domingo, 14 de junio de 2009

PERU: FASCISMO GOBERNANTE NO ESCARMIENTA ¿QUIERE SEGUIR EL GENOCIDIO?

* Winston Orrillo

El terrorismo de Estado se quiere imponer, como última arma destinada a salvar un Régimen que hace agua por todas partes.Y su caballero andante, ridícula parodia de un cruzado medieval quiere y puja por ir al rescate del Santo Sepulcro (aquí sí no se equivoca) del neoliberalismo, la globalización o cualesquiera de las otras caretas (nombre de una revista peruana que está en la misma línea) con las que se camufla el capitalismo en vías de acelerada descomposición.La vesania aupada en la Primera Magistratura (esto ha sido discutido) pretende hacer aparecer los actos incongruentes, ajenos a toda sindéresis política, como fruto de una personalidad bipolar: otra buena careta.Sostenemos que estos actos son perfectamente coordinados, digitados desde un Big Brother que, feliz, halla, en el Gobierno del Perú, como en el de Colombia, los turiferarios que necesitaba, perentoriamente, para proseguir sus seculares tropelías.Permitir la paralización de una ubérrima Región del país, el Oriente, la Amazonia, en busca de trabajar al cansancio a sus habitantes, es realmente siniestro.La política de las calendas griegas nos la conocemos de memoria.Quien gobierna lejos del pueblo ignora la inmensa capacidad, el inabarcable caudal de energías que hay en una criatura humana que fue capaz de sobrevivir en condiciones distintas a las del capitalismo de marquesina que medraba en las ciudades, en las metrópolis.El desconocimiento de las características sui géneris de nuestros hermanos amazónicos, sumado a esa dosis permanente de estulticia y megalomanía que adoba a la clase gobernante peruana, han desencadenado la situación presente.El apuro, la premura por cumplir con las órdenes del Amo, hizo que García diera, una vez más, la orden de apretar los gatillos.No sería extraño –todo puede suceder en la dimensión de subterfugios siniestros que caracteriza al Apra- que ya se haya negociado por lo bajo, y… entonces; entonces, el adquiriente exige perentoriamente lo que compró….y hay que entregárselo, pero limpio de indios salvajes y demás excrecencias (AGP: Pensamiento Guía).La provocación del enfrentamiento entre la masa de legítimos propietarios de ese territorio (como dice un reconocido historiador, Antonio Zapata), que ocuparon incluso desde antes de la llegada de los incas, y que nunca se les pudo arrebatar; esa provocación no podía sino desembocar como desembocó.Los pobladores amazónicos estuvieron como son ellos, amables, cordiales, comunicativos. Frente, a su alrededor, se hallaban los policías, con los cuales compartían (el Gobierno debía saber la condición de éstos, que no era, precisamente, la mejor:-estaban, es un decir- “retenidos”, secuestrados, según otros, y es legítimo preguntarse ¿por qué no se hizo nada para cesara esta ominosa condición?).En realidad, no es una hipérbole: al Gobierno le importaba un ardite esta “situación” y quería, a los hermanos amazónicos, como se dice por aquí, “trabajarlos al cansancio”: ¡a ellos que tienen una paciencia de siglos!Todo anduvo tranquilo hasta que la mecha se encendió cuando se tuvo conocimiento de la captura, a sangre y fuego, de la Curva del Diablo, donde un millar y pico de pobladores aborígenes impedían el tránsito normal..Al tomar conocimiento que se había asesinado a hermanos, entonces, cesó el diálogo: el aguaruna recobró su instinto de vida, que en este caso era de muerte: la guerra había comenzado..En este caso mal planificada, con un interés pleno de artería y ahíto de la soberbia megalómana del “Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas”, empezó este desgraciado episodio luctuoso que, hasta ahora, no tiene visos de solución alguna: era el 5 de junio, y escribo el 12 con muchos elementos agravados, y todos por obra y desgracia de un Poder Ejecutivo que solo sirve para ejecutar el tiro de remate al enemigo herido o desarmado.A nadie le gusta la guerra. Pero el propio príncipe de la paz, el poeta de la rosa blanca, José Martí hablo de la guerra necesaria.Los policías retenidos llevaron, es obvio, la peor parte.Aquí hay que dilucidar las responsabilidades: ¿Por qué, sospechosamente, se les dejó a ellos en esa situación durante tanto tiempo? ¿Es que el Gobierno necesitaba chivos expiatorios para luego ulular acerca del salvajismo y la barbarie de ésos a los que, precisamente, había provocado tan desaforadamente con leyes que los despojarían de sus territorios milenariamente ocupados?Téngase en cuenta que para los amazónicos el concepto minusválido de la vida y la tierra de los citadinos, es sideralmente opuesto.Para ellos la tierra, el territorio, sus selvas, son su vida. Quitada ella, nada tiene sentido. Por lo que, morir luchando por ella, es en realidad vivir. Diferente, pues, al concepto capitalista, neoliberal de la propiedad de la tierra, enajenable una y mil veces.Acabo de leer que tanto la siniestra Ministra del Interior como el propio Presidente han dicho –cobarde forma de eludir responsabilidades- que la orden de fuego para tomar la ya tristemente célebre Curva del diablo, plena de amazónicos, fue dada motu proprio por los comandos policiales.No se han dado cuenta que esto, por otra parte, los dejaría muy mal a ellos, pues demostraría que carecen de principio de autoridad.En fin, se armó una guerra desigual, entre hombres fuertemente armados –uniformes mismo Guerra de las Galaxias y tanques y fusiles AKM, armas de guerra y no de “disuasión”, todo frente a multitudes, es cierto, pero mayormente solo con lanzas y flechas y hachas casi prehistóricas.Claro que unas son las armas que se portan, y otras las que hierven en la sangre: muchos de estos “nativos” han servido, han dado sus vidas, en recientes conflictos limítrofes, y pueden manejar esas otras armas “civilizadas”, una vez arrebatadas” de manos de sus ocasionales enemigos. Además, no se descarta la eventual participación de colonos, que conocen de sobra la prepotencia y rapacidad de las “hordas del orden”, frente a la caballerosidad cooperante de los naturales.Contactos personales del que esto escribe, con médicos y periodistas de la región, dan cuenta de algunos cientos de muertos por parte de los amazónicos, cifra que nunca se podrá contabilizar porque es cierto que se ha quemado cadáveres, amén de los que se arrojó al río, hecho por otro nada inédito en el prontuario de unas fuerzas armadas cuyos jefes fueran entrenados en la tristemente célebre Escuela de las América, donde “fabricaban” soldaditos no precisamente de plomo, especialistas en torturar y matar y responder las órdenes “superiores”, por más irracionales que éstas aparezcan.Es inevitable memorar el verso de Nicolás, el Grande:“No sé por qué piensas tú,soldado que te odio yo.Si somos la misma cosa,Tú, yo….

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