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La partida del intendente Carlos Fernando Arroyo del acto de presentación
 del programa de playas publicas fue el corolario de una serie de situaciones 
de mal gusto en el trato y ninguneo político sistemático. La media local hace 
foco en Arroyo; pero el esquema de glorificar a la gobernadora en los actos,
 dejando a los dirigentes en el rol de una claque que esta para aplaudir, harta
 ya a la dirigencia de Cambiemos.
Datos: Protocolo y Ceremonial de Provincia no llama ni articula con sus
 pares locales. Diferente es el trato del área de Casa Rosada que, de antemano,
 coordina al detalle ante cada presencia del Presidente Mauricio Macri.
 Ahí ya hay una diferencia que no es de estilo, es una diferencia política
 de fondo en la misma idea de llevar adelante una gestión que debe
 ensamblar las partes que forman la esencia de la coalición. Vidal se
 mueve autocráticamente y sólo se rodea de su séquito de secretarios; ni
 ministros propios hay a su alrededor.
Más datos: La partida de Carlos Fernando Arroyo del balneario provincial 
—pagado por los contribuyentes—, se produjo por una cuestión organizativa:
 la empresa que arma el balneario —un actor privado—, dispuso un equipo 
de seguridad propio. Fue uno de los gorutas de ese equipo quien se negó a 
dejar pasar al intendente, que sólo pretendía no estar al rayo del sol. La 
negativa exasperó a un jefe político electo por el voto popular que la viene
 pelando dura en nombre de los marplatenses en el enfrentamiento con la 
mafia que lidera Antonio Gilardi.
La exasperación de Arroyo es la consecuencia de un mal trato sistémico 
que Vidal propina  todos y a todas. Es su estilo de «dueña» lo que exaspera, 
y su profunda desconexión con los dirigentes políticos y legisladores, a los
 que sólo atiende para darles ordenes. La reacción posterior que encabezó
 Vilma Baragiola revela hasta qué punto el modo y la forma de actuar
 fastidian, ya sin lugar a disimulo alguno.
La partida de Baragiola, Coria, Martínez Bordaisco, y los legisladores 
provinciales Abad y Castello deja a las claras que el ninguneo provocado
 por estas conductas ya no va más. 2019 es un año político en el que estos
 gestos no se pueden disimular. Lo vengo señalando desde la presentación
 de la temporada en el Torreón del Monje: Vidal genera una foto en sepia
 que retrotrae a los años en que la elite oligárquica manejaba la ciudad.
A posteriori, la reunión que —a pedido de los concejales— reunió a un
 grupo de éstos con el intendente en su despacho, parece ser un toque de 
diana para intentar un camino distinto. Sería de enorme utilidad que los
 integrantes de los diversos bloques entiendan que no es Hernán Mourelle
 el factótum de las políticas de corrección económica que se han puesto en
 marcha, sino que es el propio intendente. Él es el único responsable de lo
 que acontece, y lo dejó en claro en las instrucciones que dio para la reunión
 en La Plata con el sindicato en el ámbito del Ministerio de Trabajo
 provincial. Arroyo indicó: “a la reunión ingresan solo Alejandro Vicente
 y Massimo Macchiavello”. Luego agregó: “hay que actuar para terminar
 con este conflicto de una buena vez”. Quien quiera entender...