por Hugo E. Grimaldi (*)
Julio Grondona obliga a jugar a todos al juego del "Desconfío". Con toda su enroscada forma de ser a cuestas acaba de decir que es él quien no tiene ahora "interés en modificar nada", cuando hace unos días había señalado "íni loco! voy para atrás" con el magacampeonato de la discordia.
Ante una vuelta de campana tan impresionante para una persona que está acostumbrada a salirse siempre con la suya, hay que necesariamente preguntarse, sin comprar a rajatabla sus argumentos, sobre los motivos de alta política que ha tenido para desdecirse, después de haber estirado la cuerda con un proyecto que, según sus colaboradores, le fue impuesto por quien programa y paga la televisión, es decir su socio, el Estado.
A partir de esta confesión de parte, decir como dice la AFA que las interpretaciones que unen la política y el fútbol son "falaces, absurdas y temerarias" y derivadas de candidatos y de los medios no debería ser un obstáculo para tejer hipótesis.
Uno de los motivos de alta política podría estar enlazado con el triunfo de Mauricio Macri en la Ciudad y con el cambio de estrategia del gobierno nacional para mostrarse más contemplativo con los adversarios y con menor umbral de imposiciones.
Lo que quizás fue pensado como una cortina de humo para tapar otros temas sensibles salió tan mal que se le convirtió a los ideólogos del certamen de los 38 equipos en un humo denso y negro. Lo que se calibró muy mal fue el humor de los hinchas, quienes con emocionante dignidad no soportaron un cambio de reglas de juego tan descarado.
Pero como hinchas son votos y 90% de rechazo al socio del Estado implicaba, de mantenerse el adefesio, un indeseado corrimiento de voluntades en estos tiempos de elecciones, no se puede descartar como imposición "de arriba" el motivo electoral de la marcha atrás.
Salir del desaguisado del Fútbol con la Plata de Todos no es tampoco un mala decisión gubernamental para frenar la bronca de mucha gente, sobre todo cuando la asignación errónea de prioridades ha dejado cuatro muertos en Jujuy.
Tampoco es de buen augurio que se haya reavivado el curriculum de Grondona, en cuanto a tiempos de permanencia en su cargo y no sólo por la legitimidad de su llegada a la AFA, que podría ser cuestionada por los allegados más puristas del Gobierno, sino por los modos en que se mantuvo durante tantos años a favor de la discrecionalidad que le dio su chequera.
Grondona, quien no está acostumbrado a postrase ante nadie y que a esta altura de su vida pública ya no le puede temer a las marchas de "indignados" convocadas por las redes sociales, seguramente ha tenido que allanarse a un pedido de marcha atrás que no pudo rechazar.
Sin embargo, con su picardía habitual no ha dicho que abandona ciento por ciento el proyecto, sino que le pasa la pelota a los clubes, como si hasta ahora no hubiese sido siempre así, hasta el momento en que en cada tema él mismo pegó una vez más la vuelta y se salió con la suya.
Pero además, como no habló para nada de la plata vital de la televisión, perdón Don Julio, pero "desconfío".
(*): DyN.
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