*Marcelo Pasetti
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Vicente Luis Ciano, a los 73 años, se siente feliz. Atrás quedaron los meses más tristes y peligrosos de su vida. Esos 93 días en terapia intensiva, esa frase lanzada por los médicos ante su esposa y su hijo: "No creemos que pase de esta noche". Ese deseo imperioso de ver un árbol, el sol a través de la ventana y no esa cortina o esos tubos y monitores que marcaban la delgada frontera entre la vida y la muerte en la silenciosa sala.El "Cholo" ahora atiende un nuevo llamado telefónico y esta vez es para recibir felicitaciones por su flamante condición de abuelo. Llegó Mateo, para alegría de Ariel y Victoria, y para orgullo también de la abuela Isabel. El Día del Periodista es una buena excusa para encontrarse a charlar con este tipo entrañable, querido, divertido, que invita café, busca papeles entre montañas de diarios, revistas y libros, y se emociona cuando recuerda las muestras de cariño recibidas en aquellos días.Hay fotos y recuerdos a cada paso en esa cálida vivienda. Ahí se lo ve con Diego Maradona hace 30 años, allá con sus amigos Mario Trucco, Alejandro Appo y Juan Carlos Morales en otra foto. Hay otra con su hijo, un recorte de alguna entrevista, otro cuadro, casettes, un par de grabadores y pilas en esa mesa donde reina el caos para cualquier mortal, salvo para el periodista que, con los ojos cerrados, puede señalar donde está exactamente cada papel, cada recorte, aunque Isabel, pese a tantos años de convivencia, siga sin comprender esa compulsión por guardar todo. Como toda mujer de periodista. Ni más ni menos.Se ríe con ganas, sabe que ganó una de esas peleas difíciles, como tantas de las que presentó en televisión, y dice que se siente bien."Hoy estoy bien. Comparado con el 15 de noviembre, cuando me interné, te podría decir que estoy diez puntos".- ¿Qué pasó aquel día?- No soy de tener miedo pero ese día sentí algo que no me gustó mucho, y aproveché que estaba Ariel, mi hijo, y le dije: "Vamos de una escapadita hasta la clínica". Estaba tranquilo. Cuando llegué me tomaron los datos, Vicente Luis Ciano y la chica me dice: "Igual que el de la televisión" (risas) y ahí sentí al ratito como una especie de desvanecimiento. Después ya no me acuerdo mucho más. Sé que hubo médicos que se preocuparon, alguno dijo: "Son cosas del momento, vení mañana". Otro pidió que me quedara, y la cosa fue que me llevaron derecho a terapia. La cuestión es que, según algunos médicos, tenía tres horas de vida si no iba a la clínica. Estuve 93 días en terapia y casi un mes en coma."No saben lo importante que es sentir una mano"- ¿Y qué recordás?- Me acuerdo de algunas cosas. Me acuerdo de las charlas que se hacen al lado de la cama.... Después de lo que viví sugiero que no se hagan esas charlas. Yo escuchaba sin entender, y en esas circunstancias vos pensás que están diciendo algo que no es oportuno que escuches. Aunque no sea cierto. El temor aparece, sin dudas.- Se dijo que todo arrancó como una neumonía...- Como una neumonía complicada. Y después me hicieron un stent porque la sangre no fluía muy bien al corazón, tenía una arritmia, un problema de coronarias que me venía atendiendo el doctor Héctor Moreno, pero yo hacía nueve años que no lo iba a ver...- Un disparate ...- Sí. Aunque la gente diga que soy un estúpido, lo recalco como para que nadie lo haga. No puede ser. No podés estar nueve años sin ir a ver al médico.- Igual te cuidabas, no fumabas incluso...- Había dejado de fumar en el '95 y cuando podía salía a caminar. Tengo otra sugerencia para hacer.- Adelante entonces.