CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Mujer caprichosa si las hay, después de rechazar subirse a un Airbus A-340, de Aerolíneas Argentinas, similar al que había dejado de a pie a la selección argentina en Quito, Ecuador, Cristina de Kirchner amenazó con subirse a un Boeing B-747, hasta que también renunció a utilizar ese modelo de aeronave para llegar hasta Ginebra, Suiza.
"Es que con todo el escándalo que rodea a Aerolíneas Argentinas, Cristina decidió apartarse de la compañía de bandera. Al fin de cuentas ella quiere ir sin tanta comitiva, algo más discreto", explicó un colaborador de la Presidente.
El problema es que la opción más 'discreta' resulta un alquiler de US$ 700.000 para un jet privado que tendrá que hacerse el siguiente periplo:
> Londres-Buenos Aires,
> Buenos Aires-Ginebra,
> Ginebra-Buenos Aires,
> Buenos Aires-Londres.
Aqui surge la duda de Urgente24:
> o el Estado paga el alquiler, o
> la empresa propietaria del avión realiza una donación al Estado argentino.
Pero, considerando que esa compañía tiene intereses importantes comprometidos con el Estado argentino (Repsol YPF, de ella se trata), lo de la donación quedaría en entredicho. En cualquier país más o menos normal habría un escandalete en puerta.
Luego, no se entiende porqué contratar un modelo de avión que, en definitiva, en el país tiene Eduardo Eurnekian... a menos que por estos días el aeroplano se encuentre de servicio en el exterior.
Se trata de un Gulfstream V, jet de Grumman Aerospace promocionado en su momento por Macair, la empresa de Franco Macri (propietario de un Gulfstream IV), que intentó vender a US$ 46 millones cada una, varias de esas unidades en el país.
El Gulfstream V es el Nº1 en ventas a compañías globales porque puede recorrer fácilmente distancias de hasta 12.000 km. El avión asciende a 41.000 pies en 19 minutos y puede volar sin escalas 13 horas y 30 minutos con una velocidad de crucero de hasta 560mph/901kph.
Y tiene un espacioso interior -dispone de la cabina más larga de su clase, hasta 14 pasajeros y con 3 zonas distintas de asientos- con altura suficiente para estar de pie, y cuenta con otros servicios a bordo como un baño, también con altura suficiente para estar de pie, un compartimento de equipajes accesible durante el vuelo y una cocina equipada con todos los servicios.
Google, por ejemplo, tiene 2 Gulfstream V, además de 1 Boeing 767, 1 Boeing 757 y 1 avión de combate Alpha Jet.
Pero el Gulfstream V más famoso es el matriculado N379P, que, entre 2001 y 2005, hizo escalas en aeropuertos británicos en vuelos con destino o procedentes de lugares como Baku, Dubai, Chipre, Karachi, Qatar, Riad, Tashkent y Varsovia transportando en forma clandestina detenidos de la CIA que eran torturados por aqui y por allá.
Por ejemplo, el 23 de octubre de 2001, unos testigos vieron a un grupo de enmascarados subir a Jamil Qasim Saeed Mohammed a un avión Gulfstream V, con número de registro N379P, que lo llevó a Jordania. Al día siguiente, el avión voló al aeropuerto de Prestwick, Glasgow, Escocia, para reabastecerse de combustible, y regresó al aeropuerto internacional Dulles, de Washington DC, según Amnistía Internacional, quien reclamó por la aparición con vida del detenido-desaparecido Jamil Qasim Saeed Mohammed.
El Gulfstream V que utilizará la Presidente se encuentra, por motivos operativos, en Londres, desde donde iniciará su periplo hasta regresar nuevamente, y hay que pagar todo el desplazamiento, completo.
El precio completo de las 25 primeras horas de vuelo, según el servicio de alquileres NetJets Corporate, es de € 340.000. El vuelo que abordaría la Presidente es más complejo, incluye esperas en aeropuerto y estadías de tripulación.
Un comandante de un Dassault Falcon 2000 estimó la cuenta presidencial en US$ 700.000.
Lo increíble es que el Estado argentino tiene un moderno avión para los desplazamientos presidencial: el Boeing 757 que compró Carlos Menem por US$ 70 millones.
Sin embargo, Cristina nunca ha utilizado el B-767 Tango 01.
Todo esto ocurre en la Argentina, expulsada del club de países emergentes, que padece graves carencias sociales en su estamento más desprotegido, y con un matrimonio presidencial que presume de consumir sus energías promoviendo la justicia distributiva.
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