¿Otra vez los tiros ensordecedores provienen de una pistola disparada por el arrastre de un problema que no cerró aún? El diario El País publicó el 7 de Marzo que "El ex concejal socialista de la localidad guipuzcoana de Mondragón Isaías Carrasco ha muerto en el hospital tras recibir tres impactos de bala por la espalda, dos en el hemitórax y uno en el cuello, en presencia de su mujer y su hija a pocos metros de la puerta de su casa. Según ha confirmado el consejero de Interior del Gobierno vasco, Javier Balza, los disparos fueron efectuados por un único individuo, mientras una segunda persona esperaba en un vehículo. El ministro del interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha atribuido la autoría del asesinato a la banda terrorista ETA". Este problema tiene un antecedente directo, ya que en las elecciones anteriores, un múltiple atentado terrorista atribuido a ETA y luego a Al Qaeda, mostraron el maniqueísmo con el cual se manejan los medios y servicios de informaciones para manipular la opinión pública. El asesinato en Atocha, que le costó la vida a varias personas, determinó tal vez el vuelco que tuvo el resultado de las elecciones. Hoy otra vez, el asesinato político. Este tipo de asesinatos en un hecho social viejo, y que es heredero también de la lucha entre el PP y el PSOE, que es parte del problema que aqueja a España, reino que no lo fue siempre y que se constituyó en monarquía gracias a una guerra civil y varias décadas de asesinatos, torturas, y desapariciones.La verdadera España y La guerra civil El contexto alrededor de la dictadura de Primo de Rivera está signado por una acelerada modernización social y económica en los sectores urbanos. El sector rural, en cambio, continúa en el mismo status. Un crecimiento notablemente desigual se percibe entre el campo y la ciudad, junto con un crecimiento demográfico impresionante. De 11 millones de habitantes que existían en este país en 1808, la población crece a 15,5 millones en 1857, aumenta a 18,5 millones en 1900, llegando a 24 millones de habitantes en 1935. Por tratarse de un país pobre, este aumento de la tasa de natalidad exigió una nueva fase técnica y económica. Pero sucede que los modos posibles de adaptación (intensificación agrícola, industrialización, imperialismo) exigen capitales, espíritu de empresa, bases coloniales, elementos que España no tenía. Lo que encontraremos desde el siglo XIX hasta nuestro tema, es una adaptación desigual: la España agraria pondrá obstáculos materiales, jurídicos y psicológicos al capitalismo, y la España industrial tendrá que acogerse para sobrevivir a un proteccionismo rápidamente gravoso para la mayoría rural del país. Es necesario recordar la decadencia que viene sumiendo a este país desde su declive como potencia mundial e imperio en la cuestión americana, y el ascenso al poder mundial de el Reino Unido, como imperio mundial. La forma que adquiría la explotación de la tierra nos hace ver una nación arcaica y desigual. Cultivo extensivo en las zonas más secas, mesetas y cuencas, y los rendimientos se mostraban mínimos. Por esto la ganadería fue predominante durante mucho tiempo. Los problemas agrarios seguían tocando el siglo XX, subsistiendo el mismo régimen de explotación. Seguían pesando las viejas costumbres, en Aragón, Andalucía, y Extremadura, pues la psicología del régimen señorial sobrevivió a su desaparición jurídica. En Galicia, en pleno siglo XX, perciben aún los censos y foros de minifundios tan diminutos que una familia no puede vivir de ellos. Incluso Cataluña tiene sus problemas agrarios. El latifundio, sobre todo en el sur, no pudo ser superado a pesar de los intentos por parte del Estado de solucionarlo. Pero sin duda el problema campesino más importante era el social, pues la masa andaluza estba compuesta por braceros que recibían una escasa paga, junto con un pobre y duro trabajo, y estacional. Las rebeliones, si bien no continuas y organizadas, existían. La formación de su consciencia para sí tardará en aparecer -más para la época de la Guerra Civil- dadas las características de su inserción en la producción y a reproducción de su vida. Lo cierto es que además de ser una masa muerta crítica (mientras está desempleada) su subjetividad colectiva, en contacto con la tierra-latifundio, que los rechaza por grandes temporadas explotará en nuevas formas de hacer política. Su pobreza, y su carácter no-estable en éste proceso productivo fue generando medidas estatales -más que nada represivas- para contener esta tensión social. La industria de España tenía algunas ventajas, como las minas y la mano de obra disponible para ellas. Pero carecía de capitales de inversión para la industria pesada, y de consumo. Por ésta razón o permanecieron atrasadas, o cayeron en manos de capitales extranjeros. El desarrollo minero mostró un notable crecimiento, multiplicando varias veces su producción. Pero las consecuencias propias de un país