- Ustedes no saben lo importante que es tomarle la mano al enfermo. No se imaginan como reaccionás. Yo se lo decía al doctor Gustavo Berardi, que venía siempre y me agarraba la mano y charlábamos. Uno llegar a reconocer las manos, la de tu esposa, la de tu hijo, la de tu amigo... Es como que te están diciendo: "Quedáte, no te vayas, estamos con vos". Fueron 93 días duros. Ni al peor enemigo, aunque no creo tener muchos, le deseo que pase lo que viví. Son 24 horas continuadas donde dormís muy poco y sólo tenés para mirar las cortinas y pensar. Contás ovejitas, rezás, pensás en tus amigos, te dan unas ganas bárbaras de ser más bueno si conseguís zafar (risas). Yo pensaba en todo en esas horas."Apareció mi vieja y me cuidó"- ¿Y en qué pensabas?- En todo lo que te imagines. Un día vi a mi vieja. Apareció mi vieja.- ¿Cómo fue eso?- Estaba en uno de esos días en lo que pensaba de todo, en Ariel, en mis amigos, y de repente veo por la calle Belgrano que viene mamá caminando. Como no estaba muy lúcido me decía a mi mismo: "No puede ser, si mamá murió"...- ¿En qué año murió?- Ella murió en 1981. Yo pensaba, "veía", borrosamente. Mamá tenía una hermana que parecía gemela. Yo decía "debe ser la tía María", pero en realidad era mi mamá. Y llegó a la puerta del sanatorio, entró y desapareció. Y a los pocos minutos apareció arriba, frente a la cama. Desde ahí me acompañó una cantidad de tiempo enorme, mirándome... Y cada tanto aparecía mi hermano "El Negro", que también falleció. Tengo cuatro hermanos fallecidos. Pero mi vieja, qué sé yo, parecía como que me estaba cuidando. Y vos sabés que cuando te ponés a pensar, a la vieja siempre la tenés presente: "Mamá querída, ayudame", Qué sé yo, todas esas cosas...- Y te ayudó.- Sí, seguro. El otro día me encontré con el doctor Correa, que atendió el parto de mi nieta, y él hablaba y yo estaba sentado porque me cuesta levantarme a veces. Entonces le pedí perdón por no haberme levantado antes, y me dijo: "Vos tendrías que estar acostado para siempre. Quedáte contento por estar asi" (risas). En verdad, nací de nuevo.- Tampoco eras consciente de lo que pasaba afuera del sanatorio cuando estabas internado. Pocas veces se vio a tanta gente tan preocupada por un paciente...- No, para nada. Me fui enterando cuando fui mejorando y cuando salí. Ahora me entero de muchas cosas...Supe que el médico se reunió varias veces con Isabel y Ariel para decirles que no pasaba la noche. Me contaba también Jorge Puccinelli, a quien también tengo mucho que agradecerle, que uno de los médicos dijo una noche que no quedaba mucho para hacer desde el punto de vista medicinal...- Se crearon grupos en Facebook, hubo cadenas de oraciones y la gente acudía a los medios pidiendo información sobre la evolución de tu estado.- Todo ayudó. Hubo cadenas de oraciones. Rezaron en Santa Fe, mi amigo Guillermo Blanco me contó que una mujer rezaba por mi salud en una plaza en Buenos Aires porque tenía familiares en Mar del Plata, y supe que gracias a este invento de internet que en España, en Italia, hubo gente preocupada... Carlitos Quiña llamaba todos los días, Carlitos Mazza también, había amigos que seguían el caso por la radio. Yo le agradezco a Dios y a toda la gente que se preocupó. ¿Sabés lo lindo que es sentir que se preocupen por vos? No dejo de agradecer cada día.De estampitas y sandwiches de matambre- Hubo gente que llevó estampitas y hasta me contaron el caso de una persona que dejó un sandwich para que te lo alcanzaran...- Sí, un sandwich de matambre (se emociona). Me da pudor contarlo, pero según le dijo a mi señora es alguien de la calle a quien yo alguna vez le pagué un sandwich. Habrá pensando que yo no comería bien y se vino a traerme y devolverme aquel sandwich. Llegaron "franelitas" a rezar por mí... Sin dudas, después de todo esto, ves la vida de otra manera. Me parece que hay que tomar la vida con más tranquilidad, aunque te aseguro que no fue el trabajo el causante de lo mío.- ¿Y qué decías, que programabas para aquel primer día en que pudieras salir de terapia? ¿Qué querías ver?