*Eduardo Cao
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Prioridades y necesidades. Parecen ser lo mismo o al menos tocarse en algún punto. Pero no es así. Las prioridades pueden ser de muchos y hasta varían según el estrato social desde donde se las enumere. Las necesidades, en un país como la Argentina, también son muchas, aunque si sólo se las expone a partir de una individualidad y sus apetencias político-sectoriales, llegará el momento del quiebre y su consecuencia, el conflicto social. Y de eso, por estas tierras, tenemos expertos. ¿En fijar prioridades? No; en provocar conflictos.
“Si no decides cuáles son tus prioridades y cuánto tiempo les dedicarás, alguien más lo decidirá por ti” (Sebastián Cohen Saavedra, escritor español)¿Era una prioridad la ley de matrimonio entre personas de un mismo sexo? Para Néstor Kirchner, es indudable que sí. Lo afirmaba, según su particular visión de la historia, como un “revolucionario”, como un gobernante –aunque su rol institucional actual aparenta ser el de legislador- que intenta, con cualquier medio a su alcance (y tiene muchos para elegir en la característica ostentación de la fuerza de su poder), convertirse en uno de los tantos hombres que pretendieron, sin éxito, ser los “fundacionales” de la nueva historia argentina. Y tanto fue así que se animó a votar por primera vez desde que es diputado de la Nación, cuando el tema se dirimió en la Cámara Baja donde, para su pesar, debió aceptar que la mayoría reemplazara el llamado “matrimonio gay” por la simple “unión civil”. Una derrota parcial que se sumaba, en el mismo recinto del Congreso, a la media sanción para el 82 por ciento móvil para los jubilados de haberes más bajos, el plazo de vencimiento de los que tantas veces se abusó decretos de necesidad y urgencia, la Ley de Glaciares que, ante lo irremediable, esta vez no tendrá veto presidencial, la renovación del ya increíble INDEC,y la reestructuración del Consejo de la Magistratura. Todas derrotas parciales o totales del kirchnerismo. A pesar de que no ser de copyright propio, ya que antes fue propuesta por socialistas y cajoneada por el oficialismo pues CFK se entrevistaría, entonces, con el Papa, la cuestión, para Néstor, se transformó en casi una cruzada. Para él y su esposa que hasta utilizó tribunas chinas para fustigar a los detractores del proyecto, los cruzados del medioevo eran los “otros”, los que se oponían. Hasta recibió “favores” de sus adversarios-enemigos. El cardenal Jorge Bergoglio fue uno de ellos a través de una carta a las monjas de la orden de las Carmelitas, con frases desafortunadas como “la guerra de Dios” o “la envidia del demonio” que para los católicos profesantes son convincentes pero que a buena parte de la sociedad laica les resultaron arcaicas y a los analistas de las cuestiones eclesiásticas, un error estratégico de tanta magnitud como la del arzobispo de Córdoba al separar de su parroquia al cura de San Cayetano por haber manifestado apoyo al matrimonio entre personas de un mismo sexo. Hay errores que se pagan y existen los que pagan (“per se” o a través de sus operadores más fieles) por supuestos errores. Viene a cuento la frase. Y trato de explicarla a partir de llamativos sucesos registrados en la maratónica sesión de la Cámara Alta. El primero fue que dos senadoras –una santiagueña y otra sanjuanina- , declaradas fervientes opositoras a lo que finalmente se aprobó, se subieron al avión presidencial que partió a China con Cristina Fernández de Kirchner. En segundo lugar, Carlos Menem estuvo ausente. De blanco propicio en cada discurso del “progresista” matrimonio gobernante, el ex presidente parece haberse constituido, promesas oficialistas mediante para frenar causas judiciales, en “partícipe necesario” de los planes K que pasan por el Senado. Hubo otras ausencias y cambios de posturas sobre la marcha. En total, descontando las tres mencionadas, al menos ocho senadores, del variopinto escenario opositor, se fueron del recinto antes de la votación o cambiaron su opinión y su voto en la misma madrugada de la maratónica sesión. ¿Presionados o convencidos? Es la duda que aún hoy rodea el resultado de 33 a favor, 27 en contra y 3 abstenciones.Un dato: hasta la Alemania nazi de Hitler apareció en la discusión senatorial. Hubo llanto de la puntana Negre de Alonso, objeto del ataque