con un escaso desarrollo del capitalismo, necesitó de las fuerzas productivas que sustentasen aquel crecimiento, además de las inversiones de capital. Como es sabido, el desarrollo estructural, como la maquinaria, el transporte, también se presentaba como un problema. España giró en el círculo vicioso de los países pobres y retrasados: para enriquecerse le hacia falta equiparse, y para equiparse, le hubiera hecho falta ser rica. Sin embargo, la industria ligera, obtenía cierto desarrollo impulsado por el pequeño y mediano capital nacional. En Cataluña, sobre todo, nació una industria textil, que contaba con una fuerte infraestructura para esta producción. En esta región, pero sobre todo Barcelona, se registraba un fuerte crecimiento poblacional, debido a los requerimientos para la producción. Estos cambios cualitativos en la socialización, concentración en urbes, proletarización industrial -nuevas formas de explotación del trabajo- acarrearon la conformación de una nueva subjetividad política de muchos españoles. Así, en Cataluña, Bilbao y Madrid comienza a crecer enormemente una población industrial que contrastará significativamente con la vieja España rural. En Vizcaya, la industria siderúrgica y sus industrias afines, construcción naval y de locomotoras, se desarrollaron rápidamente a fines del siglo XIX. Combinaban la gerencia del capital local junto con el extranjero (sobre todo británicas) que proveían de cuantiosas inversiones. Pero el capital y los técnicos propios estaban presentes en la suficiente medida en Bilbao, de modo que la industria vasca jamás estuvo subordinada de un modo colonial a los intereses del capital extranjero. Madrid, tuvo un afluente migratorio importante debido a la expansión constructora desde la década de 1910. Además, gracias a esto, comenzaba a perfilarse como capital financiera, domiciliándose allí sociedades anónimas y la banca. Esta ciudad vivía mayormente de los servicios y de la construcción. Es en este contexto económico y social que llega la dictadura de Primo de Rivera. No es por causa de la modernización socio-económica, sino por una crisis política. Pero, cuando hablamos de "política", entendemos una forma de praxis en la sociedad que abarca un todo. Pues así como la explotación del trabajo es política, también lo es toda acción en sociedad. Y si bien la crisis era de "representación", no se modificó el status quo vigente. El bloque en el poder que ejerce su dominación a través del Estado, que organiza y disciplina a los otros sectores no hegemónicos de la clase dominante, y también a las clases subordinadas, estaba erosionándose: la burguesía industrial del norte y la clase terrateniente, contra los sectores pujantes de la burguesía catalana. Porque mientras los capitalistas asturianos y vascos lograron incorporarse al grupo hegemónico (ennoblecimiento, escaños de senadores y diputados) los capitalistas catalanes estuvieron marginados políticamente. Sumado a esto, las tensiones en el seno del pueblo, que fueron auto-constituyéndose como sujetos políticos. Pues los trabajadores comienzan a ingresar en la escena contemporánea como actor social relevante. Las tensiones de este último sector, están dados por los asalariados que buscaban una mejora en sus condiciones de vida y de trabajo, junto a la búsqueda de un cambio en todo el sistema social, los artesanos, los empleados y funcionarios para mantener su nivel de vida o su empleo, y la de los campesinos condenados al éxodo hacia la ciudad. La situación mostraba un conflicto social emergente. El desarrollo de las organizaciones obreras viene acompañado de una combatividad que ha logrado éxitos notables, aún cuando estos aparecen como otorgados por los poderes públicos. El conjunto de la legislación social y, sobre todo, la limitación de la jornada laboral (ocho horas) y los diversos seguros obligatorios, supusieron un esfuerzo financiero para las empresas, que estas compensaron con mejoras de productividad. Lo cual significó una acentuación de los desequilibrios entre empresas capaces o no de adaptarse. Las más amenazadas aportan a la lucha de clases su carácter más violento y reaccionario: pistolerismo de la Federación Patronal, de organizaciones de defensa social o ciudadanía. Fuera de comarcas de monocultivo con empleo de braceros estaciónales, el pequeño agricultor, presa de la usura, o de arrendamientos demasiado cortos, es incapaz de financiar una mejora de su productividad, y se desentiende de una política en la que predomina el sistema caciquil español. Todas estas tensiones descritas en estos últimos párrafos derivarán en una crítica al sistema de representación, que con muchísimos matices ideológicos conformarán el germen del Golpe de Estado en 1923. Porque entra en acción el ejército, institución política de predominante en el Estado español. La intervención en última instancia de las Fuerzas Armadas, garantizaba la efectividad de la disciplina, en