- Quería ver el sol. La desesperación era salir de terapia. Cuando salí y me llevaron al piso, abrí la puerta de la habitación y ahí vi la calle Belgrano a través de la ventana. Vi un árbol, vi el sol, vi el día y quienes estaban conmigo dicen que me cambió la cara. Quería ver eso. Claro, después, a los quince días también me quería ir de ahí, estar en mi casa.- Llegaron los buenos momentos. ¿Qué significó la llegada de Mateo, tu nieto recientemente nacido?- No lo puedo explicar todavía. No tengo palabras. ¡Es una cosa tan tierna, tan chiquitita! Me da temor agarrarlo, me parece que lo voy a lastimar. Con Ariel no me pasaba porque era mío, pero éste es tuyo, pero no es tuyo. Ver su rostro y el de mi hijo es una felicidad prolongada. El otro día me decía el ex diputado Héctor Lence que cuando iba al sanatorio, Ariel le comentaba que le pedía a Dios que yo pudiera conocer a mi nieto. Dios se portó. Me emociono porque sé que Ariel decía que no me había fallado en nada, pero se culpaba por no haberme dado un nieto antes. Al final no me falló. Isabel y él se portaron como leones, tomaron decisiones difíciles que hoy hacen que yo esté vivo.- Para agradecer, la lista debe ser grande...- No puedo dejar de agradecer a los médicos y profesionales de la clínica Belgrano, entre ellos a los doctores Carlos José, Héctor Moreno, Alejandro Iglesias, Gustavo Berardi, Graciela Cabrera, Fidel, Perrone, de Buenos Aires, Alejandro Cristaldi, las doctoras Mansilla y Núñez, las enfermeras y enfermeros Mariana, Karina, Santiago y Víctor, la kinesióloga Melisa Yobe. También un agradecimiento muy especial a Florencio Aldrey y a los políticos Francisco De Narváez, Ricardo Alfonsín, Felipe Solá, al dirigente gastronómico Luis Barrionuevo y a toda la gente de Mar del Plata. Y a los amigos de fierro, a los de siempre. Mario Trucco no faltó un día, Alvarito, Guillermo Blanco, Pablito Falcone que iba tempranito... Algunos me querían en serio parece..."Con esta voz no podía ser cantor..."- Hablemos un poco de periodismo. ¿Cómo arrancaste en esta actividad?- Creo que todo nació como consecuencia de la frustración como futbolista. En los barrios querés trascender. Te gusta ser futbolista, goleador, cantor...Yo no fui goleador, con esta voz no puedo ser cantor, asi que... En el club Florida estuve en la comisión directiva desde joven y empezamos a organizar bailes en los cuales elegíamos a la reina. En definitiva, era una forma de estar cerca de las pibas (risas). Trabajaba en la escribanía Parada y ahí estaba Herrero, que a su vez trabajaba con Pivot (legendario periodista de Mar del Plata). Transmitían las carreras y me empezaron a llevar. Yo tenía locura por el micrófono.Viajábamos y yo era el planillero. Poníamos el orden de largada, los tramos, cuanto tardaban y les informábamos al comentarista y al relator esos datos. Eso fue en abril de 1961. Un día, acompañado a Pivot, en LU6 y Canal 8, los medios que uno quiere tanto, me preguntó adónde había ido. Le dije que había ido a ver San José y Argentinos del Sud. "Comentálo", me ordenó. Me agarró un frío, me quedé helado. Así debuté. Así también debutaron Uranga y Trucco en la radio. Pivot tenía ese estilo, era muy respetuoso y daba participación.- No paraste nunca.- No, afortunadamente. Canal 8, Canal 2, Canal 10... Del deporte también pasé a la política. Estaba Jorge Heymann como gerente de Canal 8 y el dueño era Alberto González, un empresario maravilloso y se armó un noticiero con Ramón Costa, Jorge Capdeville, Silvia Garat, que era un poco la jefa general, Ricardo Pérez Bastida que hacía espectáculos y yo en deportes. Eso fue a principios del '84, pero con el tema de los cortes energéticos levantaron el programa. Cuando la situación se normalizó, Heyimann, que era un inquieto bárbaro, empezó un nuevo noticiero con Eduardo Cao, Pérez Bastida y yo. El más antiguo era yo y empecé a rematar las notas, y eso a la gente le gustó. No se acostumbraba que alguien opinara después de la nota. Desde el '84 no paramos hasta el '99 cuando llegó Constancio Vigil y decidió que yo me tenía que ir.