Falta aún conocer la sentencia, pero la decisión del Tirbunal Oral Federal (TOF) de dejar en libertad a todos los encartados por trata en el caso conocido como “La Posadita” -en rigor La Posada- puede marcarle un final al oprobio del armado de causas al que concurren el fiscal general de Cámaras Daniel Adler, la fiscal de grado Laura Mazzaferri y el juez federal de primera instancia Santiago Inchausti.
Este trío siniestro se dedica a armar causas, en particular de trata, violando todo criterio de sentido común, y ha articulado hasta ahora con la líder de esa extraña organización conocida como “La Alameda”. Silvina Elías, presentada como referente local de La Alameda, se plantó ante los medios a relatar una historia que cubra al trío generador de esta infamia, aplicando uno de los principios del decálogo de Goebbels, el Principio de orquestación, que indica: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas“. De allí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”.
La oficina de propaganda del fiscal general de cámaras Daniel Adler opera, como he señalado anteriormente, con amplio presupuesto, entregando a la cadena digital de la infamia + La Capital relatos armados por la agente de difusión propagandística Belén Cano basados en historias simples que pivotean en prejuicios preexistentes. Elías, que asume “ser” La Alameda, apuntó al fiscal de juicio ante el TOF Juan Manuel Pettigiani, acusándolo de ser el responsable de las absoluciones en estas causas por trata de personas. Falso de toda falsedad, toda vez que Pettigiani acusó a dos de los imputados, para los que solicitó cinco y cuatro años y medio de prisión, pedido que el tribunal desestimó de plano para luego absolver a todos los sometidos a esta tremenda persecución por nueve años.
Es claro que los medios que cortan y pegan las piezas de propaganda del dúo Adler/ Cano no tiene idea de que Gustavo Vera no se presentó a declarar, de que Pettigiani desistió de hacerlo comparcer por la fuerza pública y de que Gastón Ezequiel Conde -que realizó las cámaras ocultas con las que Vera y su organización “plantaron” el tema de trata en MD-P fue traído por la fuerza pública a declarar y quedó expuesto ante el tribunal por sus mentiras y la edición de los videos presentados a los medios. Es claro que los medios que cortan y pegan los textos pergeñados por el dúo Adler/ Cano ignoran casi todo porque no cubrieron el juicio que las mujeres paraguayas que ejercen la prostitución declararon ante el tribunal, derrumbando, argumento tras argumento, toda idea del sometimiento y esclavitud que hace el abominable delito de la trata. Uno de esos testimonios, literalmente, hizo caer una lágrima a uno de los jueces.
No fue el fiscal Juan Manuel Pettigiani -quien, doy por sentado procuró con lo que había- el autor de esta operación feroz, mendaz y perversa: tiene otros nombres y otros apellidos, que han sido escritos en los párrafos anteriores, e integran una conjura repugnante que no debería quedar impune.
Falta aún conocer la sentencia, pero la decisión del Tirbunal Oral Federal (TOF) de dejar en libertad a todos los encartados por trata en el caso conocido como “La Posadita” -en rigor La Posada- puede marcarle un final al oprobio del armado de causas al que concurren el fiscal general de Cámaras Daniel Adler, la fiscal de grado Laura Mazzaferri y el juez federal de primera instancia Santiago Inchausti.
Este trío siniestro se dedica a armar causas, en particular de trata, violando todo criterio de sentido común, y ha articulado hasta ahora con la líder de esa extraña organización conocida como “La Alameda”. Silvina Elías, presentada como referente local de La Alameda, se plantó ante los medios a relatar una historia que cubra al trío generador de esta infamia, aplicando uno de los principios del decálogo de Goebbels, el Principio de orquestación, que indica: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas“. De allí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”.
La oficina de propaganda del fiscal general de cámaras Daniel Adler opera, como he señalado anteriormente, con amplio presupuesto, entregando a la cadena digital de la infamia + La Capital relatos armados por la agente de difusión propagandística Belén Cano basados en historias simples que pivotean en prejuicios preexistentes. Elías, que asume “ser” La Alameda, apuntó al fiscal de juicio ante el TOF Juan Manuel Pettigiani, acusándolo de ser el responsable de las absoluciones en estas causas por trata de personas. Falso de toda falsedad, toda vez que Pettigiani acusó a dos de los imputados, para los que solicitó cinco y cuatro años y medio de prisión, pedido que el tribunal desestimó de plano para luego absolver a todos los sometidos a esta tremenda persecución por nueve años.
Es claro que los medios que cortan y pegan las piezas de propaganda del dúo Adler/ Cano no tiene idea de que Gustavo Vera no se presentó a declarar, de que Pettigiani desistió de hacerlo comparcer por la fuerza pública y de que Gastón Ezequiel Conde -que realizó las cámaras ocultas con las que Vera y su organización “plantaron” el tema de trata en MD-P fue traído por la fuerza pública a declarar y quedó expuesto ante el tribunal por sus mentiras y la edición de los videos presentados a los medios. Es claro que los medios que cortan y pegan los textos pergeñados por el dúo Adler/ Cano ignoran casi todo porque no cubrieron el juicio que las mujeres paraguayas que ejercen la prostitución declararon ante el tribunal, derrumbando, argumento tras argumento, toda idea del sometimiento y esclavitud que hace el abominable delito de la trata. Uno de esos testimonios, literalmente, hizo caer una lágrima a uno de los jueces.
No fue el fiscal Juan Manuel Pettigiani -quien, doy por sentado procuró con lo que había- el autor de esta operación feroz, mendaz y perversa: tiene otros nombres y otros apellidos, que han sido escritos en los párrafos anteriores, e integran una conjura repugnante que no debería quedar impune.
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