*Guillermo Nahum
revistapuerto.com.ar
Tettamanti, polifacético empresario, además Secretario de la Producción de Mar del Plata, representante bonaerense ante el CFP y presidente de ABIN, explota desde hace 8 años el Espigón 7 del puerto marplatense y sus espejos de agua a cambio de inversiones que nunca realizó y que deberá pagar el Estado Nacional.
Para contar esta historia es necesario remontarse hasta diciembre de 2001, cuando el país estaba a punto de su peor estallido social y Horacio Tettamanti ni soñaba con ser kirchnerista y sciolista, como lo es actualmente. Por aquellos años, el conspicuo empresario naval todavía no había dado su primer paso conocido dentro del mundo de la política, que consistió en organizar un acto en apoyo a la candidatura presidencial del puntano Adolfo Rodríguez Sáa, en las instalaciones de su propio astillero enclavado en el corazón del puerto marplatense.Horacio Tettamanti era por entonces, finales de 2001, sólo un pujante, creativo y emprendedor ingeniero naval a la espera de la aprobación de uno de sus más exitosos proyectos: apropiarse del Espigón Nº 7 del puerto marplatense para realizar tarea relacionadas con su actividad profesional.En ese contexto, el Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata, en su 51ª reunión celebrada el 4 de diciembre de 2001, trata y aprueba un permiso precario y oneroso a favor de la empresa Terrena S.A. (propiedad de Tettamanti) mediante el cual le concede el uso de los 2634 metros cuadrados que componen el Espigón Nº 7, para reparación, mantenimiento y alistamiento de buques. Y a cambio, la empresa en cuestión se comprometió a realizar allí una “importante” inversión de 1.750.000 pesos (recordar que eran tiempos de un peso, un dólar) en mejoras, nuevas instalaciones en el sector y la remoción de los buques “Latar II” y “Kronomether”, abandonados y semihundidos en cercanías del mencionado espigón.A cambio de las obras prometidas, el Consorcio se comprometió a beneficiar a la empresa de Tettamanti mediante la excepción del pago del correspondiente canon por el término de diez años, “siempre y cuando las obras se ejecuten en los plazos establecidos en el plan de obras”. Por otra parte, la concesión de dicho espigón no implicaba la exclusividad de Terrena S.A. para trabajar en él. En la 76ª reunión del Consorcio Portuario, el Directorio tomó conocimiento acerca de que la Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires había dictaminado favorablemente y de esa manera se viabilizaba la pretensión de Tettamanti en los términos antes especificados, es decir: Tettamanti usaría gratuitamente, sin exclusividad y por 10 años los 2634 metros cuadrados del Espigón 7 para reparaciones, mantenimiento y alistamiento de buques y, como contraprestación, debía realizar una inversión de 1.750.000 pesos que incluía “proceder al desguace y disposición final de los buques Latar II y Kronomether”.Pero como sucede casi siempre en estos casos, en los que la política se mezcla con los negocios, el ingeniero Horacio Tettamanti se abstuvo de realizar las obras a las que se comprometió, ejerció sin embargo el beneficio de no abonar el canon correspondiente durante todos estos años, no cumplió con el retiro y desguace de los buques Latar II y Kronomether y se apropió del Espigón 7 para su beneficio exclusivo, tal lo certifica un informe del Jefe de Inspectores y Muelle fechado el 10 de noviembre de 2008 en el que se puede leer: “En este caso (espigón 7) es de hacer notar que el permisionario unilateralmente dispone de la utilización de todo el espigón”. Toda una radiografía, una carta de presentación que nos muestra a las claras quién es el Secretario de la Producción de la ciudad de Mar del Plata a la vez que representante de Buenos Aires en el Consejo Federal Pesquero y presidente de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval. Este informe lleva en su final la firma del propio presidente del Consorcio marplatense, Eduardo Tomás Pezzati.En el mismo orden de cosas, se conoció durante la última semana el llamado a licitación por parte del Ministerio de Infraestructura de la Nación, a través de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, para la remoción de los cascos hundidos de los buques “Mapuche”, “Tehuelche” y, ¡sorpresa! “Kronomether”. Los dos primeros costarán al Estado nacional la friolera de 5.735.098 pesos cada uno, friolera menor si la comparamos con lo que costará la remoción del Kronomether: 10.821.105 pesos. Es decir, respetados lectores, que ustedes, nosotros, nuestros jubilados y cada uno de los más de quince millones de pobres que habitan este país, pagaremos con nuestros impuestos casi 11 millones de pesos para realizar un trabajo que debió realizar Tettamanti y no lo hizo, obra enmarcada dentro de un proyecto que le permitió enriquecerse notoriamente durante los últimos años gracias a concesiones estatales y a sus onerosos incumplimientos.Horacio Tettamanti tiene varios aliados o cómplices en esta historia. Por caso, el presidente del Consorcio Portuario marplatense Eduardo Pezzati, quien al igual que el ingeniero es funcionario oficialista. Responden ambos al Intendente Gustavo Pulti: Pezzati como primer concejal de Unión Marplatense y Tettamanti como Secretario de la Producción. Además, la autoridad política más influyente de ese puerto es, lógicamente, el Gobernador Daniel Scioli: triste mancha en la rica historia de esta provincia de la cual Horacio Tettamanti también es funcionario en su rol de Consejero del Consejo Federal Pesquero. Por otra parte, es vox populi dentro del sector pesquero y naval la concordancia que tendría el propio Tettamanti con el cajero principal del kirchnerismo, el Ministro Julio De Vido. Y a nadie sorprende la fluida relación que mantiene el polifuncional Tettamanti con la Presidente Cristina Fernández y su esposo, el diputado Néstor Kirchner.Desde esta redacción hemos intentado infructuosamente comunicarnos con las distintas autoridades del Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata. El señor Guillermo Soldini, integrante del Directorio en representación de la Asociación de Embarcaciones Costeras, tenía el contestador en su celular y tampoco contestó nuestro mensaje de texto. El celular de Manuel Montión, uno de los gerentes del puerto, decía no estar habilitado para recibir llamadas. Sí nos atendió Walter Sivina, Gerente General del puerto, quien se excusó diciendo “Noooo, yo en ese tema no me meto, llamalo a Pezzati”. Llamamos al celular de Pezzati dos veces, sin respuesta; también le dejamos un mensaje en su móvil que no tuvo la amabilidad de responder. Inmediatamente tuvimos la lúcida percepción de que no nos querían atender y finalmente desistimos.Así las cosas y aún ante la evidencia de los hechos, da la sensación de que acabo de escribir –y usted termina de leer– otra nota más de las tantas a las que nos hemos acostumbrado en estos últimos años, en la que se torna irrefutable el hecho de que estamos ante el uso que determinados personajes hacen de la actividad política y del ejercicio de la función pública, con el claro objetivo de generar negocios privados y enriquecerse obscenamente, ante la pasividad de una ciudadanía condenada a observar impávida como la esquilman.
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