miércoles, 31 de agosto de 2011

PIPO, COMO MESSI, UN CRACK

por Julio Melgarejo
para el Diario La Capital MDP


Pipo Mancera será para siempre el "dueño de los sábados por la tarde en la historia de la Televisión Argentina".
Ese personaje bajito, eléctrico, intuitivo y capaz de hacer cualquier cosa, irrumpió en miles de hogares argentinos al comenzar la década del '60 y prolongó su liderazgo absoluto (llegó a tener 80 puntos de rating) hasta más allá de los '70.
Adelantado en su tiempo, utilizó los detectores de mentiras y las cámaras ocultas en TV, pero no se quedó en la técnica avanzada que le permitió ser un auténtico visionario, sumó su capacidad camaleónica de aguantar sepultado bajo la tierra o el agua, llevó al altar a Palito Ortega y Evangelina "Jacinta Pichimauida" Salazar, acompañó los movimientos satánicos de Sandro y los de Fuego, entrevistó a los más grandes de la música del mundo y hasta descubrió que un "Cebollita" con carita traviesa, piernas flacas y poca comida en su estómago, se alimentaba con ser jugador de fútbol y lo decía con voz baja pero con el convencimiento de quienes se sienten seguros de sí mismos, aún en la pobreza de un barrio alejado de la luz eléctrica pero con la cercanía de una ilusión que puede con todo.
El pequeño entrevistado de 10 años era un tal Diego Armando Maradona.
En el año '96, luego de dejar LU9 Radio Mar del Plata, desembarqué en una radio nueva (FM.104.5) que no tenía ni nombre y apenas si técnicamente llegábamos a unos pocos kilómetros... pero con las mismas ilusiones y ganas del primer día "al aire" y acompañado por un grupo de entusiastas colegas nos propusimos invitar a Pipo Mancera a Mar del Plata y lo conseguimos.
Compartir ese día junto a él, sólo puede compararse a otros tan especiales e inolvidables como los que disfruté con Juan Carlos Saravia, Juan Carlos Mareco o Ulises Barrera.
Mancera se adelantó 40 ó 50 años a lo que sigue siendo éxito en la televisión.
Tenía talento, inteligencia, ganas, esfuerzo, sacrificio y capacidad de crear "de la nada" una historia divertida, humana, genial e incomparable.
Messi, Pistorius y el toro Ratón
Como Leo Messi.
El que juega en Barcelona. El que gana todo con Barcelona. El niño con problemas de crecimiento de Rosario que llegó a Barcelona para escribir una historia de personaje mundial que sigue expresando con pocas palabras lo que otros dicen con miles de gestos.
Messi sigue siendo un niño que juega en el Nou Camp con 100.000 personas como si fuera el potrero de su Rosario natal, corre detrás de la pelota cuando la pierde como si le fuera la vida en ello y se toma revancha de cada golpe -y son muchos haciendo goles y asistencias.
Ha ganado trofeos y copas, galardonado como el mejor del mundo, el máximo goleador, campeón de todo y con todo por ganar.
Como Oscar Pistorius.
Pistorius se ha ganado por méritos propios un hueco en la historia del atletismo al convertirse en el primer amputado que compite en unos mundiales junto a los atletas sin discapacidades físicas.
Y yo que a veces me quejo porque "me duele la cabeza"?
En ese mismo Mundial de Atletismo compitió Usaint Bolt. En realidad no compitió. Quedó eliminado por una salida en falso. Esta vez no fue necesario que "esperara a sus rivales con 'suficiencia' (¿soberbia?) a metros de la llegada".
Otro que se queda fuera de la competencia: Kadafi.
Al menos eso parece. Insisten que lo echan por los derechos humanos y sus atrocidades en el poder.
Juraría que algunos de los que lo condenan públicamente lo han invitado a su casa, han intercambiado regalos y se han fotografiados sonrientes con él.
Peligroso.
Como el Toro Ratón, que en España ha matado a tres personas en Fiestas Populares donde la gente se divierte corriendo detrás del toro -siguiendo las tradiciones y hasta muere debajo de él. La cotización de Ratón se ha triplicado y mientras muchos lo quieren bien lejos, algunos empresarios se frotan las manos con una futura corrida donde Ratón participe y quizás vuelva a matar.
Quien nunca se ha ido es Willy Wullich.
Se cumple un año de su fallecimiento y la Sala del Teatro Colón de Mar del Plata llevará su nombre.
Un justo reconocimiento para quien dejó su alma y su corazón en cada función, abriendo las puertas del teatro a los consagrados y a los desconocidos, arropados por la ilusión de subir al escenario y entregar lo mejor al público.
Como lo hizo Willy.
Otro crack.
Fuerte el aplauso, como diría Pipo
Hasta pronto

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