jueves, 13 de marzo de 2008

ARGENTINA EN LA EDAD DE LA INFORMACION

Se la denomina así, no por la existencia de la información misma, - que siempre la hubo en todos lados - sino por el acceso nuevo, más veloz y automático que requiere disponer de una nueva y sofisticada aptitud para tomar razón de ella y los acontecimientos que construye, en un caudal y velocidad cuasi masiva y que reduce las esperas a la escala metabólica de la propia reflexión y sobre los sucesivos hechos o dramas, por una enorme cantidad de personas, en gran cantidad de lugares – personas y lugares muy particulares y donde en varias circunstancias se deben adoptar decisiones que afectarán a muchas otras personas, quizás a comunidades enteras--, casi simultáneamente y la enorme dificultad de poder explicarlos secuencial y coherentemente en un todo dinámico desde aquellos espacios, instituciones u organizaciones de quienes se espera lo hagan, porque así lo "espera" la gente.
Y lo "espera" de una forma pretérita, no de una forma solo nueva. Porque carece del nuevo metabolismo que los nuevos instrumentos requieren para una traducción bidireccional certera de los acontecimientos o decisiones propias o de terceros.
Circunstancias éstas que provocan un desborde, o desorientación o confusión de las propias aptitudes personales de tratar de organizar la misma de forma tal, que nos sea útil y no una desorganización de los propios recursos, materiales o intelectuales.
Los acontecimientos que se suceden con simultaneidad, no pueden ser descriptos así, sino secuencialmente en un orden expresivo y, el "orden" de esa secuencia, según la naturaleza del "dato", puede condicionar la comprensión certera de la totalidad de los acontecimientos y quizás desdibujar el hecho de la simultaneidad, que es un dato esencial en determinadas circunstancias.
La simultaneidad puede ser el índice de la existencia de lo premeditado o planificado. Es quizás un elemento de la "sorpresa". Puede ser el hecho que desnuda, como un strip tease, a una política.
Es decir, a medidas y acciones de gobierno o de conquistas o pérdidas de poder.
La simultaneidad también puede ser organizada, como también lo secuencial.
Lo temido, es que cualesquiera de ambas se aborden con el propósito de imponer una voluntad a otra.
En lo individual, en lo comunitario, en lo internacional; todo en el centro de la vorágine del procesamiento no dislocado de lo que esta sucediendo, mientras se construyen alternativas, solo un segundo detrás, - pero con ultra actividad - unas prognosis para poder decidir el que hacer y el como y el con que. Y fundamentalmente, con quien o quienes y con que tipo de soporte de señales.-.
Entonces, nace una nueva burocracia. La que está en condiciones de realizar lo dicho. Ultra especializada y, con un grave peligro.
La ultra subjetividad como desviación profesional. Y, es en esa coyuntura donde se instala lo multidisciplinario. Como reaseguro para decidir y con mas certeza, nunca la suficiente, pero sí asintótica.
No importa cuando es evidente la verdad, si importa conocerla para tenerla en cuenta. Importa la certeza de la propia decisión. Porque la verdad puede ser inútil para tutela de los intereses.
La verdad de lo que aún somos es inútil todavía para dibujar con certeza el futuro Como no lo es en la física el concepto de sólido indeformable o del "punto que tiene masa", conceptos éstos falsos pero útiles para construir y obtener resultados tangibles.
No existe una teología de la información, existe una utilidad o inutilidad de la misma para extraerle conocimiento.
Lo justo o lo injusto no se extrae de los instrumentos, sino de quien los manipula. No se deben destruir las computadoras y los sistemas rápidos. Se deben poner también en manos de gente mejor.
No por su ciencia, sino por sus espíritus. La tenencia del instrumento no me legitimiza como justo, sino como poseedor de poder.
Es decir, la verdad y lo justo pueden ser ajusticiados. Pero jamás ocultados.
La perdurabilidad de lo que es justo y de lo que es la verdad es lo que el talento es a las nuevas maquinas. Aquel contiene a éstas y aquel desborda a éstas.
Tal es así, que siempre el talento puede crear mejores máquinas, y sistemas, maquinas y sistemas que el talento las organiza para que reproduzcan mejores edades tecnológicas.
Pero siempre subordinadas al talento. Que es el más formidable recurso que podamos organizar hoy los argentinos.
Y, en mi opinión, esta es hoy la tarea fundamental y decisiva del sistema de inteligencia de nuestro país.
Porque es necesario. Es la razón de ser primera en la construcción de nuestra nación. En la vorágine actual de la catarata de la información, debemos articular un nuevo metabolismo en el seno de una nueva burocracia de decisiones.
Y, simultáneamente, desbrozar en la realidad lo que es información y lo que es la desinformación. Y servirnos de ambas, con el propósito de obtener resultados. En el corto, mediano y largo plazo.
Sin prejuicios. Sin confundir los medios con los fines. Sin pausa, sin todos los recursos y si, con todo el talento de todos.
En el transcurso de esa tarea existen verdades indubitables: tutelar la integridad territorial de la nación Argentina, construir una coherencia entre nuestra vida y comunidad doméstica y la circundante en ésta parte del mundo, como un correlato lógico y coherente, sin apartheid, y desde éste escalón, también con simultaneidad una coherencia con el continente que es las Américas.




Dr. Juan de Dios Romero



Nota del editor: este es un fragmento del trabajo realizado por el autor sobre frecuencias en

la edad de la informatica y la identidad argentina en el marco de una "guerra desarmada"

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