viernes, 11 de abril de 2008

EL DESGASTE Y LAS RECETAS DE SIEMPRE

No tiene mayor sentido entrar en una guerra de números suministrados por encuestadores para analizar el humor de la sociedad ante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. La volatilidad es una característica de la opinión pública argentina y falta, por cierto, más de un año para las elecciones legislativas de mitad de mandato. Sin embargo, no puede pasarse por alto el dato de que, incluso para los especialistas en opinión pública que trabajan para el Gobierno, la Presidenta ha sufrido una de las mayores caídas en imagen positiva que haya soportado un jefe del Estado argentino en tan sólo una semana. El desgaste de la primera mandataria tras el conflicto con el campo ha sido lógico: ningún presidente puede salir inmune si tiene que pronunciar cuatro discursos acerca del mismo tema en el lapso de ocho días. Las ideas del Gobierno para salir de este bajón no han sido por ahora muy originales. Se insiste en manipular el índice del costo de vida, escondiendo debajo de la alfombra la basura que todo el mundo vio. Y, desde anoche, se recurrió a la aparición en escena de Néstor Kirchner. El ex presidente intentó cumplir un doble objetivo durante el acto organizado por el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra. Por un lado, consolidar el frente interno. Por otro, transmitir al conjunto de la sociedad un mensaje de apertura y diálogo, que sintetizó en una romántica expresión: "El amor y la convivencia son nuestras banderas". Habló de división de poderes y de instituciones, al tiempo que instó a "debatir y discutir en democracia, de cara al pueblo". También amenazó con hablar de autocrítica. Sin embargo, los Kirchner son incapaces de reconocer que el conflicto con el campo por las retenciones podría haberse evitado si desde el Gobierno hubiera existido una oportuna convocatoria al diálogo antes de adoptar el nuevo esquema de retenciones o si, como correspondería, la discusión se hubiese dado en el Congreso.
* * * En vísperas del nuevo round con los productores rurales, que tendrá lugar hoy en la Casa Rosada, el Gobierno cometería un grosero error de cálculo si se considerara ganador del reciente enfrentamiento que libró con el campo. La negativa repercusión que este hecho ha tenido en la prensa internacional incluso hace dudar de que las autoridades nacionales estén logrando un empate. Pocas veces llovieron sobre el poder kirchnerista tantas críticas juntas de prestigiosos diarios internacionales como en los últimos días. Sus analistas no pueden entender que en un país mundialmente reconocido por su pampa húmeda, sus gobernantes pierdan el tiempo discutiendo qué es el campo. "Sabemos lo que hace falta", rezaban los afiches que promovían la candidatura de Cristina Kirchner en octubre último. Si uno de sus objetivos era reinsertar a la Argentina en el mundo: puede decirse que el Gobierno perdió sus primeros 120 días. No alcanza con un viaje presidencial a París para reivindicar a Ingrid Betancourt, pocos días después de posar junto a los principales abogados defensores de las FARC en la Argentina, con Luis D Elía a la cabeza. Ni alcanza con la visita del subsecretario de Asuntos Hemisféricos de los Estados Unidos, Tom Shannon. En las últimas semanas, la Argentina proyectó al mundo una imagen cada vez más parecida a la de la Venezuela de Hugo Chávez, el mismo país que acaba de anunciar la nacionalización de una empresa argentina. El mundo nos da la espalda y no faltan quienes advierten que sólo un milagro, como saldar la deuda con el Club de París, podría ayudar a enderezar rápidamente el rumbo.
Escribe Fernando Laborda(Publicado en el Diario La Nacion)

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