* José Luis Jacobo
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Primero fue una solicitada -en verdad dos, la misma repetida durante dos días consecutivos en el diario La Capital- en la que se clamaba por la “honestidad probada” (sic) de Fernando Cuesta, secretario general de la Asociación Bancaria seccional local. Allí se menciona una campaña de difamación hacia la persona de Cuesta, y se asegura que la misma se inició en 2007. Veamos. Fernando Cuesta es un sindicalista que responde muy bien a los cánones de la llamada “patria sindical”, es decir, está atornillado a la poltrona del poder desde 1983. Es un dato curioso que un hombre que viene de la izquierda, o algo así, lloriquee por los rincones denunciando aprietes, o amenazas a su familia. Y digo que es curioso porque no hay denuncia penal alguna, lo que revela claramente que Cuesta sabe bien que esto es parte de una batalla política por el control del gremio.
Más curioso aún es que Cuesta haga decir en distintos medios de bajo soporte de atención social que esta situación es consecuencia de su enfrentamiento con Juan José Zanola, procesado por la mafia de los medicamentos. Tanto Zanola como Cuesta llevan el mismo tiempo al frente en sus respectivas organizaciones gremiales. En 27 años de formar parte de la conducción de La Bancaria, Cuesta jamás cuestionó a Zanola. Es más: integró lista con quien hoy es su enemigo jurado, José Lupiano. Es precisamente en este contexto que hay que enfocar el texto de la solicitada y en su intencionalidad: lo que está en juego es mucho, teniendo en cuenta que Mar del Plata es una de las seccionales claves del interior del país, luego de Córdoba, Rosario y Mendoza.Fernando Cuesta y su grupo de conducción buscan mantener esta hegemonía a como dé lugar. Y debo señalar que no se privan de mentir en pos de su objetivo. Mentir como lo hacía José Cigoy en la pasada elección, cuando intentaba detener a los votantes en la esquina de San Luis y Moreno diciendo que el acto había sido suspendido. Sin embargo la mentira más grande permanece inexplorada, y es la de la situación de víctima de la dictadura padecida por la esposa de Cuesta, Emilce Moler, que en una reunión en el Centro Cultural Torcuato Tasso realizada por la agrupación Héctor Hoesterheld, admitió que su detención por las fuerzas de seguridad en 1976 nada tuvo que ver con la Noche de los Lápices, y que su militancia en la “gloriosa JP” se debió a que allí “estaban los chicos más lindos”. Si estas afirmaciones provinieran de alguien que no pertenece a la izquierda, el escándalo ya habría trepado a las primeras planas de los diarios. Panfletos, afiches, nada de lo que alguien que disputa poder pueda enorgullecerse. Eso sí, nada de lo que alguien que está en esa batalla pueda asustarse. Lo que sí debería preocupar o asustar a Fernando Cuesta es la investigación sobre la violación de secreto bancario que está por iniciarse, por la divulgación de los valores de distintos cheques usados para pagar actividades del secretariado de la Bancaria nacional en Mar del Plata. Esa sí que será una historia de responsables penales e inocentes. Esa sí que es una historia en la que alguien va a salir de la oscuridad del complot de cuarta y va a tener que explicar cómo es que valores negociados en el Banco Macro local aparecieron detallados en la red, haciendo figurar hasta a los firmantes y los montos de los valores. Eso es un delito real, se llama violación de secreto bancario, y no admite inocencias presuntas.
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