Gabriel
García Márquez murió este jueves a los 87 años en la Ciudad de México. Tras
haber sido internado la semana pasada por una
infección pulmonar y de vías
urinarias y luego recibir el alta, había circulado la información del estado delicado
de salud del escritor colombiano.
García Márquez nació el domingo 6 de marzo de 1927 en
Aracataca, un municipio
del noreste colombiano, en el departamento de Magdalena.
Macondo, el pueblo
mágico en el que transcurre
Cien años de soledad, nació ahí junto con él.
Cuando tenía
sólo dos años, sus padres se mudaron a
Barranquilla, donde su papá
había obtenido un empleo como farmacéutico.
"Gabito", como lo llamaban, quedó
al cuidado de sus abuelos.
El coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, padre de su madre, lo crió entre historias
de duelos, guerras y rebeliones. "Papalelo" fue quien lo llevó a conocer el hielo,
algo que lo maravilló como pocas cosas en su vida.
Murió cuando García Márquez tenía ocho años. Entonces abandonó su pueblo
y se mudó con sus padres, que en ese momento vivían en Sucre. No vivió mucho
tiempo con ellos, porque rápidamente lo mandaron a un internado en Barranquilla,
donde debía cumplir el sueño de su papá: tener un título universitario.
Gabriel García Márquez en Barcelona, España, en 1970
"La decisión más importante"
A los 23, su vida era un caos. Había dejado la facultad de Derecho luego de tres años
en los que había pasado más tiempo leyendo poesía que jurisprudencia.
Ya trabajaba como periodista en El Heraldo. Le pagaban tres míseros pesos
colombianos por nota, lo que apenas le alcanzaba para vivir. Pero su principal
actividad era ir a tomar café con escritores amateurs como él.
Se había escapado del servicio militar y fumaba unos 60 cigarrillos por día.
"El pobre Gabito es un caso perdido", decían con ternura sus amigos.
Entonces se produjo el encuentro que cambió todo. En realidad, se trató de un
reencuentro. Tras muchos años de ausencia, su madre se presentó ante él
sin previo aviso.
Se había escapado del servicio militar y fumaba unos 60 cigarrillos por día. "El pobre Gabito es un caso perdido", decían
"
Algo había cambiado en
ella que
me impidió
reconocerla a primera vista.
Tenía cuarenta y cinco años.
Sumando sus once partos,
había pasado
casi diez años
encinta y por lo menos otros t
antos amamantando a sus hijos.
Había encanecido por
completo antes de tiempo, los
ojos se le veían más grandes y
atónitos detrás de sus primeros
lentes bifocales, y guardaba un luto
cerrado y serio por la muerte de
su madre, pero conservaba todavía
la belleza romana de su retrato de
bodas, ahora dignificada por un
aura otoñal", describe en
Vivir para contarla, el libro en
el que relata algunas de sus
memorias.
Había ido a buscarlo desde Aracataca para pedirle un favor: que la acompañara a
vender la casa en la que habían nacido ella, él y sus hermanos.
Así volvió al pueblo abandonado 15 años atrás. "Fue la decisión más importante
de cuantas tuve que tomar en mi carrera de escritor. Es decir, en toda mi vida".
Tras cruzar un río con una lancha destartalada y subirse a un tren que
atravesaba
los campos de banano que en otra época pertenecían a la
United Fruit Company,
"Gabo" (así empezaron a llamarlo en la redacción de
El Heraldo) redescubrió
Aracataca el sábado 18 de febrero de 1950.
"El tren hizo una parada en una estación sin pueblo y, poco después, pasó
frente a la única finca bananera del camino, que tenía el nombre escrito
en el portal: Macondo. Esta palabra me había llamado la atención desde los
primeros viajes con mi abuelo, pero sólo de adulto descubrí que me gustaba
su resonancia poética. Nunca se lo escuché a nadie ni me pregunté siquiera
qué significaba".
La soledad en la que habían quedado su pueblo y los vecinos tras la ida de
la compañía bananera lo impactó profundamente. Los recuerdos de su infancia
aparecieron de golpe, pero tamizados por su mirada adulta y nostálgica.
En esa visita de sólo dos días, García Márquez empezó en su cabeza a
escribir Cien años de soledad, su obra maestra.
