Por Dante López Foresi
Cuando murió Juan Domingo Perón, recuerdo varias paredes en barrios de Capital y el conurbano bonaerense pintadas con la leyenda: "Cada peronista es Perón". La frase podía dar lugar a varias interpretaciones. Desde el reverdecer del "vandorismo" que pretendía un peronismo sin Perón, cuando el líder estaba exiliado en España, hasta una máxima que se inspiraba en la afirmación de Evita cuando dijo "yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria".
Ante el fallecimiento de Néstor Kirchner creo que no fueron pocos los que pensaron que se les presentaba una nueva posibilidad de "acomodarse" en posiciones de liderazgo, sin tener el cuerpo apropiado para soportar semejante traje. La reacción firme y la ascendencia de Cristina sobre la mayoría de la sociedad pusieron entre paréntesis esas ambiciones de los mediocres de siempre. Las elecciones de Octubre de 2011 parecieron ser el tiro de gracia para esos personajes oscuros.
Pero hete aquí un pequeño detalle: la Constitución nacional no permite la reelección indefinida. Es previsible entonces, que esos seres mezquinos, y algunos otros con aspiraciones de prócer, resuciten sus viejos sueños de ser los propulsores de una continuidad del "modelo" o del "proyecto nacional", aplastando incluso a los hoy jóvenes futuros dirigentes que volvieron a soñar y a militar activamente luego del desastre nacional de comienzos de siglo.
Es necesario aclarar a ésta altura del análisis, que no me estoy refiriendo a Hugo Moyano. O mejor dicho, sólo a Hugo Moyano. Son muchos más, algunos de ellos insospechables de cometer actos de traición o de pensar más en su propio espacio de poder que en el bienestar de las generaciones futuras, como interpretamos a la actualidad suramericana muchos hombres y mujeres de las más variadas posiciones ideológicas, oficios y circunstancias.
Quién al observar el "aquí y ahora" no experimenta cierta sensación de desconcierto y hasta desconfianza por internismos en el seno del todos los sectores que dicen “apoyar al modelo”, padece ceguera selectiva o es un hipócrita. No me estoy refiriendo a políticas de Estado ni de gestión que prosiguen su camino coherente con lo propuesto por Cristina Fernández de Kirchner y, más atrás en la historia, por su esposo desde 2003 e, hilando fino, por el propio Perón en 1945. Para evaluar la realidad, a veces también es necesario interpretar lo que ciertos personajes callan públicamente pero hacen cotidianamente.
Pero, sin embargo, la gestión corre serio riesgo de desnaturalizarse si se profundizan las ambiciones personales o sectoriales en pugna. No queremos esperar para escribir ésta nota que lleguen los días posteriores a las elecciones de medio término de 2013 cuando, indudablemente, mostrarán sus espantosos colmillos aquellos que abusan de la política como instrumento para su propio beneficio y no como herramienta para el bienestar social general. Es que, cuando llegue ese momento, el 2015 sin la posibilidad de Cristina candidata estará cada vez más cerca. Y la sangría por ocupar el lugar de "sucesor" será inevitable.
Pero quien deba asumir semejante responsabilidad, no será sucesor o sucesora de cualquier Presidente ni mandato. Deberá "recoger varios nombres y llevarlos como bandera a la victoria". Y no es una tarea que cualquiera pueda asignarse tan fácilmente. Deberá ser alguien que siga la sintonía con toda la región suramericana y no se aparte del camino elegido por casi todos los pueblos de la región. Nadie que piense "pequeñito" (parafraseando a Cristina) estará a la altura de las circunstancias.