una sociedad con sectores con pujanza hacia el poder, pero de ninguna manera estables. El "orden", es sinónimo de progreso, entendido como proyecto nacional y modelo de reproducción social. Miguel Primo de Rivera era el Capitán General de Cataluña. Éste, aliado con la pujante burguesía catalana -que atemorizada por la movilización política de la clase obrera- afianzó lazos que luego serían decisivos: el ambiente catalán era propicio para que Primo de Rivera, aceptara encabezar un movimiento sedicioso. Los "reales decretos" tendieron a militarizar la vida civil, a reprimir el conflicto social, evitando tendencias revolucionarias y separatistas (con lo que implicaba lo "regionalista", como en Cataluña y el País Vasco) y daba preeminencia a lo unitario. La idea, era acabar con la "vieja política", suprimiendo el diletantismo (ausencia de sesiones, reemplazo por militares) de las cortes, pero sin ilegalizar los partidos. De todos modos, sin las cortes, estos prácticamente dejaron de tener razón de existencia. En realidad esta crisis terminó por abrir los ojos a gran parte de la ciudadanía. Solo la alta burguesía financiera, la aristocracia industrial y terrateniente, estrechamente vinculadas con la corona y con la corriente católica tradicionalista, seguían siendo monárquicas. Dictadura y Rey, para los españoles, eran sinónimos en cuanto a las políticas llevadas a cabo desde hace años. Es así como se llega al "Pacto de San Sebastián", en el cual confluyen diferentes referentes republicanos. Allí se acuerda un alzamiento militar antimonárquico e impulsar para el mismo a la clase obrera, para contar con un apoyo más masivo. El intento insurreccional fracasó. La grave crisis, obliga al gobierno a una estrategia fatal: la elección de Cortes, precedida por elecciones municipales. En estas, triunfan los partidos de extracción republicana por sobre los monárquicos, sobre todo en las grandes ciudades. El 14 de abril de 1931, en varias capitales de España ya esta siendo proclamada la República, y el gobierno provisional entra en la gobernación, mientras el rey sale para el exilio. La República Española no solo expulsó al Rey, una institución desprestigiada y obsoleta, sino que realizó toda clase de reformas, muchas de las cuales quedaban en el intento debido a la violencia política, a los vaivenes típicos de los tiempos y la disputa de la democracia, ya que tuvo gobiernos de derecha y de izquierda. Pero muchos de los cambios fueron efectivos y muy simbólicos, dándole representación a sectores obreros y campesinos antes rezagados al olvido, y hoy sujetos de la política, así como poder y voz a regiones como el País Vasco. Los sectores tradicionales como la iglesia, y el ejército, asustados, conspiraron hasta hacer estallar la guerra civil, que fue un golpe militar fracasado que politizó al extremo a todos los actores implicados tomando las armas para combatir. El saldo de la guerra, fue miles de muertos, y una represión tan brutal como la de cualquier dictador asesino sangriento africano o una dictadura latinoamericana. Cuando muere Franco, se ve la necesidad de instaurar un poder duradero, democrático, pero que no toque lo esencial. Muerto el tirano, era necesario substituirlo con una figura similar, y unitaria. No había mejor ejemplo que el Rey, a quién trajeron de nuevo a regir los destinos de ese país. Este rey, asegurando su compromiso con la democracia, exaltó la memoria de Francisco Franco como salvador de la Patria, lo cual no dejaba dudas su mensaje político a quienes allí lo colocaron. Pero también, hábilmente logró armar un entretejido político entre los diversos partidos, para garantizar una estabilidad democrática para los súbditos que podían elegir a sus ministros más no a su jefe de Estado. El Partido Popular es heredero de esa derecha española que pudo reciclarse en la democracia, y el Partido Socialista, de alguna manera (con las grandes diferencias históricas) heredero del antiguo actor político que perdió la Guerra Civil pero que luego pactó y pudo insertarse en la democracia. Y la ETA, es un problema, de un actor político que nunca logró adaptarse políticamente a estos nuevos mecanismos institucionales, heredera e hija del unitarismo español, pero además del salvaje método utilizado para conseguirlo. Ahora bien, lejos de ser defendibles, este grupo asesina, cobra impuestos revolucionarios y realiza atentados. Ninguno de ellos ha logrado el deseo máximo de ETA, la autonomía total de Euskadi, sino que por el contrario, han acentuado la represión que ejerce el Estado sobre todo el territorio, muchas veces llevando la política hacia la derecha. Mientras tanto, España, viaja en un mar de prosperidad que le facilita no su gran poderío económico, sino el dinero de la Unión Europea, que la sumerge en la burbuja de ser una gran potencia civilizada del Siglo XXI.
Daniel Blinder (Tribuna de Periodistas)
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