- Hasta hace algunos meses se te veía con el grabador en toda conferencia de prensa o reunión barrial, escuchando a la gente. Alguna vez dijiste que el periodismo se hacía en la calle...- Creo que es así. Personalmente no puedo transmitir algo que no haya visto. Si leo no es lo mismo. Me gusta el contacto directo, el cara a cara.- ¿Y Mar del Plata qué significa para vos?- Es la única ciudad. Salgo de Mar del Plata y más de dos semanas no puedo estar. En el '79 estuve un mes y pico en el mundial juvenil de fútbol en Japón, hice varias giras con la Selección, he viajado con la familia, y dos semanas banco, la tercera me empiezo a amargar, y en la cuarta me tengo que volver. Siento el saludo, el cariño de la gente. Que alguien te grite "Chau, Cholo", me ayuda a vivir. Yo lo comprendí mucho a Juan Curuchet cuando me decía que le daban fuerza, cuando entrenaba, los camioneros, los tacheros, que lo alentaban. Esa gente humilde es única.Por eso me encanta charlar y saludar en la calle. No sé por qué. A propósito, me acuerdo cuando era chico, tenía doce años, y vinimos al centro con unos amigos por primera vez. Cruzar Juan B. Justo era una aventura...Uno de los pibes que venía conmigo dice: "Está Amadeo Carrizo" (arquero de River). Fue, lo saludó, y Amadeo le pasó la mano por la cabeza, lo acarició. Y yo puse la cabeza y no me dio ni bola... Me quedé tan amargado... Y después pensaba: "¡Con qué poquito me hubiese dejado contento!".- Habrás tenido oportunidad, con el paso de los años, de recordárselo al gran Amadeo.- (Risas) Sí, se lo dije. Y él me respondió: Bueno, vení que te acaricio ahora... Me hizo sentir más estúpido todavía.La negativa ante el pedido de los políticos- Evidentemente sos un personaje muy querido en la ciudad. De ahí entonces que te hayan tentado tantas veces con cargos políticos. ¿Por qué nunca aceptaste?- Nunca quise. Me hubiese resultado quizás fácil ganar, pero no tan fácil gobernar. Cuando los políticos de Mar del Plata tenían el 80% de imagen positiva, hace veinte años, yo estaba ahí. Y me tentaban. No me siento con capacidad para gobernar. Es una ciudad de 700 mil habitantes, es un orgullo ser intendente, pero hay que ser responsable. Acá vinieron Carlos Menem y Eduardo Duhalde, siendo presidentes, a ofrecerme ser candidato a intendente. Una vez estuve 45 minutos mano a mano con Duhalde. "Hay gente que se iría de rodilla a La Plata para hablar conmigo y yo le vengo a ofrecer que sea intendente y usted me dice que no", me retaba Duhalde. ¡El tipo no lo podía creer! Me parece que también tuve miedo de perder el cariño de la gente. Prefiero que me sigan diciendo "Chau, Cholito" y no "Ahí va ese tipo... "Con los años me di cuenta que no siempre se puede conformar a todos.- Volvamos al periodismo. ¿Cuáles fueron las notas, las entrevistas que más te marcaron, las que más recordás?- Como trascendente, el reportaje a Julio Grondona, presidente de la AFA. La gente me la sigue comentando ahora. Yo le hablaba del fútbol bien jugado, de esto y de lo otro, y Grondona me cargó: "Ah, te felicito si querés ganar jugando bien porque yo sí puedo pincho la pelota para poder triunfar". Me sorprendió. Y le respondí que "será por eso que en este mundo usted es presidente de la AFA y yo un humilde periodista del interior del país". Duró mucho esa pelea. Tal es así que Daniel Temperoni, que estaba conmigo en el 8, terminó la nota y me felicitó. Y viste que Daniel, siendo serio, brillante, te decía algo así y entonces no te quedaba otra que pensar que habías estado bien (risas). