sábado, 18 de julio de 2009

MANUEL SAN VICENTE,UN EJEMPLO DE DOCENTE, PERIODISTA Y GREMIALISTA EN EL RECUERDO DE LOS MARPLATENSES

*Jose Luis Ponsico



Tenía 82 años cuando falleció en abril de 2006. Treinta años antes había recibido, él y su entrañable familia, una "herida lacerante" en el corazón de todos: el secuestro de Mercedes, la hija mayor, estudiante universitaria -en Humanidades, cursaba Profesorado de Historia- ocurrido en el invierno del´76. Ella tenía, apenas, 23 años.

Se llamaba Manuel San Vicente. Era docente, periodista y dirigente gremial -ejemplar- del gremio de Prensa conducido, por entonces, por otra figura inolvidable, Amílcar Gonzalez. "Sanvi" como lo conociamos todos los compañeros en los´70 había nacido en Ayacucho y tenía dos debilidades: el peronismo y los "diablos rojos" de Avellaneda

Su lugar de trabajo era el diario "El Atlántico", donde convivía valorado por sus dotes como "maestro" de la Escuela Normal y su oficio de "corrector de pruebas". Manuel, además, había volcado su pasión en su querida familia -la linda "Kette" su esposa, de origen europeo y los cuatro hijos- pero también en la Política.

San Vicente aludía a (Juan) Perón como un conductor estratégico pero, asimismo, desde la filosofía inspirada en el justicialismo naciente con la Constitución Nacional del 49. "En el Congreso de Filosofía -decía- celebrado en Mendoza, Perón trazó los lineamienos de una Nación y nadie lo dice", rezongaba en los´70.

Cuando Carlos Cayetano Alonso se hizo cargo del Sindicato de Prensa de Mar del Plata, a fines de los´60, impulsó a varios hombres avezados -uno de ellos San Vicente- para orientar una conducción que marcó una época. Con ellos va el recuerdo en torno a Sabino Maljasián, en tanto "ya se venía Amílcar", joven intelectual platense.

Fueron años donde el gremio periodístico vivió en constante ebullición y uno de sus "motores" fue el bravo "Maestro" (por su condición de docente y tambien desde su referencia del magisterio en la vida...) nacido en "la tierra del ternero" como se popularizó en los´70, la ciudad de Ayacucho.

En mayo del´76 su hija "Mecha", militante de la Juventud Universitaria Peronista -como no podía ser de otro modo- fue virtualmente tomada "por asalto" a la salida de la Facultad, según se consignó por entonces. En marzo se había instalado la dictadura militar y Mar del Plata ofrecía una postal muy triste.

Calles bloqueadas en lugares donde funcionaban las comisarías u otros organismos, mucho miedo en sus habitantes, escasísima vida nocturna y un frío que empezaba en la intemperie y culminaba en el corazón de la mayoría de sus habitantes.

Por muchas razones el del´76 uno de los peores inviernos de la llamada "Ciudad Feliz", desde los albores de la década del´60.

En 1979, cuando las organizaciones de los Derechos Humanos estaban reconocidas en todo el mundo, Mar del Plata tenía al matrimonio San Vicente con el estandarte de su querida hija en todas las marchas por "los desaparecidos". Dos años antes la mítica agrupación "Madres de Plaza de Mayo" recorría el mundo desde las imágenes y el llanto de dolor por los hijos secuestrados.

No obstante, su profundo dolor -suyo y de su muy unida familia- San Vicente no aflojó. En los´80 junto a otro "veterano y sabio" dirigente, el bahiense Leopoldo Carrena, ex trabajador gráfico en el diario "La Capital", produjeron una hazaña: le negaron el paso a un abogado radical, apellidado Cazakín, que pretendía "intervenir" el Sindicato de Prensa.

Tenía una voz "ronca" y se acentuaba con la firmeza de su carácter. Respetuoso, a veces señorial, pero durísimo a la hora de defender "las verdades". Tanto en la Política como en la vida cotidiana. Por momentos, dejaba escapar cierta ternura. Especialmente, con los niños. Los hijos de sus amigos "amaban" al personaje.

Un virtuoso desde el espíritu y en el "barro" de las miserias humanas, tan expuestas durante el régimen. En los´90 virtualmente se "refugió" en su casa. Se dedicó exclusivamente a su querida esposa, los hijos y nietos. Vivió siempre como pensaba: con sentido estricto de la justicia y mucha austeridad.

Como pasa con todos los mortales que han hecho del tránsito por la vida, un ejercicio de compromiso y riesgo, a través del pensamiento basado en la ideología y su manera de desarrollar la acción política. Amílcar González, que admiraba secretamente a "Sanvi", redondeó aquella etapa hace un cuarto de siglo. La admiración era mutua.

En medio de la alegría que suponía el regreso, suyo, del exilio venezolano, con los viejos amigos como marco de un escenario lleno de afecto y hermosos recuerdos, el "Flaco" González lamentando lo de la hija de San Vicente, comentó a unos pocos el camino emprendido en los´70 que derivó en la tragedia.

"Quizá sin saber lo que nos esperaba al final de ese trazado, nosotros -se refería a Alonso, San Vicente, el "Turco" Néstor Miguel, el gran Leopoldo Carrena, Sabino Maljasián, entre otros notables- advertíamos que estábamos en el medio de la selva, pero queríamos ser animales de lujo", dijo.

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