Testimonio del padre Francisco Olveira, ex enfermero profesional del hospital Piñero. El cura, hoy al frente de la parroquia de la Isla Maciel, evaluó indignado el “paro por seguridad” en los centros de salud porteños. Evaluó la medida de fuerza como una “devolución de favores”. Y concluyó: “Es hacerle el aguante a Macri.”
Dice el padre Francisco Olveira, desde la Isla Maciel: “Después de más de cinco años, el pasado 18 de marzo renuncié a mi trabajo de enfermero profesional en el Hospital Piñero, puesto que era para toda la vida. Una de las principales razones que me llevaron a tomar la decisión fue el continuo maltrato al que veía sometidos a los pacientes, la gran mayoría de ellos pobres y extranjeros, bolivianos, peruanos, paraguayos... Por eso me indigna tanto este paro por ‘seguridad’.”
El conflicto por la custodia de los hospitales y centros de salud porteños agregó al menú de discusiones mediáticas el del rol de las policías Federal y Metropolitana en la Ciudad. Y, ahora, pone también sobre la mesa el real funcionamiento del sistema de salud bajo el comando de la gestión de Mauricio Macri.
Olveira llegó del sur de España hace más de dos décadas. Desde entonces, llevó su vocación a La Matanza y cortó rutas con los piqueteros de la Corriente Clasista y Combativa. Celebró misas en Merlo y en Moreno. Y desde hace cinco años vive y da testimonio de su fe en la parroquia de la Isla Maciel. Olveira se define como un cura obrero, heredero del movimiento de sacerdotes del Tercer Mundo, y es por eso que también trabaja por un salario.
Entre 2006 y 2011, Olveira ejerció de enfermero, primero en un centro de salud, el número 20, en la villa del Bajo Flores. Un trabajo que, por cuestiones de horario, en los últimos dos años lo llevó al Hospital Piñero. El mismo hospital desde donde surgió, el último viernes, una convocatoria a un paro de médicos para reclamar presencia policial. El reclamo, y más todavía el momento elegido para hacerlo, enojó bastante a Olveira.
“El causante de la inseguridad en un 95% es un sistema perverso que expulsa a los pobres de la atención de su salud; un sistema que ve en el paciente alguien que viene a molestar y no alguien que no sólo tiene derecho a la salud sino que tiene derecho a exigir salud y trato digno”, explica el cura en diálogo con Tiempo Argentino.
Y no tiene miedo en ir más allá: “Hagan la prueba: vayan un día de semana al estacionamiento del hospital donde sólo pueden entrar autos de los trabajadores (personal de salud en su mayoría). A las 7:00 podrá estacionar donde quiera, a las 8:30 empezará a ir llenándose, tipo 9:00 casi lleno, 9:30 lleno; no desespere, desde las 11:30 el estacionamiento comienza a vaciarse, a las 13:00 estacione donde quiera nuevamente. ¿Cuánto trabaja un médico?, haga usted la cuenta. Que no son todos, seguro; que son muchos, se lo aseguro yo, que los he visto llegar a las 9:00 e irse a las 11:30 con toda impunidad a su otro trabajo privado, día tras día.”
Olveira cumplía horario: de 7:00 a 14:00. Y no tardó nada en notar las diferencias entre el Hospital Piñero y el centro de salud del Bajo Flores. “Al principio, cuando estaba en la villa del Bajo Flores, fue muy lindo. Hay una visión distinta de un centro de salud. Ahí no hace falta la policía, está por ley, pero en realidad no cumplía ninguna misión. Porque cuando el centro trabaja con el barrio y con la gente y es reconocido como un lugar que incluye y es amigable todos lo respetan.
En el Piñero se trabaja con un estereotipo de la gente pobre: que son violentos. Y esto se reproduce en el hospital, que atiende a gente muy pobre, a veces doblemente pobre, porque son pobres extranjeros, a veces sin documentos. Se siente eso de ‘¿y por qué este no se va a atender a su país?’, asegura.
Para Olveira, la gente se harta porque no consigue turnos, por los tiempos de espera, y porque operar es una misión imposible. “Por eso vuelvo a decir que el 95% de la inseguridad la crean los mismos que ahora se rasgan las vestiduras. Esto no es un paro, esto es devolución de favores, esto es hacerle el aguante a Macri, que ya no puede sostenerse más que con gente corrupta e ineficiente como él”, se encabrona, cada vez más, Olveira, de 46 años, malagueño de nacimiento, pero con documento nacional de identidad.
E insiste: “No digo que no haga falta algún tipo de seguridad en un hospital, pero sí digo que lo que hace falta es recuperar el hospital público, y que el trabajador público se llame médico o enfermero o kinesiólogo o radiólogo, se acuerde de quién le paga el sueldo. Por eso no sólo yo sino muchos trabajadores de salud, aunque no se quiera visibilizar sus voces por los medios dominantes, están en contra de este paro del cual no fueron consultados, y asqueados por este tipo de conducción sindical que sólo busca mantener privilegios y no el bien de la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario