sábado, 17 de enero de 2009

UNION CIVICA RADICAL,UN PARTIDO AGONIZANTE

Si la pregunta fuese: ¿existe el radicalismo como fuerza política? La respuesta sería sencilla. No. Si la pregunta refiriese a la existencia de radicales también sería sencilla. Muchísimos.
¿Qué pasó en Argentina para que un partido político que asomó al final del siglo XIX, tuvo el poder y lo ejerció, realmente, en el siglo XX, desaparezca en el siglo XXI y queden hombres, apenas, junto a escasos lunares formales de un ideario que, además, sigue vigente? Temprano para una respuesta que suma muchos componentes.
El primero la caída vertiginosa en la calidad de la dirigencia. Dos fraguas reconoce el partido radical para sus nutrientes: Los estudiantes y las familias. El inmigrante y sus primeras raíces. La ilusionada clase media de mitad del siglo XX fue su fuente vital. Ya no están. La familia argentina ha sido devastada. La clase media ha sido demolida. No hay traspaso de honras o legados partidarios. La familia sólo discute el control manual de la tevé. Finalmente compra el segundo televisor… el tercero. La familia argentina no tiene sueños. ¿Quién cuenta a sus hijos los sueños mas dilectos?
La universidad del Estado, donde se encontraba el origen de la mayor parte de los dirigentes políticos, ha sido arrasada. En pocos sitios se ha depreciado tanto la categoría "político universitario", militante político universitario, como en Argentina. Sin universidad no hay consolidación del conocimiento. Ni debate. Traspaso. Fundamentos. Nada. En el 1966 comenzó la demolición. Nadie la reconstruyó. La universidad estatal conserva harapos de su traje de gala: cuna de la clase política. Los claustros privados forman dirigentes sectoriales muy enfocados, de difícil asimilación a la cosa pública. Cuando la encaran suelen ser los peores criminales de las ilusiones y los mejores cirujanos del corte por lo sano, eliminemos la justicia social. La sociedad argentina paga para que sus hijos tengan una salvación individual. Estos, los hijos, han entendido el requerimiento. Abundan los geriátricos. El "cuadro" político ha desaparecido. La mejor medalla era la lucha, la discusión. Chau.
El valor consagrado del siglo XX en Argentina decía que el partido radical tenía un sitio donde abastecerse y crecer. Un piso estable. Se perdió, el piso y el valor consagrado. En esa base cierta de la clase media urbana y rural el elemento diferenciador era este: respeto genuino por "LA" democracia, el debate, el disenso, la división de poderes. El voto. Era el patrimonio positivo del radicalismo. Tal su aporte a la razón social.
En la misma consagración de valores la deuda histórica del siglo XX: la justicia social, la rescataba un movimiento poco democrático, a quien el radicalismo sofrenaba en sus naturales instintos de prepotencia. El peronismo.
El peronismo reivindicaba la igualdad social, el radicalismo controlaba las formas democráticas y juntos conformaban un país. Eso nos decían, eso dijimos. Eso no existe más. Algunos dicen que nunca existió. Citemos: "Son embelecos fraguados en La Boca"…. El bipartidismo es el sello de la evolución en las sociedades occidentales.
Cayó el velo. El siglo XXI se presenta con el peronismo en abrumadora mayoría política, dueño absoluto de dos de los tres poderes e incumpliendo su único mandato: justicia social. Argentina tiene "soledad, llovizna y frío…". El mismo almanaque muestra al radicalismo: restos de un barco encallado, de donde surgen hombres, discursos, pero de esas ruinas en la costa ha desaparecido, hace tiempo, su categoría de custodio de las formas democráticas. Uno exigía el voto como forma de mandato popular inexcusable, el otro traía argumentos de flagrantes injusticias existentes, que resolvería con el poder en sus manos. Corrección: hay dos barcos encallados, pudriéndose.
El radicalismo y el "pejota", el primero y el segundo movimiento popular, confirman a Discépolo: "Quien más, quien menos, pa’mal comer, somos la mueca de lo que soñamos ser".
En la provincia de Santa Fe esta situación de los dos partidos es jocosa. El peronismo es oposición, fraccionada, mustia. El partido de gobierno, territorialmente hablando, es el radicalismo. Quien gobierna, efectivamente, es el socialismo. En esa unión hay otros componentes, el resto del liberalismo y los "carriotistas", radicales apresurados. El socialismo es fundamental porque posee la gema mas valiosa: Rosario.
En este año, que el peronismo santafesino está en desbande y llama a Reutemann como al "gauchito Gil" ante el desastre de Obeid y Kirchner, el radicalismo, que sigue extendido, puede ofertar el intendente de Santa Fe y el de Firmat (Barletta y Torres, respectivamente ) algunos ateneos, ONG y fundaciones. Nada de lo que fue. Sus nombres históricos, oxidados, ora empresarios, ora gestores oficiosos, se abrazan en los primeros funerales de la generación común, aquella donde los muchachos peronistas soñaban una patria socialista y la coordinadora el tercer movimiento histórico, caminando por América latina. Cantan un tango, por supuesto: "Te acordás hermano qué tiempos aquellos…".
El tango, para los argentinos, ha sido irresistible y fatal. De no mediar un milagro, la boina blanca es "un ser enfermo, que pronto ha de morir, de pena".

Editorial del 17-1-09(Diario La Capital de Rosario)

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