La Iglesia beatificó este sábado en La Rioja,
en un hecho histórico, a cuatro víctimas de
la dictadura militar; entre ellos el obispo Enrique
Angelelli, en una ceremonia al aire libre que
encabezó un enviado especial del papa Francisco,
quien los declaró “mártires” por haber sido
asesinados.
“Fueron asesinados en 1976, durante la dictadura
militar, marcado por un clima político y social
incandescente, que también tenía claros rasgos
de persecución religiosa. Fueron asesinados
debido a su diligente actividad de promoción de
la justicia cristiana”, dijo el cardenal italiano Angelo
Becciu, en la homilía de la misa de beatificación
frente a una multitud de peregrinos en el Parque
de la Ciudad, en una mañana soleada.
El prefecto de la Congregación de las Causas de
los Santos expresó que Angelelli, los sacerdotes
Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico
catequista Wenceslao Pedernera desarrollaban
su acción pastoral “atenta a la promoción de los
estratos más débiles, a la defensa de su dignidad
y a la formación de las conciencias, en el marco
de la Doctrina Social de la Iglesia, para intentar
ofrecer soluciones a los múltiples problemas sociales”.
Después de la lectura de la biografía de los 4 mártires,
se dio paso al rito en latín de la beatificación aprobada
por el Vaticano en 2018, al probarse que el asesinato
de los cuatro “por odio a la fe” constituyó un martirio.
“Viva los mártires riojanos”, se celebró desde el
escenario que ofició de altar en el predio rodeado
de cerros, bajo una lluvia de aplausos de los
asistentes, cuando se descubrió una gigantografía
con la foto de los cuatro, tras la lectura de la carta
apostólica del Papa que los declaró beatos.
“Uno cuando se consagra a la vida religiosa o
sacerdotal es como dar la vida. A veces te la quitan
como a estos mártires pero ellos, sobre todo Angelelli,
nos dejan la enseñanza y el ejemplo de servir al
pobre y al que más necesita”, dijo a Télam Cecilia
Lamas, monja de una parroquia del partido
bonaerense de La Matanza, que llegó a la
celebración con un grupo de 120 personas.
Al final de la ceremonia, que se extendió por poco
más de dos horas e incluyó una parte de la misa
leída en francés por el país de origen de Longueville,
habló Arturo Pinto, el ex sacerdote que acompañaba
a Angelelli, conocido como “el pelado”, en el auto
cuando se provocó el accidente que terminó con
su muerte el 4 de agosto de 1976.
“Era tozudo, difícil, bravo. No se bajó, lo bajaron
de mala manera. Pero estamos nosotros para seguir
la huella y luchar por la justicia que es lo que nos
pediría hoy”, dijo Pinto que ahora vive en Formosa
junto a su esposa, y aquella jornada quedó dentro
del vehículo inconsciente.
El obispo de La Rioja, Dante Braida, aseguró
a la prensa local que “muchas delegaciones se
tuvieron que bajar a último momento porque no
podía pagar el transporte”, y Defensa Civil precisó
a Télam que 9.000 personas asistieron sentadas a
la beatificación, aunque muchas otras circulaban
por los alrededores y las calles adyacentes.
Una gigantesca cruz con reliquias de los cuatro
mártires destacaba junto al escenario, separado
por una valla de las autoridades ubicadas en la
primera fila, entre ellas la vicepresidenta
Gabriela Michetti; el secretario de Culto, Alfredo
Abriani; y los gobernadores de La Rioja, Sergio
Casas; de Catamarca, Lucia Corpacci; de Córdoba,
Juan José Schiaretti; de Salta,Juan Manuel Urtubey;
y el presidente del Partido Justicialista nacional
José Luis Gioja.
La misa fue presidida por Becciu y concelebrada
por el nuncio apostólico en Argentina, León Kalenga
Badikebele, y unos 40 obispos de distintas diócesis
del país; entre ellos el titular de la Conferencia
Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea; el
cardenal primado de la Argentina, arzobispo de
Buenos Aires, Mario Poli; y el obispo emérito de
Tucumán, cardenal Héctor Héctor Villalba.
Angelelli murió en medio de un accidente provocado
por la encerrona que le hicieron en un tramo de la ruta,
a pocos kilómetros de Chamical, de donde venía tras
haber participado del velorio de Murias y Longeville,
torturados y fusilados tras ser llevados por hombres
uniformados a la base aérea de esa ciudad
el 18 de julio de 1976.
El sanluiseño Pedernera, quien integró el
movimiento rural de la Acción Católica, estaba
casado y tenía tres hijas, fue acribillado en Chilecito
el 24 de julio por un grupo de hombres delante de
su familia.