sábado, 17 de septiembre de 2011

MAR DEL PLATA, EL CALVARIO DE AMILCAR GONZALEZ EN EL 76 Y SU NIETO VALENTIN

Por José Luis Ponsico (*)


El subcomisario Manuel Asad era el segundo "hombre fuerte" de la Seccional Cuarta de Policía, en marzo del ´76. Estaba debajo del comisario Ernesto Orozco que terminó procesado por los 85 detenidos desde el 24/3.
Todos clandestinos. La Seccional que quedó virtualmente bajo la órbita del Ejército. Entre marzo y junio del ´76.
Lo que sigue puede ser extraído hasta de un filme. Algo de ficción. Pero ocurrió. En las audiencias del 13/9 en el Tribunal Oral de la Cámara Federal, el martes pasado, se vivieron momentos de tensión. Jueces, camaristas y otros funcionarios tuvieron a represores de un lado y familiares de secuestrados y torturados, del otro.
Amílcar González fue arrojado en la madrugada del 26 de marzo. Lo dieron por muerto. Una "patota" de ocho hombres de civil que respondía al Ejército, comandada por Fernando Delgado -actualmente prófugo- lo secuestró
Periodista del diario "La Capital" y secretario general del Sindicato de Prensa, fundador del Peronismo de Base.
Durante la tarde del 25/3/76 en una audiencia que no cumpliría por cambio de autoridades los represores se lo llevaron del Ministerio de Trabajo Regional Mar del Plata con sede en la avenida Luro. Tres autos sin patentes y cortando el tránsito a las 15.30.
En la misma sede donde González, autodidacta, formado en dos carreras en la Universidad de La Plata, había logrado convenios laborales que aún perduran 35 años después en el gremio de Prensa, según Miguel Belza, otro
discípulo en los ´80. Si fuera fútbol, aunque no era lo suyo... "un jugador distinto". Lleno de talento.
En un lugar en las afueras de Mar del Plata, Amílcar fue brutalmente torturado. Alguna vez imaginó la Laguna "La Brava". Luego, en otra averiguación -cuando estaba como "preso político" en la Unidad Penal 9, cerca de La Plata- alguien le dijo que lo habían llevado a un lugar cercano a la Estancia de Juan Manuel Bordeu.
La mayoría de los "paramilitares" intervinientes fueron procesados cuando el gobierno de Néstor Kirchner hace cinco años derogó las leyes de Obediencia y Punto final, fines del ´87. El gobierno de Raúl Alfonsín juzgó a las 3 juntas militares en el ´85 y "zafaron" centenares de represores que habían sido los "ejecutores" de los asesinatos.
Sólo en el ´76, el Ejército daba cuenta "de cuatro mil activistas caídos en combate", como parte del eufemismo.
El comisario Orozco, junio del ´76, trasladado a Maipú por una orden del Ejército, un "castigo" ,"no era confiable" para la autoridad militar, según recopilaciones, curiosamente Manuel Asad no estuvo bajo sospecha ninguna.
Ocurre que Asad era del DIPBA Dirección Inteligencia Policía Provincia de Buenos Aires. De 1,85 de estatura, corpulento, unos 42 ó 43 años en el ´76 y miembro "del circuito" una especie de "mesa chica" de oficiales donde el Ejército controlaba con el coronel Alberto Barda su par el coronel Berisso y los restantes Toccalino y Garrera.
La "inteligencia" militar jurisdicción local remitía a CNU Concentración Nacional Universitaria fundada en La Plata por el profesor (nacionalista) Carlos Disandro, a cargo de Derecho Natural en el ´65. Asad, no lo dijo, pero sabía que Amílcar era una "vendetta" por Ernesto Piantoni.
En el ´80 con el esclarecimiento del crimen del militante de la CNU conocido como el "Polaco" Duchab, cuyo cadáver apareció en un horno de la sede de la UOM. Unión Obrera Metalúrgica, se supo más. El asesinato de Piantoni, jefe de la CNU local marzo del´75 era una parte del conflicto de sectores armados de la "derecha peronista" entre el´71 y 1980.
"Asad -contó Amílcar en el´84- mantuvo extensa charla cuando todavía yo no estaba para nada recuperado de la picana eléctrica y vivía al borde de una gangrena". Recuerdo de su regreso de Venezuela, donde vivió exiliado desde abril del 78, hasta la democracia con Raúl Alfonsín.
