martes, 31 de mayo de 2011

EL 25 DE MAYO DE 1810 FUE UNA FABULA ESCOLAR; EL VERDADERO TIENE 8 AÑOS

Escribe Eduardo Cao
para El Retrato de Hoy


El intento se reitera hasta el hartazgo. En realidad, la pertinaz idea de cambiar la historia de los argentinos según el prisma de los poderosos de turno, y a su gusto y placer, es una práctica tan repetida como deplorable. Y siempre la aceptamos, especialistas como somos por estas tierras en ofrendarles periódicamente collares de margaritas a quienes, después de todo y según el refrán, no tienen el monopolio de la culpa.
Esos que “les dan de comer” son, sin dudas, los responsables reales de mantener las causas de una inercia social aparentemente basada en el “dejar hacer, dejar pasar” del John Locke, pero con raíces más profundas: desidia, ignorancia, incultura, egocentrismo y se multiplican los etcéteras.
Acabo de citar a Locke (1632/1704), a quien se considera el padre del liberalismo moderno, e intuyo las airadas reacciones alérgicas de quienes, abrazados a la supuesta filosofía neoliberal (?) en los denostados ´90, hoy defienden a capa, espada y pluma ideológica el otro extremo, el del supuesto progresismo declamado en el contradictorio “modelo” sui generis creado en la era K.
Más allá de reconversiones ideológicas dictadas más por necesidades que por evolución o involución del pensamiento filosófico, existe una práctica política a la que me he referido en innumerables oportunidades: el patético empeño de nuestros gobernantes en “refundar” la República, acomodando la historia del país a sus propios intereses.
Ahora ocurre que, para sorpresa de quienes alguna vez hemos analizado –con criterio personalísimo no despojado de ciertos preconceptos surgidos en nuestra propia educación- el devenir de un país ubérrimo pero siempre acosado por sus propias contradicciones, el verdadero hito de la Revolución de Mayo no cumplió 201 años, sino que es mucho, muchísimo, más joven: apenas 8 años. Resulta obvio entonces que no se ubicó en 1810, sino en 2003, año en que ese día, Néstor Kirchner daba el puntapié inicial del “modelo”, ya como presidente de la Nación.
Al menos, esta es la visión que, con su habitual y soberbia pose de maestra de absolutos ignorantes, nos  brindó Cristina Fernández de Kirchner hace unos días. Y como no había que necesidad de quedar bien con la Primera Junta de 1810 y sí con su declamado progresismo, utilizó unos segundos de su discurso para exaltar otro 25 de mayo, el de 1973, cuando asumía Héctor Cámpora. Pero fue una ráfaga, sólo eso: la verdadera emancipación fue 30 años después de la llegada del “tío” al gobierno y en nombre de Perón, el verdadero poseedor del poder.
Lo cierto en que CFK, blandiendo como bandera su viudez, usó una vez más la cadena oficial para “enseñarnos” la verdadera historia. En fin…
MOYANO, SERGIO Y LOS OTROS
  Mientras el camionero y mandamás de la CGT aplacaba las intenciones de ruptura con el Gobierno, surgía cuanto menos una polvareda en una de las principales “trincheras enemigas” internas del líder sindical: la organización Madres de Plaza de Mayo. Hebe de Bonafini, “soldado de Cristina” como ella misma se califica, echó a su brazo derecho, Sergio Schocklender. Supuestas irregularices en planes de viviendas emprendidos por las Madres y financiados por el ministerio de Planificación que dirige Julio De Vido (es decir, con dinero de todos los argentinos), se constituyeron en el detonante para la salida precipitada de Schocklender.
Un detalle post renuncia llama la atención y da lugar al asombro y la suspicacia: la única declaración periodística del obligado dimitente se conoció a través de un reportaje publicado por el diario “Clarín”, el enemigo acérrimo, hoy por hoy (vaya uno a saber lo que nos deparará el mañana) del gobierno K, de Bonafini y de Moyano. A los tres los une el espanto por el multimedios, y que Schocklender haya roto el silencio a través de sus páginas, es, al menos, llamativo.
Hugo Moyano, aún acuciado por el expediente judicial denominado como “la mafia de los medicamentos”, se frota las manos. Para él, rige  aquel refrán de “mal de muchos…”
En tanto, CFK y su equipo, ganados por la euforia que les vaticina el triunfo en octubre siempre y cuando “la Jefa” diga sí (todo indica que ya está inmersa en la campaña reeleccionista). Atesoran el holgado y anunciado triunfo de su incondicional Luis Beder Herrera, apoyado por Carlos Menem, nuevo cuadro K, y se esperanzan con la estrechez de la definición chubutense a favor del candidato de Mario Das Neves, Martín Buzzi. Están convencidos no sólo de cooptar a las fuerzas del nuevo gobernador, sino de llenar las urnas con votos para Cristina en octubre.
¿La oposición? Su hunde en su propio mar de contracciones y peleas internas, como ocurre con el radicalismo –para adentro y para afuera- y el socialismo, que rechaza a todo aquel (por ejemplo a Francisco De Narváez) que, por antecedentes, no haga flamear la bandera de la centro izquierda. La ambición de Ricardo Alfonsín es sumar al diputado ex Peronismo Federal para la provincia de Buenos Aires; la de Hermes Binner, triunfante en las internas santafesinas del PS, es que sus socios sean inmaculadamente progresistas.
Casi una quimera en un país demasiado acostumbrado a las “flores de un día son…” en el rubro de la política.
caoelretrato@live.com.ar

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