domingo, 27 de junio de 2010

MATRIMONIO GAY: "ES UNA NEGLIGENCIA Y UN RETROCESO EN LA CONVIVENCIA SOCIAL"

www.diarioelatlantico.com


El obispo de Gualeguaychú habló también del impacto de la droga en la sociedad y las redes de narcotráfico; y al analizar un aumento de la increencia, comprendió que tiene que ver, a veces, con un “defecto” de la Iglesia en cuanto a cómo presentar el Evangelio
Monseñor Jorge Lozano habló del impacto de las drogas, en los pobres y en los jóvenes, de la cadena de complicidades que permiten su distribución y venta. Se refirió también al matrimonio gay: planteó que no hay discriminación por parte de la Iglesia, aunque entiende a una pareja homosexual y a una heterosexual como “realidades distintas”, y lo calificó como “una negligencia y un retroceso en la convivencia social”. El Obispo de Gualeguaychú y responsable de la Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones, está participando de la Semana Social 2010 que se desarrolla en el Hotel 13 de Julio de la ciudad de Mar del Plata y que busca encontrar propuestas para erradicar la pobreza y promover el desarrollo integral del país. Allí recibió a El Atlántico.
- ¿Cuál es el sector que sufre más el flagelo de las drogas?
- Sin dudas los pobres, pero no son sólo ellos. En los pobres incide de una manera particular porque lo que buscan con el pegamento o alguna es calmar el hambre o el frío. Y en general acceden a drogas de más baja calidad y que inciden más negativamente en su salud por tener un nivel alimentario más deficientes. Pero a veces encontramos jóvenes o no tan jóvenes de familias en buena situación económica y que también están atrapados en esta red. Tiene que ver muchas veces con lo que llamamos una crisis de sentido o un vacío existencial. Es un flagelo que atraviesa a todas las capas sociales.
- ¿Aumentó el consumo de drogas? ¿Cuáles son las causas?
- Ha aumentado y sigue aumentando sensiblemente. En cuanto a la cantidad de consumo y a la baja permanente en la edad de inicio de consumo. Muchas veces se da el inicio a través del consumo del alcohol y esto se da a edades cada vez más tempranas, incluso estando en la escuela primaria. Esto lo notamos tanto en los barrios pobres como en los otros. Para que la droga llegue a la esquina de un barrio recorre muchos kilómetros, en cuanto a distancia, pero también va dando muchos pasos de corrupción, de sobornos, de aprietes, de violencia, redes mafiosas que se van extendiendo cada vez más en nuestro país.
- ¿Cree que hoy se persigue más al adicto que a los responsables de estas redes, encargadas del tráfico y venta de drogas?
- Al adicto no se lo persigue. Lo que los curas de las villas dicen y lo que percibimos es que la droga está despenalizada, circula con total libertad y quienes la tienen a veces consumen en lugares públicos. Lo vemos en algunas plazas, esquinas. Si uno le pregunta a cualquier chico de los últimos años del secundario dónde se consigue tal droga, ellos saben perfectamente.
- ¿Cree que hay una política clara para poner freno al tráfico de drogas o hay demasiados intereses de por medio?
- La droga no podría estar tan extendida sin complicidades, tanto de fuerzas de seguridad, miembros de la Justicia, miembros de los poderes del Estado. No podría circular. De hecho, cuando hablamos de redes de corrupción estamos haciendo referencia a eso.
- ¿Cuál es el aporte de la Iglesia para poner un freno a esta situación?
- Desde la Iglesia estamos trabajando en tres líneas de compromiso: una es la educación porque una persona fortalecida que logró desarrollar sus capacidades y cualidades, no necesita de una sustancia para vencer su soledad; una segunda línea es fortalecer y reunir a las diversas entidades que trabajan en la asistencia de quien es preso de la adicción; y una tercera línea tiene que ver con la denuncia de las redes de la muerte de los traficantes que no les importa nada la vida de los jóvenes y se enriquecen a través de esta actividad.
- ¿Por qué la Iglesia considera que dos personas que se aman, no pueden casarse?