La salida del país estuvo vinculada a la presión internacional en tanto otros compañeros eran motivo de persecución. La CLAT Central Latinoamericana de Trabajadores sede en San Antonio de los Altos, 14 kilómetros de Caracas, lo integró como académico.
Lograda la libertad por intervención de organismos internacionales Amílcar desarrolló valiosa actividad en Centroamérica y Europa. Entre 1979 y 1983 se convirtió en una fuente de consulta de distintos foros en el exterior. Su prédica no era precisamente "la de un resentido".
Siempre quiso volver. Cosa que hizo en el ´84. En las elecciones de octubre González ganó por segunda vez y ratificó su liderazgo como secretario general en el Sindicato de Prensa. Su perfil totalmente ajeno al de la historia contemporánea y una imagen determinada sobre la clase sindical. O una parte de ella.
Amílcar siempre estuvo muy lejos del "hedonismo" uno de sus términos cuando la realidad en la Política ubica a los representantes -distintos segmentos- en la riqueza económica, exposición pública. Propiedades, autos costosos. También campos. Y hasta estancias. Era de otro tiempo.
Es importante a esta altura que se conozca que la hija de González, Julia, matrimonio con el dirigente Miguel Belza, tuvo dos hijos. Ahora, adultos. Militantes, rama kirchnerista juvenil local, amantes del basquetbol. Valentín y Santiago Belza. Veintiañeros, nietos del gran Amílcar.
En la Cuarta la prisión de González era un tema de todos. Otros presos vivían angustia por los efectos de la tortura, tormentos, dos paros cardíacos; el principio de gangrena e infección de las muñecas por los alambres con que fue atado. Lo quemaron con colillas de cigarrillos. Horror
"Flaco, vos sos un periodista muy capaz, tipo inteligente... dirigente político y gremial muy reconocido. Estuve estudiando tu caso. Quiero que sepas que nosotros, la Policía, hoy es usada aquí por el Ejército. Lo que te hicieron... nosotros no lo aprobamos", dijo Asad.
Amílcar, contaría a su regreso, con la boca semicerrada por los golpes, alcanzó a decirle: "Le digo lo mismo que a los torturadores... como me van a matar quiero que sepan que mis hijos y nietos los van a perseguir a ustedes, a los hijos de ustedes y nietos de ustedes", enfatizó.
"Flaco... por eso estoy aquí. Porque sos alguien importante y vas a retomar todo cuando te dejen salir. Además, ustedes, el peronismo, van a volver. Siempre vuelven. Quería solamente que conocieras la posición de la Policía de la Provincia", concluyó.
En el´73, Suecia, una banda asaltó el Kreditbanken de Estocolmo. Hubo toma de rehenes y una joven mujer, prisionera, se resistió al rescate. Durante tres o cuatro días que duró el sonado cautiverio se vinculó a uno de los captores. Nació así "el síndrome de Estocolmo".
El martes 13, cuando salía del Tribunal Oral, Cámara Federal, avenida Luro al 2400, Valentín Belsa, uno de los nietos de Amílcar González, se acercó a Nicolás Cafarello, alias "Tano Nicola", de la patota que secuestró a Amílcar frente a sus compañeros de trabajo ... y le dijo en la cara:
"Cafarello... soy el nieto de Amílcar González. Mírame bien... hijo de puta, genocida, criminal ojalá te pudras en la cárcel. Asesino..." contó Miguel Belza, ex corrector del diario "El Atlántico" dirigente de Prensa y extraordinario parecido físico al celebrado actor Gene (Eugene) Hackman.
En el ´75 cuando el gobierno de Isabel Perón se había debilitado y el impacto del ERP. en el frustrado copamiento del Regimiento de Monte Chingolo le daba elementos a los militares, ante una pregunta del amigo -autor de esta nota- sobre el difícil momento, contestó con una cita que
remitía a su idea de la vida.
"Mirá, si estamos en la selva por todo lo que pasa y lo que puede venir tratemos de pasar por ella como animales de lujo", dijo el inolvidable Flaco Amílcar, abuelo orgulloso si estuviera hoy entre nosotros. La anécdota con el policía era el "síndrome de Estocolmo" pero al revés.


(*) Periodista de la agencia Télam

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