sábado, 3 de abril de 2010

CRISPACION

*Eduardo de la Serna

Desde hace un tiempo se ha puesto de moda la palabra "crispación". El "Espasa Calpe" la define como "Causar contracción muscular repentina y pasajera en el tejido muscular o en cualquier otro de naturaleza contráctil"; y lo mismo dice el diccionario de la Real Academia Española, pero añade una segunda acepción coloquial: "Irritar, exasperar". Parece evidente que es en este segundo sentido que se utiliza habitualmente el término. Hay cosas, actitudes, personas que irritan o exasperan. ¿Alguien se animaría a negarlo?Claro que a su vez hay personas más o menos irritables, y entonces nunca falta uno que "se irrita" por una cosa banal, como también hay otros que nada parece perturbarlos.Como el término, en muchos medios parece dirigido casi exclusivamente al gobierno que sería el que provoca la "crispación", no me parece mal señalar algunas cosas, quizás personales:1. A mí, me irrita la desigualdad. Y especialmente me irrita cuando esta "se muestra" obscena y pornográficamente. Cuando las revistas nos muestran la mansión de la diva tal, o la fiesta que prepara el conductor cual, los gastos, la pompa y el derroche. Eso -cuando trato de compartir mi vida con los pobres, y porque la gente del barrio no puede vivir sin un plan o una cooperativa, que las señoras hablan de "mi patrona", o son tildados de "negros", y ahora hasta limpiavidrios (= ladrones), me irrita.2. Me irritaba cuando un ex presidente se mostraba en Ferrari, su hijo ostentaba vedettes o modelos, autos, y vida de lujos sin que ningún periodista independiente investigara de dónde sacó la plata; y también me irritaban más "los sushi" que "la cámpora".3. Me irrita cuando veo que los poderosos pueden frenar leyes aprobadas por el congreso, frenar análisis de ADN, despedir empleados impunemente, subir los precios sin oposición, desabastecer el país. Me irritan mucho más que los piquetes.4. Me irrita Carrio. Y Morales.5. Me irrita la intolerancia, la del gobierno, y la de muchos de los llamados "la oposición".6. Me irritan los curas pederastas. Y el silencio eclesial.7. Me irritan algunos periodistas que callan lo que no les conviene y repiten hasta el hartazgo lo que les sirve, a ellos o a sus mandantes.8. Me irrita aquella oposición que cuestiona hasta el cambio de hora o la fecha del censo.Muchas cosas me irritan. Me "crispan". Pero creo que no hay "un/una" crispador/a y 39.999.998 crispados. Reconozco que me causa mucha menos crispación una cartera que una Ferrari, un discurso que una presión a los jueces para anular una ley; reconozco que me crispa mucho más que no avance la justicia en los crímenes de lesa humanidad, o de menores apropiados, que escuchar a Cristina en cadena nacional... y podría seguir.Claro que sería bueno que los niveles de crispación bajaran. Todos. Hoy el cardenal pronunció 4 veces la palabra en una breve homilía; ¿eso no es crispante, también?Pero quizás estemos condenados desde nuestros orígenes. Nuestra independencia del bicentenario, era reflejo de la revolución francesa; pero si esta repetía "libertad, igualdad y fraternidad", ¿es casualidad que la "fraternidad" esté ausente de nuestro himno nacional? mientras vemos "en trono a la noble igualdad" y tres veces repetimos "libertad". ¿Será que desde nuestros orígenes estamos "condenados" a vivir como "perro y gato" antes que como hermanos?En lo personal, reconozco que no me crispa el que piensa distinto, cuando me parece honesto: no me crispa Tenembaum, no me crispa Nelson Castro, por más que puedo disentir mucho con ellos; creo que son honestos; pero sí me crispa Caride, o Chiche Gelblum, me crispa Hadad, y De Narvaez, y me crispan el glifosato y las injusticias. Y me crispa el que se crispa ante el disenso. El que quema el auto de una periodista, o el que no sabe de qué se trata, pero se opone.Para sintetizar: a lo mejor nos vendría bien ponerle tilo al mate. O hacer yoga. O simplemente empezar mirando de no crispar al vecino, por aquello de "la caridad bien entendida". Y -en todo caso- tenemos la posibilidad de cambiar de canal, o apagar la TV (hasta que un juez de Mendoza nos condene por ello).

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