Y, como es mucho más fácil descubrir a los ineptos que a un líder de las características mencionadas, aquellos comenzaron a mostrar sus uñas no bien Cristina asumió su segundo mandato. Viejas prácticas de la politiquería barata territorial (y no tanto) están renaciendo: peleas por espacios de poder en lugar de debate de ideas, acompañando al "proyecto nacional" desde la profundidad de los principios y no desde la pequeñez de los cargos públicos. Desmantelamiento de estructuras eficientes de administración pública por el sólo hecho de haber sido creadas por antecesores y desplazamiento de quienes, hasta diciembre de 2011, fueron verdaderos escuderos del "modelo". Reclamos gremiales usados como arma política para acceder a espacios de Poder y descalificación política de otros reclamos sindicales que son genuinos. Enfrentamientos públicos en sordina de referentes de vaya a saber quién, que hasta diciembre del año pasado eran impensables. Sólo para citar algunos ejemplos de la decadencia de la política que, si no detenemos a tiempo, puede lastimar como una metástasis la recuperación de los sueños, la militancia y la esperanza de vastos sectores de la sociedad argentina.
Volviendo a la pregunta del título de ésta nota, recordemos lo que Cristina dijo en Avellaneda alguna vez: "yo estoy de paso, no permitan que nos quiten lo que conseguimos". Ella misma sabía y sabe que éste tipo de sangrías por espacios de Poder son previsibles y hasta naturales en una sociedad a la cual le arrebataron los sueños en tantas ocasiones. Convengamos en que son muchos más los ambiciosos que los verdaderos "cuadros políticos" en nuestro paisaje político, sin ser exclusiva de oposición u oficialismo esta realidad.
A la pugna de intereses entre la política y las corporaciones que enfrenta éste modelo de país proyectado, ahora debemos sumarle la puja intestina de espacios políticos dentro del propio oficialismo. De tal modo, cualquier gestión de gobierno puede resentirse. Éste breve artículo de opinión sólo pretende anticiparse y prevenir. Los futuros traidores a Cristina llevan la traición en sí mismos. Como la alegoría del escorpión. Comenzarán traicionando a quienes efusivamente llaman "compañeros". Luego de 2013 les tocará el turno de traicionar a Cristina y, de ese modo, demostrarán que jamás les interesó el proyecto común suramericano, las lágrimas de tantos adolescentes en Plaza de Mayo cuando falleció Néstor Kirchner ni los sueños de Latinoamérica unida que heredamos de nuestros próceres continentales.
Personalmente, no sé si existirá kirchnerismo sin Cristina. Es muy pronto para evaluarlo. De lo que sí estoy convencido, es de que los recursos naturales no renovables se agotan en el planeta, y vivimos en un continente privilegiado y llamado a ser protagonista de la historia por venir. Y ellos, los ex titanes del capitalismo en llamas, vendrán por nosotros. La crisis del capitalismo aún no llegó a su punto más delicado. El gigante capitalista apenas está herido y todavía no empezó a sacudirse, dañando todo a su alrededor.
Estos grandes temas actualmente no son prioridad en varias mentes pequeñas que hoy disputan cargos futuros o herencias políticas. El camino elegido por los pueblos suramericanos parece ser el correcto pero, como dijimos en otra nota, "el león no muere atacado por otras fieras, sino por los gusanos que llevan en sus entrañas". Será fundamental señalarlos a tiempo y no esperar que sea demasiado tarde.
Por nuestra parte, asumiremos esa responsabilidad con la misma pasión con la cual apoyamos la Ley de Medios y enfrentamos con nuestra pluma a la corporación económica desestabilizante allá por 2008. Creemos en un periodismo comprometido con su sociedad y con la honestidad intelectual necesaria como para no proclamar una "independencia" engañosa que la derecha utiliza como herramienta política en toda la región. Esa es la manera que elegimos de comprometernos con nuestra sociedad, “cuidando lo que conseguimos”.
Y hoy, pensamos lo mismo que escribimos y firmamos hace más de tres años: al país y al proyecto continental hay que cuidarlo no sólo de los privilegiados de siempre que lo enfrentan, sino también de quiénes dicen apoyarlo y hasta de quiénes ocupan cargos públicos. Porque, el león no muere atacado por otras fieras...
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