miércoles, 1 de septiembre de 2010

"NO CREO QUE HAYA HABIDO UN FUNCIONARIO MAS APEGADO A SU TRABAJO"

*Maria Jose Garufi
http://www.diarioelatlantico.com/


El ex secretario de Cultura Municipal, Nino Ramella, amigo de toda la vida y responsable de la llegada de Willy Wullich como director al Colón, lo recordó entre lágrimas y sonrisas. Willy y Nino se conocieron en El Atlántico en 1978
“Supongo que a partir de ahora, él que hablaba siempre de los duendes del teatro, habitará también este espacio, los liderará y cada vez que entremos a esta sala lo recordaremos”. Hay quienes recuerdan a un ser querido con silencio y lágrimas. Otros acompañan (o mitigan) el dolor con palabras y recuerdos tiernos, risueños. Este es el caso de Nino Ramella, su gran amigo de la vida, el responsable de que Willy Wullich llegara a la que se convirtió en su ciudad definitiva y en su casa.
“Fuera del impacto que produce, sobre todo para quienes tenemos un vínculo de afecto desde hace muchos años con Willy, si pudiéramos sobreponernos al dolor que significa siempre una despedida, me parece que se cierra una vida, como un gesto, donde vino a una ciudad ajena pero que al final le correspondió su amor”, dijo a modo de balance el ex secretario de Cultura municipal en tiempos de Elio Aprile, con los ojos débiles y llenos de lágrimas pero con el espíritu fuerte por la alegría que le brindarán por siempre los recuerdos junto a su hermano de la vida.
“Vino a hacer una tarea con todo el corazón y siendo una persona de afuera, que haya logrado en 12 años convertirse en un hito, un referente ineludible de la cultura de una ciudad que en algunos casos es ingrata, me hace sentir muy orgulloso”, agregó.
Willy y Nino se conocieron precisamente en El Atlántico, al cual un 2 de abril del ´78 Ramella ingresó para hacer sus “primero pininos” en el periodismo: “Ese año lo conocí, cuando él fatigaba redacciones promoviendo el “Bululú” de José María Vilches y desde ese momento fuimos amigos”. La amistad creció junto con ellos y cuando el periodista devino en funcionario público, allá por el ´96 llamó a su amigo a Buenos Aires y lo puso al frente del Teatro Colón marplatense, ese mismo al que Willy había asistido innumerable cantidad de veces como productor y promotor de muchos espectáculos.
“Y vino Willy”, recordó Nino, con un tono risueño: “Él pertenecía al mundo de la bohemia, el teatro, a la cosa romántica, poética, reveldona…y de pronto devino en funcionario. Ese pase de la vida real a la burocracia estatal no es para cualquiera. Y nos reíamos mucho porque tropezaba con esa cosa kafkaiana del Estado. Pero enseguida se adaptó y se ganó un lugar en el corazón de la gente”.
Entre risas, Ramella contó que su vínculo “era muy ácido, siempre fuimos muy irónicos. Era ese vínculo que se puede dar sólo entre dos personas con un gran conocimiento uno del otro y donde reina el sobreentendido que es la forma más profunda de relación”. Por eso, “siempre lo hostigaba con esos discursos que hacía previos a cada espectáculo y le decía no entiendo como la gente te aplaude si no te entendés ni vos mismo”.
Precisamente esa broma deja en claro la palabra que mejor define a Willy y su labor: pasión. “Hacía esto porque le fascinaba, porque no había día del año que no estuviera acá adentro. Iba a Buenos Aires sólo el día de Noche Buena y porque lo amenazábamos con que no dejara a su mamá y hermanos solos. Pero a la mañana de Navidad se estaba tomando el colectivo de nuevo. Y yo venía los fines de semana a verlo y quería invitarlo a almorzar pero siempre me decía que no porque había que hacer esto o aquello. No creo que haya habido un funcionario más apegado a su trabajo, a su cosa vocacional”.
Duele pensar en cuál puede ser un buen momento para la partida de un gran amigo. Sin embargo, analizándolo con un poco de frialdad Ramella cree que este ha sido el ideal: “Se fue de la manera que cualquiera quisiera comprar la muerte, en el lugar al que iba siempre, habiendo dejando un legado que la ciudad entera le reconoció días atrás”.
Por eso, “lo mejor que podemos hacer es proseguir con esta línea del teatro” aseguró el funcionario y para darle fundamento a sus palabras recordó que esta sala “hacía no muchos años exhibía películas condicionadas y hoy se convirtió en un referente ineludible de la identidad cultural marplatense”.
“Hay muchas clases de funcionarios pero puedo destacar principalmente dos: aquellas personas que quieren prestigio por el cargo que ocupan y los que, al revés, confieren su propio prestigio y talento al cargo. Creo que Willy es de estos últimos. Hizo de este lugar algo que será difícil de emular. A partir de ahora lo ideal sería mantener el teatro en una línea, que sea un referente de la identidad cultural de Mar del Plata”, concluyó.

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