Gabriel García Márquez junto al fotógrafo Vasco Szinetar en Caracas,1982
Reconocimiento mundial
En los años siguientes, continuó trabajando como periodista y en 1955 escribió su
primera novela,
La hojarasca. La trama transcurre en un pueblo perdido llamado
Macondo y entre sus personajes se destaca el Coronel Aureliano Buendía.
Tres años más tarde,
se casó con Mercedes Barcha Pardo, madre de sus hijos,
Rodrigo y Gonzalo. En ese lapso, siguió trabajando como periodista, pero para uno
de los periódicos más prestigiosos del país,
El Espectador.
La novela fue un suceso. Agotó sus 8.000 copias iniciales en la primera semana
Pero el verdadero reconocimiento
mundial lo alcanzó en 1967,
cuando salió a la luzCien años
de soledad. La publicó Editorial Sudamericana, en Buenos Aires,
luego de que otras rehusaran hacerlo, descreyendo de sus probabilidades
de éxito.
La novela fue un suceso. Agotó
sus 8.000 copias iniciales en la
primera semana, y lo mismo
ocurrió con las ediciones siguientes.
García Márquez se hizo famoso en todas partes.
Lo que distinguía a todos, pero especialmente a él, era que realmente habían creado
algo nuevo, autóctono. La novela que lo consagró cuenta la historia de tres
generaciones de la familia Buendía en Macondo, en un relato que bien podría
definirse como una gran metáfora de América Latina.
La pobreza, la corrupción, los constantes conflictos internos resueltos por las armas
y la presencia de algunas empresas transnacionales que parecen reproducir el
saqueo de los viejos conquistadores configuran la escena latinoamericana retratada
por el escritor colombiano. Pero esa aparente tragedia está protagonizada por
personajes llenos de encanto y pasión para afrontar una vida áspera.
La historia está compuesta de sucesos reales y fantasiosos que se confunden
permanentemente. Esa particularidad hizo que se la considerara como uno de
los máximos exponentes del
realismo mágico.
Gabriel García Márquez el 12 de Octubre de 1982 en Estocolmo.
El escritor político
Con su reconocimiento mundial, empezó a conocerse su faceta política. Si desde
el punto de vista literario se había convertido en un indiscutido, sus posturas sobre
lo que ocurría en el mundo despertaron polémica.
Al igual que muchos intelectuales jóvenes de su generación,
defendió desde el comienzola
Revolución Cubana. Como periodista viajó a Cuba para cubrir la
entrada de
Fidel Castro a La Habana, en enero de 1959. Al tiempo empezó a
trabajar para
Prensa Latina, la agencia de noticias creada por el gobierno revolucionario.
A medida que se hizo conocido, pudo ingresar a círculos vedados para otros, lo que le
permitió forjar una estrecha amistad con Castro. Muchos le reprochan que esa
relación y su defensa del castrismo se mantuvieron inquebrantables, aun
cuando los rasgos profundamente autoritarios del proceso ya estaban
consolidados.
"La nuestra es una amistad intelectual, cuando estamos juntos hablamos de
literatura", dijo Gabo en más de una oportunidad, casi como una justificación.
Pero es difícil negar que su prestigioso apoyo sirvió en distintos momentos para
legitimar un régimen seriamente comprometido con violaciones a los derechos
humanos.
García Márquez en uno de sus encuentros con Fidel Castro
Ese interés por la política lo llevó a dar un discurso memorable cuando en 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura.
"En este lapso (1970-1982) ha
habido 5 guerras y 17 golpes
de Estado, y surgió un dictador
luciferino que en el nombre de
Dios lleva a cabo el primer
etnocidio de América Latina
en nuestro tiempo. Mientras
tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían
antes de cumplir dos años,
que son más de cuantos han
nacido en Europa occidental
desde 1970. Los desaparecidos
por motivos de la represión
son casi los 120 mil, que es
como si hoy no se supiera
dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala", leyó Gabo.
"Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas,
pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en
adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares.
Por no querer que las cosas siguieran así, han muerto cerca de 200 mil mujeres
y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños
y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón
600 mil muertes violentas en cuatro años", agregó.
En los últimos años de su vida, se mantuvo
alejado de la política y su producción
literaria menguó notablemente. En 2004, a los 77 años, publicó su última novela corta,
Memoria de mis putas tristes.
Gabo murió el 17 de abril de 2014. A pesar de los estragos causados por una vida
muy intensa, sus familiares aseguraron que hasta el final conservó "el humor,
la alegría y el entusiasmo que siempre tuvo".