domingo, 29 de agosto de 2010

LABILIDAD MORAL

* José Luis Jacobo
www.noticiasyprotagonistas.com


Apareció en escena Horacio Tettamanti, ingeniero, empresario, funcionario de la administración comunal, concesionario de espacios públicos en el puerto de Mar del Plata. No ha sido una aparición más, sino que viene de la mano de una investigación de la revista Puerto, que lo coloca en la incómoda posición del que hace todo lo contrario de lo que dice.Tettamanti se hizo conocido entre nosotros por sus apariciones en los medios cuando denunciaba actos de corrupción en la Gobernación de Chubut, durante el mandato de Carlos Maestro, y en relación a la administración de puertos en el Gobierno de la Alianza (De la Rúa/Álvarez). Hoy, funcionario influyente en la gestión GAP, se lo ve en fecha reciente caminando junto a Florencio Aldrey Iglesias por el GHP junto al canciller Timmerman.
Tan influyente se debe sentir que ha empujado la situación contractual que lo vincula como concesionario al consorcio portuario hasta el punto de no cumplir con lo firmado en relación al otorgamiento del muelle 7 del puerto a cambio de hacerse cargo del despeje de la rada de dos barcos hundidos, el “Latar II” y el “Kronomether”. Por el despeje de ambos debía pagarse la suma de un millón setecientos cincuenta mil pesos/dólares (en épocas de la convertibilidad), quedando de esta manera satisfecho el uso del espacio público por el tiempo de una década. Horacio Tettamanti es de hecho un hombre activo y audaz, de esos que ven en las crisis, oportunidades. La crisis del régimen soviético lo alentó a buscar negocios en Moscú; por algunos miles de rublos híper devaluados se hizo de un astillero flotante, que ancló en Mar del Plata y transformó en la base operativa de Servicio Portuarios Integrales (SPI), su nave insignia en los negocios. El espigón 7 fue concedido a la empresa Terrena SA, todo indica que también propiedad del ingeniero que solía criticar a Florencio Aldrey Iglesias por favorecer a otro candidato, el actual intendente, y agradecía a los medios independientes que le brindaban espacio para expresarse. Terrena jamás cumplió con el acuerdo de entrega del espigón 7, no pagó canon alguno, ocupó todo el espacio disponible cuando la concesión no tenía carácter exclusivo, y fundamentalmente eludió cumplir con la parte más pertinente del contrato, porque jamás realizó las tareas para quitar los buques hundidos. Ahora, para colmo de males se anuncia que las tareas de extracción del “Kronomether” estarán a cargo del Estado, en un paquete que incluye a los buques hundidos “Mapuche” y “Tehuelche”, para lo cual deberán disponerse de algo así como dieciséis millones de pesos que salen de los recursos públicos. La situación importa ya de por sí un escándalo. Es obvio que semejante situación no puede darse sin compañeros de ruta que consensúen o acepten esta situación irregular y potencialmente punible. En el artículo de la revista Puerto se cita a un funcionario con cargo de jefe de inspectores y muelle que señala: “en este caso (espigón 7) se hace notar que el permisionario utiliza todo el espacio disponible contrariando la resolución que indica falta de exclusividad”. Una transgresión no menor. Es un dato de la realidad los cruces de este Gobierno, en el cual quienes ocupan cargos comunales y provinciales a la vez son parte de la estructura de poder que circula en la ciudad, lo que provoca apropiarse cuestionablemente de los recursos públicos en su propio beneficio. En la ciudad que no hay dinero para mantener con decoro las casas de acogida a niños huérfanos o cuyos padres trabajan si poder soportar con su propio peculio una guardería; en la ciudad en que no se condonan deudas de familias desposeídas, se está implantando una mafia que exhibe una conducta espuria, mendaz y oportunista. Se trata de sujetos de absoluta labilidad moral que discursean de izquierda y se llenan el bolsillo a más no poder. Lo que ya no extraña a nadie.

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