martes, 10 de marzo de 2009

¿EL TRABAJO DIGNIFICA?....EMPRESAS EN EL COMPLEJO PENITENCIARIO DE BATAN



Por Luciano Iglesias


Las cárceles tienden a ser fábricas donde explotar es legal. Es un negocio redondo: "¿A quién le importa que a un preso le paguen 400 pesos por mes?", cuestionó uno de los entrevistados en el informe especial de Periodismo 2001.
El rol del trabajo en los penales, según escribe Fausto Miguélez en su libro “Trabajar en prisión”, es de reinserción social, de estabilidad emocional, permite estructurar la vida cotidiana y tiene función educativa, más allá del dinero que puedan obtener por los trabajos realizados.
No es nuevo el establecimiento de firmas en los penales, pero en los últimos años parece ser que los empresarios están preocupados por la situación laboral de los internos y han fructificado en cuantía convenios de radicación de fábricas, talleres etc. en las unidades penales argentinas.
Así es como en el Complejo Penitenciario Zona Este Batán se vienen desarrollando proyectos vinculados con la producción bienes que ocupan a los internos. La realidad de lo que ocurre en Batán dista bastante de los linimientos presentados por Miguélez.

A trabajar
Una de las fábricas más antigua es la de zapatos. Allí le pagan a los internos, por pegarlos, 5 centavos por par. Pegar un par de zapatos lleva casi dos minutos por lo que para llegar a $20 deben hacer jornales de 13 hs sin parar.
Alharaca fue la que se hizo en la inauguración el 26 de noviembre de la planta de fileteado, que a decir por el Servicio Penitenciario Bonaerense "tiene características que la convierten en única en el mundo en su tipo". En la planta se les paga a los internos el kg de filete a 22 centavos, lo que afuera se paga 1,08 a 1,30. Ahí se procesa también el camarón que afuera no quieren pelar por su reducido tamaño: los internos más cancheros pueden llegar a pelar en un jornal hasta 3 Kg de camarón. Les pagan $2 el kilo lo que afuera cobran $9, por pelar camarón adultos. Los internos ingresan a la planta cuando entra el pescado, no importa la hora, no hay jornada laboral, hay que procesar todo lo que llega, así pueden estar trabajando 24 horas seguidas y luego estar desocupado toda una semana porque no hay pescado.
Las condiciones de trabajo son extremadamente precarias, filetean el pescado sin guantes térmicos por lo que se queman y se cortan las manos. Hubo internos que se quejaron porque no les habían pagado y la empresa envió un informe al servicio penitenciario declarándolos “persona no grata” por lo que solicitaban que esos internos fueran despedidos. Vaya si tiene características únicas en el mundo.
Dentro de un aula de la Escuela de la unidad 50 el empresario Marcelo San Martín, instaló un taller de zapatos de cuero de pescado. La ocupación del aula para convertirla en lugar de trabajo de la empresa está garantizada porque se enmarca en el proyecto "Escuela de capacitación en marroquinería y accesorios", patrocinado en un convenio con el Ministerio de Educación de la Provincia.
En el penal de mujeres había un taller de extensiones de pelo donde le pagaban $5 por hacer una trenza que les llevaba hacerla todo un día. Pasó lo mismo con establecimiento donde armaban unas cajas para latas de pescado (blister) que dejaron de funcionar porque las trabajadoras se negaron a continuar.
Además hay una fábrica de guantes de goma, de zapatos, de bloques de cemento, de tomate en lata, de reciclado de plástico, de churros y más…
En una de las unidades bajaron los detenidos de 1200 a 800, ya que en 3 pabellones de casi 100 personas cada uno se están construyendo fábricas. En este lugar se está instalando un lavadero industrial (sábanas de hoteles, sanatorios, etc.) y una fábrica de pan rallado.
Parece que es un buen negocio emplear a detenidos que no tienen posibilidad de reclamar un trato justo como trabajadores, una actividad que nadie controla, donde pocos son los que se benefician y son los detenidos los que siguen siendo más excluidos.
Publicado en Periodismo 2001

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