Por Eduardo Anguita
El diálogo entablado con las representaciones sectoriales más las políticas de sostén de producciones regionales tienen un punto de inflexión con la manifiesta simpatía que cosecha la presidenta en las localidades agrícolas cada vez que viaja.
Elisa Carrió, otrora jineta de la embestida sojera contra el gobierno, decidió darle partida de defunción al Grupo A. Con miras a convertirse en la única opositora acérrima, la diputada denunció “un nuevo Pacto de Olivos” entre radicales y peronistas destinado a algo tan indigno como contrario a la Nación: debatir de nuevo el Presupuesto 2011 en el recinto. El abandono de Carrió de ese espacio se suma a las fisuras de varios espacios opositores y que darán por finalizado –antes de cumplir un año– el llamado Grupo A, que permitió a un conjunto de bloques opositores el control de las diversas comisiones de la Cámara Baja. El 3 de diciembre del año pasado, radicales, macristas, seguidores de Duhalde y otros peronistas opositores, aliados con Carrió amenazaron ser lo que Clarín llama, sin distinción alguna, “la oposición”. Estos días, el diario de Héctor Magnetto, dispuesto a dar una batalla en la que no tiene seguidores firmes, habla del “escándalo” en el tratamiento del Presupuesto la semana pasada. Es cierto que, en su surgimiento, el Grupo A agrupaba a 144 diputados de un total de 268 que tiene la Cámara Baja. Magnetto y sus aliados intentaron crear un vacío al gobierno, que empezó con el Plan Redrado y terminó con el tratamiento del 82% móvil. Sin embargo, en este año, no mostraron ningún logro cierto para el país y sus habitantes. El último papelón que le quedaría a ese rejunte es evitar el tratamiento de la “ley de leyes” y obligar al Ejecutivo a prorrogar el Presupuesto 2010. Nada indica que ese recurso sea necesario. El Frente para la Victoria, conducido por Agustín Rossi, está trabajando para lograr que mañana, en una sesión especial, se le de media sanción al tema. Los aliados no tienen que ver con presiones o maniobras de corrupción, sino con acuerdos de fondo, que en muchos casos se deben a políticas sectoriales de fondo del Ejecutivo. Muchos recuerdan aquella foto en la que Rossi se abrazó con Eduardo Buzzi, cuando el tema retenciones –con modificaciones– pasó con media sanción al Senado. Varios de los aportes habían creado un vínculo entre oficialistas y dirigentes de la Federación Agraria. Ahora Buzzi es presionado por Clarín para ser la bestia negra vendida al oficialismo cuando, en realidad, fue uno de los interlocutores válidos para concretar muchas medidas que favorecen al agro.
OTRO CAMPO. Los productores arroceros de Entre Ríos ganaron un mercado importantísimo en el Reino Unido . Desplazaron, nada menos, que a los más competitivos del planeta: los arroceros vietnamitas. Para la Federación Agraria de esa provincia, los arroceros son un factor importante. Y están bien tanto con el gobernador Sergio Urribarri como con el ministro de Agricultura de la Nación, Julián Domínguez. ¿Alguien leyó, últimamente, algún ataque de Alfredo De Angeli contra el gobierno en la prensa canalla? Por el contrario, el dirigente de la FAA entrerriana que otrora fuera un puntal de la guerra de las patronales camperas fue virando sus posturas a medida que las políticas sectoriales en el agro fueron dando resultados positivos para los productores. Algo similar sucedió con Eduardo Buzzi, ahora demonizado por Clarín y La Nación que antes lo tomaban como un enemigo extremo del kirchnerismo. Los productores trigueros de Santa Fe tuvieron una excelente cosecha y los precios internacionales les permiten ganancias generosas. El acercamiento de Buzzi al gobierno no es ningún secreto y se debe, precisamente, a la interlocución del equipo del ministro Domínguez con las entidades rurales. Especialmente con la Federación Agraria, donde conviven la renta extraordinaria de la soja con un sinnúmero de producciones regionales que recuperan mercados, generan puestos de trabajo y también invierten en equipos y tecnologías. Todo lo que pueden hacer los grandes medios es horrorizarse por un supuesto llamado de Buzzi a la legisladora cordobesa del Peronismo Federal Estela Garnero, quien se ausentó de la sesión de Diputados cuando se trataba el Presupuesto el miércoles pasado ¡tras recibir un llamado telefónico de Buzzi! Garnero fue presidenta de la filial Río Cuarto de la FAA e ingresó al Parlamento por el Partido Justicialista de Córdoba en el segundo lugar de la lista de candidatos, a partir de un pedido formal que le hizo el gobernador Juan Schiaretti. Es sabido: la primera aparición pública de Cristina Fernández de Kirchner tras la muerte de su marido fue en Córdoba, donde tanto Schiaretti como el ex gobernador José Manuel de la Sota se mostraron con la presidenta. En la política de esa provincia, la producción agrícola pesa decisivamente en la política.