del ahora fiel K, Miguel Ángel Pichetto.De aquí en más, las parejas homosexuales deberán recorrer un camino espinoso en los laberintos burocráticos, mientras el Gobierno se escudará en que los cuestionamientos, tanto legales como de conciencia, a determinados artículos de la ley deberán resolverse en la Justicia. La pelota, dirían los futboleros, “pum para arriba y lejos, bien lejos”.Por ejemplo, si para los matrimonios heterosexuales la adopción en una prolongada y farragosa serie de trámites, los especialistas auguran más escollos para las parejas de un mismo sexo.Y en orden del matrimonio homosexual en sí, no pocos magistrados judiciales son los que dudan en poner la firma, aunque, al final, deberán cumplir con la ley. En punta “picó” una jueza de Paz de General Pico, La Pampa. Marta Covella aseguró que no formalizará casamientos de personas homosexuales: “Yo no los voy a casar. La Biblia me enseña que primero tengo que obedecer la ley de Dios y después la ley de los hombres”. Admitió que podría haber matrimonios de dos hombres o dos mujeres ya que “alguien casará a esas parejas si se presentan los pedidos, pero no seré yo”. Su suplente, Marcelo García Mossman, para nada agradecido con Covella.En pocas palabras y volviendo a la pregunta sobre las prioridades K. Coincidiendo en que es difícil precisar intenciones como lo intenta hacer el árbitro de fútbol al juzgar una mano o un foul dentro del área, nos inclinamos a pensar que de prioridad para Néstor Kirchner tenía poco o nada el matrimonio gay. Sí de necesidad; de mucha necesidad. Y como así es, una nueva herida atraviesa a la sociedad argentina, la divide, la enfrenta. SOSPECHAS FUNDADASLa columna de la semana pasada la dedicamos casi por completo a las internas abiertas convocadas por el Gobierno para el 14 de agosto de 2011, mientras las miradas mediáticas insistían con el asunto de las denuncias de negociados a través de la embajada paralela en Venezuela, que seguirá su curso hasta dentro de 20 meses más o menos: con la pelea de Kichner con el poderoso multimedia convertido por el Gobierno en “enemigo público Nº 1”, y con el a todas luces apoyo oficial a la continuidad de Maradona al frente de la “Armada Brancaleone” (creación del colega Hugo Asch, de Perfil; nobleza y derechos de autor obligan) en la Sudáfrica que coronó a España, subió al podio a Holanda y a nuestro “verdugo” Alemania y consagró al envidiado Uruguay y su líder Diego Forlán.Sospechábamos entonces de las intenciones reales de los K al obligar a los contendientes a aceptar alianzas rubricadas 60 días antes por las autoridades de cada partido; en el caso del PJ, el Consejo que encabeza el propio Kirchner.En los últimos días, el Peronismo Federal decidía su estrategia: dejar solo a Néstor en la disputa por la candidatura del Partido Justicialista. Es, sin dudas, una jugada estratégica similar a la del 86 con la renovación peronista de Cafiero. Duhalde, Reutemann, Solá, De Narváez, Rodríguez Sáa y quizá Mario Das Neves, enfrentarán el desafío de “ir por afuera” de la estructura partidaria. Están convencidos que el Movimiento, como posicionaba Perón, estará por encima del Partido. El anuncio no tardará en llegar, con lo que la confusión en las filas kirchneristas ya no se contabilizarán por batallas legislativas ganadas y perdidas sino por los posicionamientos que adopten quienes están pensando en la conveniencia política de alejarse cada vez más de los habitantes de Olivos.En el campamento radical parece ser más clara la situación: Ricardo Alfonsin- Lilita Carrió, en un polo; enfrente, Julio Cobos, y oscilando por ahora Gerardo Morales y Ernesto Sanz.Aunque con seguridad no quiso trazar semejanzas con sus colegas del peronismo disidente, Lilita Carrió lanzó un discurso muy parecido tras reunirse con Alfonsin: “hoy ninguno de los dos somos candidatos porque es imprescindible preservar la unidad en el Parlamento ya que la Cámara de Diputados es donde está construyendo la gobernabilidad”. Conceptos similares para un objetivo común. No son iguales ni están cerca, pero los objetivos se identifican entre sí puesto que, en una versión libre de las declaraciones, no cabe duda de que existe un acuerdo en ciernes: el de fijar ciertas políticas de Estado comunes y respetuosas de cada identidad. Que así sea.
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