- Que haya distintos tipos de convivencia no quiere decir que tengan que tener el mismo marco regulatorio, jurídico. El matrimonio entre el varón y la mujer -que son células básicas de la sociedad por eso decimos que la familia es la célula básica-, es una institución que tiene varios siglos y siempre ha sido reconocida de una manera determinada. Que uno diga que este modo de reconocimiento jurídico es para esta realidad, no significa marginar o excluir otras realidades o discriminar. El proyecto actual tampoco contempla otros tipos de convivencia y no por eso discrimina
- ¿Qué tipo de convivencia puede ser?
- Por ejemplo la poligamia. ¿Por qué son dos los contrayentes y no tres, cuatro o cinco? Eso no significa que se discrimine a quienes quieran vivir en poligamia. Ni tampoco a quienes siendo hermanos se enamoren y quieran convivir, sean del sexo que sean. Tampoco lo tiene en cuenta el actual proyecto. Acá hay una cuestión que a veces se entiende como discriminación a lo que no tiene una misma denominación.
- Sin embargo hay personas del mismo sexo que quieren casarse y logran hacerlo después de recurrir a la Justicia. Pareciera que no hay una igualdad de derechos.
- Es que son dos realidades distintas. Entonces, equiparar en derechos a dos realidades distintas, eso es lo que decimos que no está bien.
- Instalado este debate, aparecieron grupos que dejan ver cierto grado de intolerancia y han llegado a comparar -al menos acá en Mar del Plata- a una pareja homosexual con una pareja de un hombre con un animal. ¿Cómo evalúa estas reacciones de algún sector de la sociedad?
- Eso me parece inadecuado. No es el tono con el que estamos generando la discusión. También hay quienes no aceptan un postura y tildan de intolerantes o retrógrados, gente que discute sin atender a las razones de las ideas sino a otras cuestiones. En eso no hay que estar de acuerdo. Yo no estoy de acuerdo con esos modos de comparar. Estamos hablando de personas.
- En caso de que salga aprobada la ley del matrimonio gay, ¿cómo lo tomará la Iglesia y cómo actuará en consecuencia?
- Bueno, tomarlo, como lo que estamos diciendo. Como una negligencia y un retroceso en la convivencia social. Pero actuar no tenemos nada que actuar.
- Cada día es más común, fundamentalmente entre los jóvenes, escuchar 'soy ateo'. ¿A qué cree que se debe esto? ¿Hay alguna autocrítica hecha por parte de la Iglesia?
- Por un lado no aceptaría así nomás que haya un crecimiento de ateísmo en los jóvenes. Hay una especie de corrimiento del centro de atención de lo religioso, lo cual no implica que haya ateísmo. Hay muchos que por ahí no profesan una religión pero a lo mejor tienen algún sentimiento religioso, o alguna creencia, o confusión religiosa, algunos derivan lo religioso a alguna práctica casi supersticiosa. Esto tiene que ver, a veces, con un defecto que hemos tenido nosotros en la Iglesia en cuanto a cómo presentar el Evangelio, de qué modo predicar, de qué modo hacerlo accesible; y otras que tienen que ver con un fenómeno cultural. Hubo un crecimiento de la increencia en la década del 80 a nivel universal, y después de la caída del Muro de Berlín se da una situación de caída de las ideologías y una especie de confianza en que el hombre solo va a poder resolver las cuestiones que le ocupan. Después de los conflictos que ha habido y las situaciones de pobreza que han crecido, de una humanidad dividida por guerras, por discordias, por atentados, hay un lugar más importante de la religión. Volviendo a tu pregunta inicial: si bien es cierto que tal vez hay más increencia entre los jóvenes que entre los adultos, sin embargo esto no muestra un crecimiento de la increencia así nomás. Por ejemplo, yo he podido ver cómo en situaciones de enfermedad, de muerte o dolor, hay un acudir a lo religioso. A mí me ha tocado acompañar a muchos jóvenes que perdieron hermanos, novios o novias en Cromagnon, y ahí no noté increencia.
- ¿Por qué cree que en esa situaciones límite una persona busca acercarse a lo religioso?
- En las situaciones límites solemos aferrarnos a lo más seguro. Y lo que nos brinda más certezas es el amor, un amor que sea permanente, eterno, una respuesta a las preguntas más profundas del ser humano: quién soy, para qué vivo, qué sentido tiene mi vida, qué sentido tiene la muerte.

No hay comentarios: