* Eduardo Cao
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No viene mal parar la mano, barajar las cartas y dar de nuevo. Tratan de hacerlo algunos. Otros creen que con lo que tienen les alcanza para el envido, el truco y hasta para alguna ronda de póker, aunque se juegue con otros naipes. Si saben jugar no estamos seguros, por más que hayan ganado algo y perdido otro algo. Lo que sí sabemos es que estamos esperando una silla y cuando nos sentemos, las cartas las jugaremos nosotros. Es cuestión de paciencia, de equilibrio emocional y de que conozcamos con quiénes estamos compartiendo la mesa.
“Situado en alguna nebulosa lejana hago lo que hago, para que el universal equilibrio de que soy parte no pierda el equilibrio” (Antonio Porchia, escritor y poeta nacido en 1886 en Italia y fallecido en 1968 en la Argentina, donde integró la anarquista FORA) Mantener el equilibrio constituye, para los argentinos, una tarea ciclópea. Afirmarlo no es un capricho lingüístico; ni siquiera es la búsqueda de “la” frase que demuestre la vastedad literaria del autor. Es, así de simple, la síntesis del constante vaivén socio-político en el que vivimos por estos lares.Ese equilibrio está ausente incluso en nuestra particular manera de repasar la historia de 200 años, con preconceptos propios de actitudes y palabras ajenas que nos permiten evitar la farragosa tarea de analizar, de pensar, incluso en el futuro. ¿Por qué la mención a la historia? Pues, por el intento de aprender cada día que lo que fue irreconciliable hace tiempo, se transforma en al menos convivencia armoniosa cuando existe el sentido común. Muy cerca alumbró un ejemplo: "No somos aficionados a vivir de la nostalgia ni de páginas amarillas, todos los días amanece, la vida comienza. Siempre estamos comenzando, la vida se vive con coraje y hacia adelante… Cada cual tendrá que cargar con su mochila, pero las mochilas no son ejercicio de saldar cuentas cuando hay que construir…”. Lo dijo José Mugica, ex tupamaro preso y torturado por la dictadura uruguaya y hoy Presidente de su país por el voto popular, al poner en funciones al nuevo ministro de Defensa, Luis Rosadilla, también ex militante de la organización guerrillera oriental. Su auditorio estaba constituído, entre otros, por los jefes de las Fuerzas Armadas.El inefable y preparado Pepe uruguayo hablaba no de un pasado que le había dejado las indelebles consecuencias de la tortura física y moral, sino del presente y, sobre todo, del futuro de su país. Lejos de adherir al fin de las ideologías que proclamara el politólogo Francis Fukuyama, Mujica mantiene sus ideales. Sólo que para alcanzarlos, recorre el camino del sentido común, el mismo que resaltó Platón hace casi 2400 años: “El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio”. ESO DE SALDAR CUENTAS…Por estas horas, una buena parte de la sociedad argentina celebra el recorte de poder del matrimonio K, tan aferrado a él como dilapidado por los mismos consortes. También es aplaudido el regreso del Congreso al tridente institucional que debía conformar junto al Ejecutivo y a la Justicia, todos bajo sospechas y certidumbres de haberse desvíado de sus roles.Ya es parte de la historia –y casi de la historieta a juzgar por algunos dichos y hechos – las embestidas del Gobierno a la oposición, la Justicia, los medios, el campo y varios etcéteras másUn somero ayuda memoria de las últimas jornadas, para no aburrir con pretéritas y ya analizadas arbitrariedades, podría partir del discurso de la Presidenta al inaugurar el período de sesiones ordinarias en el Congreso. Un discurso que transcurrió entre las culpas y horrores ajenos y las conquistas propias (“espejo, espejito, ¿quién es…?”) para concluir con la derogación y el nacimiento, secreto nacimiento, de decretos de necesidad y urgencia con distinto número pero el mismo fin para el Fondo del Bicentenario.Siguió la agenda en el Senado y la Justicia. En la Cámara Alta, la oposición se quedó con el control de las comisiones clave, concretando el recorte del poder absoluto que ostentaba el oficialismo. De la Justicia, al mismo tiempo, se conocía el fallo de la doctora Claudia Rodríguez Vidal, que impedía disponer al Gobierno de los dólares ya girados por el Banco Central para pagar deudas con organismos de crédito y bonistas externos. El dinero, sin embargo, ya estaba en las arcas de Economía.Así como era presumible la reacción de la oposición a lo que se llegó a calificar como otro “ninguneo” del Ejecutivo hacia el Congreso, también se esperaba la de Cristina Fernández de Kirchner, aunque muy pocos se imaginaban el tenor de su inflamado discurso: "Estamos ante intentos de destitución evidentes”. "Esta Presidenta – siguió, encendida y en lo que se interpretó como una promesa de desobedecer los fallos judiciales - va a pagar las deudas con las reservas del Banco Central en el marco de lo que dicen la Constitución y la Carta Orgánica del Banco Central. Quiero decirles a los acreedores de la deuda que van a cobrar. No estoy dispuesta a condenar a la Argentina otra vez más al endeudamiento. Vamos a pagar. Las reservas que tiene el Banco Central no son de Namibia o Uganda, son de la República Argentina". Volvió a desafiar a la oposición con un "si tienen una mejor forma de pagar la deuda, juro que la voy a adoptar. Pero quiero que me la expliquen" y, antes de advertir a la Justicia que no permitiría que “un juez «defaultee» la deuda", una incomprensible – y de mal gusto, tanto como cuando de sus propias intimidades maritales se ocupan algunos medios y ella misma con lo del “cerdo afrodisíaco” - arremetida sobre la vida personal de Rodríguez Vidal: "Hay jueces que parece que estuvieran alquilados. La jueza que … suspendió el uso de reservas es pareja del juez (Ernesto) Marinelli… Después hablan de matrimonio presidencial; por Dios". Marinelli fue varias veces cuestionado desde la Casa Rosada, la última por su presunta decisión de congelar la cesantía de Martín Redrado como presidente del Banco Central. La respuesta de Rodríguez Vidal estuvo rodeada de más compostura: “No me siento aludida por esa declaración. Me limité a emitir un fallo ajustado a derecho. Soy respetuosa de las instituciones y de la investidura presidencial… cualquier funcionario que incumple un fallo incurre en desobediencia". “YO SOY LA PRESIDENTA”Con una innecesaria y reiterada apelación a su autoridad presidencial encaró el último tramo de la réplica al nuevo escenario de relación de fuerzas: “La Argentina tiene un sistema presidencialista; no es un cogobierno con la oposición… No hay responsabilidad ni patriotismo. Yo soy la Presidenta” Convengamos que no hay discusión sobre el lugar que obtuvo Cristina Fernández de Kirchner mediante el voto popular en 2007. Sin embargo, la forma en que blandió su máximo cargo y, en especial, las razones esgrimidas para desconocer la existencia de los otros dos poderes del Estado, fueron dos nuevas y profundas heridas en el tejido social de la República.Es cierto que para los argentinos, abrumados como estamos una vez más por la adversa realidad cotidiana que nos toca vivir, poco importa cómo se paga la deuda externa. Tal vez muchos –no sabemos cuántos- estemos de acuerdo con que hay que pagar; otros, en desacuerdo total. Pero la coincidencia absoluta es que merecemos una vida digna, sin sobresaltos, armoniosa, en paz.Y como Cristina Fernández de Kirchner fue elegida Presidente hasta el 10 de diciembre de 2011, el Congreso actual tiene el mismo período de mandato y en la Justicia no existen plazos límites, el resultado es que hasta ese día, dentro de 20 meses, la responsabilidad sobre nuestro futuro es compartida por los tres poderes, cada uno en sus funciones específicas, bien demarcadas en la Constitución. A nosotros, los ciudadanos comunes, corresponde cuidar que aquellos cumplan con las expectativas sociales, dentro de la ley y el orden institucional republicano.Si bien es cierto que en la práctica nuestro sistema de gobierno es presidencialista, como lo sostuvo CFK, deberíamos, al menos, repudiar todo intento de convertirlo todo en