domingo, 17 de enero de 2010

LA PIEDRA EN EL ZAPATO



* José Luis Jacobo

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La sociedad marplatense se mueve de modo reflejo, es decir, advierte lo que ocurre sólo cuando le estalla en el rostro, cuando ya no hay nada que hacer. Un ejemplo de ello son las quejas y reuniones que están teniendo lugar por los inconvenientes que ocasiona la operatoria de la nueva terminal de ómnibus.Otro ejemplo palmario es la inseguridad, que no da tregua, y los $13.800.000 asignados a paliar la situación, que no aparecen. No hay patrulleros, no hay sistema de monitoreo, no hay ambulancia afectada a siniestros delictuales, y el personal de Prefectura, que en teoría haría de refuerzo, sigue haciendo turismo sin aportar nada de valor a la seguridad ciudadana.
Además, no hay acuerdo entre los actores principales. En el homicidio de Mariano Campos, de 32 años, la policía dice que el crimen está esclarecido; sin embargo, el cierre del caso ha sido puesto en duda por el fiscal Mariano Moyano, que ha separado la detención de “El Peque” Lucera, de 23 años, y Ávalos, de 39 años, de este infortunado episodio. Las manifestaciones públicas del fiscal han generado una tensión innecesaria en las fuerzas de seguridad, que a veces cargan con todo el peso de la situación y sin embargo, se las obliga a mirar casi todo desde afuera. Otro entredicho lo genera la actitud asumida por los médicos de guardia del Hospital Privado de Comunidad, que se negaron a trasladar a Campos, que agonizaba, doscientos metros para atenderlo. ¿Y el juramento hipocrático?, ¿y la responsabilidad legal de atención primaria en emergencia médica? No contribuye en lo más mínimo la conducta de Guillermo Casanello, director del HPC, que ante la consulta periodística formulada desde este medio responde que él no tiene nada que aclarar a los periodistas.Percibo que hay algo más embromado en esta sociedad que si hay o no hay patrulleros en la calle, cuántas cuadrículas están cubiertas como corresponde, o si los policías se juntan de a dos unidades a tomar mate en tal o cual esquina. ¿Qué pasa que todos los integrantes de un cuerpo médico de un nosocomio creado bajo pautas socialistas hace oídos sordos ante los ruegos de vecinos y familiares que clamaban por atención médica inmediata, mientras aguardaban una ambulancia que tardó 22 minutos en llegar desde el HIGA hasta Córdoba y Larrea? Es una pregunta que las autoridades de esa institución deben contestar.En medio de esta ordalía de inseguridad, el Intendente se aparta, se encierra en su despacho e intenta seguir con la ficción de que en la ciudad todo está fantástico. Anuncia por segunda vez el reasfaltado de las calles interiores de la zona del puerto -ya lo había anunciado en septiembre-, se saca fotos que alguien podría presumir de simpáticas con el gobernador Daniel Scioli, y no resuelve nada. Su imagen ya cayó treinta puntos, y seguirá descendiendo si no reacciona. Cuando comiencen a llegar las boletas con los aumentos, el glamour prestado con el que lograba cubrirse terminará de desgranarse. Ni qué decir de los conflictos en la propia gestión: el de los agentes de Tránsito con Adrián Alveolite le significa a éste su no retorno a esa Dirección. Pulti no se habla con su primo, el arquitecto Fabián Pulti, funcionario de Inspección General con quien tuvo cruces por pretender que éste tomara conductas impropias del cargo. Pagar los salarios y aguinaldos es ya un karma cada mes, porque la recaudación no da, y el paro de bajo perfil de esta semana del personal de Minoridad, Almacenes Culturales y el área de la Mujer devela cuán precaria es la situación de las cuentas públicas municipales. No obstante la descripción, somera por razones de espacio, los marplatenses en general todavía miran su zapato bastante nuevo en busca de la piedra que incomoda apenas, mientras siguen caminando como si nada.

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