singlistas "top ten". Y la Copa Davis es un torneo por equipos. Quienes vimos casi todos los entrenamientos y hablamos en profundidad con su capitán, Emilio Sánchez Vicario, percibimos la seriedad con la que España se preparó en Mar del Plata. Nunca pensaron que sin Nadal estaban "de vacaciones". Se prepararon siempre para ganar la Copa. Argentina priorizó siempre la ventaja de la carpeta. Por eso, de hecho, se terminó en Mar del Plata. Pero al cabo neutralizó esa propia diferencia a favor cuando se dilataron las decisiones por la carpeta. Que más rápida, que más lenta, que más rápida, que otra vez más lenta, que azul, que celeste... Y al final de esa primera semana, que al final no fue de trabajo pleno en la superficie, viajaron para el casamiento de Chela. Cuando regresaron ya España había estado un fin de semana en la carpeta final, casi con más tiempo de entrenamiento en la cancha del juego que el propio equipo local.Y otra cuestión quedó "flotando" ayer en la conferencia de prensa, en la que se habló de Nalbandian sin Nalbandian. El tiempo y las energías que se gastaron en desplantes para Mar del Plata y la gente, "chicanas" con la carpeta, groserías (como la que el cordobés dijo por lo bajo en conferencia de prensa en el Provincial) o evasivas con el periodismo, ¿no se podían haber utilizado por una mejor cohesión de equipo? Los líderes son líderes si son positivos, si aglutinan. En este caso, evidentemente, el talento y potencia de un gran jugador no estuvieron acompañados de liderazgo positivo.Miedo escénicoLa derrota, al cabo, se sabe, no tiene padres. De estas cosas quizá algunos no se acordarían si José Acasuso le hubiera ganado a Fernando Verdasco. Pero perdió ayer 6-3, 6-7 (3-7), 4-6, 6-3 y 6-1. En un mal partido de tenis, desde lo técnico dio pelea, aunque quizá fue un "espejismo" que haya estado cerca. Lo cierto es que Acasuso metió sólo una devolución ganadora, para el 5-4 del tercer set, para saques que Verdasco reguló de acuerdo a las indicaciones permanentes de Sánchez Vicario pero que generalmente no pasaron de los 170 kilómetros.Está claro que Acasuso, un jugador con capacidades técnicas indudables, nunca sostuvo un revés a la altura -aunque en un par de passings ganadores demostró que podía haberlo utilizado mejor- y claudicó su cabeza, dentro de la que se jugó un partido aparte entre el miedo escénico y el hambre de gloria. Ganó el miedo escénico, a pesar de que él sí mostró hambre. Pensar que el hit del público fue el "Verdasco tiene miedo...". La mente fría de Verdasco, al cabo, sin un juego brillante ni mucho menos, se evadió de todo el clima del Polideportivo, y fue clave para que España gane su primera Davis de visitante. Verdasco no tuvo miedo. Y fue otro de los que sí estuvieron a la altura.

Autor/Fuente:Vito Amalfitano(Diario La Capital)

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