desmesura, de cualquier estamento de poder se trate. Ni “hiperpresidencialismo”, ni “hiperparlamentarismo” ni “hiperjudicialismo” (por “judicialismo”, antes que hablen de la inexistencia del término, recomiendo leer un artículo de Miguel Sánchez Morón en el diario “El País” de España el 2/10/96. No es el diccionario, claro, pero sirve para su aplicación).Del sayo al Gobierno, que bien “ganado” lo tiene, pasamos a la oposición, en la que algunos, pocos, se han puesto vestido/traje de luces, encandilados quizá por aquella victoria en el Senado, pero que hoy parecen alejarse de la prudencia que reclama la gente. No es cuestión del sesentoso “paz y amor, hermano”, pero tampoco están los ánimos sociales para actitudes irreductibles desde cualquier vereda política que sea.Los que entendieron lo de “el destino baraja las cartas, pero somos nosotros quienes las jugamos” de Ortega y Gasset, no olvidan agravios, aunque tampoco caen la ingenuidad. Para ellos, la cordura y el sentido común, abarcativo de las circunstancias particulares en que ciertos peligros acechan, constituyen las llaves para encontrar soluciones. En este caso, de lograrlo, se habrá dado paso a la madurez y frenado la decadencia.Para Hilda “Chiche” Duhalde el camino es que la mandataria “convoque a un diálogo.. con la forma que quieran darle”, pero advirtiendo que “no quiero conversar más con ningún ministro, porque evidentemente ningún ministro tiene la autoridad suficiente para resolver “per se”. Explicó que la decisión de enviarle una carta personal a Cristina surgió porque “después de haberla escuchado tan agresiva para con el Poder Judicial, para con nosotros, y tras haber vivido la experiencia del 2001 y 2002 sentí la necesidad de que se retome la mesa del diálogo con la forma que quieran darle, pero que se dialogue". Con matices, otra gran porción de legisladores antikirchneristas coincide con la cautela y la decisión de no actuar de la misma manera despótica que enfrentaron estos años.En el campo político así están las posiciones, con oficialistas (pocos) que parecerían aceptar sentarse a una mesa de diálogo a fin de buscar consensos y opositores (un número importante y decisivo a la hora de votar) que buscan la misma meta, aunque recelosos de que un nuevo portazo esconda, en el medio de la discusión sobre el sexo de los ángeles, propósitos dilatorios. En el otro rincón convergen baldosas de las dos veredas enfrentadas: no hay nada que hablar y a pelear. Total, las sogas del cuadrilátero somos nosotros. Y los que pagamos la entrada, también nosotros.ISLA PRESIDENCIALPara descontracturarse, nada mejor la historia de 12 náufragos en un remoto y paradisíaco lugar en medio del mar. No es una docena de personas que, dólares más dólares menos, podrìamos ser usted, yo o cualquiera; son ni más ni menos que 10 presidentes de América Latina, un Jefe de Gobierno y un rey.Después de una imaginaria cumbre, Lula (Brasil) invita a disfrutar de un paseo en yate a sus pares Cristina Kirchner, Michelle Bachelet, Evo Morales, Alvaro Uribe, Rafael Correa, Felipe Calderón, Daniel Ortega, Alan García, Hugo Chávez, y a José Luis Rodríguez Zapatero y al propio Juan Carlos de España.Como en Lost, pero en el mar, hay tragos, hay fiestas y, no podía ser de otra manera, se desata una tormenta que el timonel Lula intenta sortear, pero entre el venezolano que lo empuja a la izquierda y el colombiano que quiere virar a la derecha, la embarcación va a parar a lo que se denominó, a partir de allí, la Isla de los Presidentes. Sin comida y sin atributos de poder, cada uno… Y aquí terminamos la narración porque no tenemos los derechos de autor, que son los venezolanos Oswaldo Graziani, Alvaro Mora y Juan Andrés Ravell, hijo del ex director de Globovisión, cadena privada que provoca sarpullido a don Hugo. La serie digital de dibujos animados es producida por El Chirigüe Bipolar, un blog de humor político. Ah!, entre nosotros, Cristina aparece vestida con cocoteros…
caoelretrato@live.com.ar
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