Por Juan Lagares
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Con goles de Rodrigo López, le ganó 2-0 a Arsenal. Sintió la presión y recién a los 28 minutos del segundo tiempo alcanzó la diferencia para evitar el desempate. Llegó así a su quinto título local en la era profesional.
Estudiantes es el campeón del fútbol argentino. El ganador del Apertura. Un justo campeón, aunque Vélez tuvo un juego más vistoso y con mayor poder de fuego. Pero Estudiantes es el campeón de la pelota parada, de la táctica, de la presión, del coraje, de la fuerza y del oportunismo. Jugó mal el Pincha ante Arsenal, pero tras un córner Rodrigo López puso la cabeza, Gastón Fernández incomodó a Campestrini y llegó el ansiado 1-0 que le daba el título al equipo de Alejandro Sabella. Sobre el final, otro centro, otro cabezazo de López y el 2-0 que aseguró el campeonato. No le sobró nada al León, pero lo festejó con todo.
Fórmula conocida. Apuesta segura por un sueño de campeón. En Quilmes, Sabella sabía que no tenía margen para improvisar. Los regresos de Juan Sebastián Verón y Enzo Pérez le solucionaron varios problemas al técnico de Estudiantes. Un triunfo sobre Arsenal, en Quilmes, lo convertía en el ganador del Apertura.
Y así salió el Pincha al césped, con todos sus jugadores y con la necesidad de convertir un gol para no depender del resultado de Vélez, que visitaba a Racing. Fue 4-1-4-1, con Mercado, Federico Fernández, Desábato y Ré en la sólida línea de fondo. Verón y Benítez en el medio, con Braña unos pasitos más atrás. Rojo por izquierda y Enzo Pérez por derecha, más la Gata Fernández arriba.
Fue dueño de la pelota y del terreno Estudiantes en la primera mitad del primer tiempo. Presionó arriba, recuperó la pelota en campo rival y la manejó con criterio, aunque sin profundidad. Arsenal, mañoso, le cerraba los caminos –previsibles-. Gustavo Alfaro, técnico del Arse, armó un piquete en el medio con Adrián González, Jorge Ortiz, Marcone y Mosca. Infranqueables, con el apoyo de los centrales Pablo Aguilar y Lisandro López, que neutralizaron a Gastón Fernández.
Entonces, el Pincha apostó a la pelota parada como único recurso. La Gata cabeceó al gol a los 8, pero le cobraron off side –dejó dudas-. Después Enzo Pérez capturó un rebote y le rompió las manos a Campestrini que aguantó bien el impacto y se quedó con la pelota. De a poco, Arsenal comenzó a adelantarse en el campo y a aprovechar el nerviosismo de su rival. Desde Avellaneda llegaba la noticia: gol del Burrito Martínez. El Pincha tenía que marcar un gol o jugar un desempate.
Desde el gol en el Cilindro hasta el cierre del primer tiempo en Quilmes, Estudiantes la pasó mal. Mosca lo tuvo con un remate desde afuera, pero lo tapó Orion. Obolo obligó siempre y Adrián González paralizó al estadio con un tiro libre que al final dio en la barrera. La más clara, sin embargo, la tuvo el local, a los 24, un centro de Verón y un anticipo perfecto de Gastón Fernández en el primer palo. Pero el cabezazo se fue desviado.
En el vestuario, ese gol de Martínez se hizo realidad en los oídos de los jugadores del Pincha. Había que hacer un gol o jugar un desempate. Pero además de Arsenal, había otro rival que parecía invulnerable: Cristian Campestrini. El arquero les sacó el gol a Enzo Pérez a los 6, a la Gata a los 18, y a Fede Fernández a los 20. Encima Verón tuvo que salir lesionado y Estudiantes perdió a su emblema, su alma. En su lugar ingresó Hernán Rodrigo López, ese goleador que brilló en Vélez y que estuvo más tiempo recuperándose de lesiones que en la cancha.
Otro gol en Avellaneda, Moralez, de tiro libre. Ya no quedaban uñas para morder. Había que anotar un gol, no quedaba otra. No lo buscó Estudiantes con un fútbol prolijo, ni lujoso. Lo buscó, fiel a su historia, con más fuerza, con empuje; con pelotas paradas. Envió un centro el Chino Benítez, que terminó en un córner. El zurdo metió un pique y se cruzó toda la cancha para ejecutar el tiro de esquina: toda una señal, la importancia de un córner. Y llegó un nuevo centro, y López ganó de arriba, y la Gata incomodó a Campestrini y el resto es historia. Gol y Estudiantes se aseguraba el título.
Todavía quedaban 15, pero sobre el cierre, otra vez Benítez fue preciso con un centro y el uruguayo López cabeceó bombeado, al segundo palo, lejos de Campestrini. El 2-0 desató el festejo en las tribunas, la confirmación: el título del Apertura se fue para La Plata.
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