Algo similar está pasando en Santa Fe. Al alejamiento de Carlos Reutemann del peronismo disidente se suma el viraje de Buzzi. Se trata de dos representantes directos de los productores –y también de los rentistas sojeros, hay que decirlo– de esa provincia. Quien tampoco quiere confrontar de modo frontal con el gobierno nacional es el gobernador Hermes Binner, más partidario de votar con el oficialismo que el senador y presidente del Partido Socialista Rubén Giustiniani. Este último sugirió a los diputados de su bloque ir contra la postura oficial, encabezados por la santafecina Mónica Fein. La realidad santafecina es muy compleja y las divergencias entre los opositores vienen de la mano de la recuperación del kirchnerismo. En esa recuperación pesa mucho, no sólo el viento de cola de las exportaciones agrícolas, sino del accionar del nuevo Ministerio de Agricultura en el orden nacional.
CHINA. El ministro de Agricultura de China Han Chanfu estuvo cinco días en la Argentina. Pasó casi desapercibido para Clarín y La Nación quienes a principios de año crearon el brulote de que la suspensión del viaje a aquel país era una de las peores decisiones del gobierno en materia de política internacional. Advertían, además, que con los chinos no se podía suspender una visita, que era un desaire incompatible con la filosofía oriental. Desconociendo que los chinos son los mejores y más antiguos comerciantes del planeta, después se quedaron con la suspensión de la compra de aceite de soja por parte de China. Pero, al poco tiempo, se esfumaron los dos escándalos. La presidenta fue a China y al tiempo se retomaron las ventas de aceite de soja al coloso oriental. La visita del ministro Chanfu obedece a que los pronósticos de la FAO (siglas en inglés de la Organización de la Agricultura y la Alimentación) son que en 20 o 30 años, Brasil y la Argentina concentrarán una parte sustantiva de la provisión mundial de soja y girasol, pero también de trigo, maíz, arroz y una cantidad de otras producciones agrícolas generadoras de saldos exportables decisivos para solventar un desarrollo diversificado de las economías de estos países.
EL PAPEL DE LA POLÍTICA. Estos comentarios no pretenden desestimar los análisis de especialistas en temas agropecuarios. La compleja trama de las multinacionales alimentarias, la persistencia de los latifundios en la Argentina, la persistencia de la economía sojera y la demanda creciente de productos primarios no representan un escenario sencillo para un gobierno que batalla por una mejor distribución de la riqueza. La mejor prueba de ese batallar fue el costo que pagó por mantener las retenciones, pese al embate de la Mesa de Enlace en 2008. Un embate que tuvo una importante base social, tanto en el campo como en las clases medias urbanas. El diálogo entablado desde entonces con las representaciones sectoriales más las políticas de sostén de producciones regionales y de economías familiares tienen un punto de inflexión con la manifiesta simpatía que cosecha la presidenta en las localidades agrícolas cada vez que viaja. De lo que se trata, en definitiva, es de mantener la coherencia. Así, la AFIP denunció las maniobras de las corporaciones que triangulan para evadir impuestos y el Ministerio de Trabajo redobló los esfuerzos para combatir el trabajo rural en negro. Es mucho más lo que puede hacerse en esta dirección. Pero no hay que olvidar que la vez que la presidenta quiso avanzar a fondo se encontró con una oposición con ribetes golpistas, tras la cual estaba el complejo mediático que logró, sin dudas, convertirse en vocero y promotor de la revuelta. Hoy, a ese complejo mediático, parece que le excita denunciar a Buzzi como un traidor. Vueltas de la política en tiempos que cambian y no son tan coléricos como los describen Clarín y La Nación.
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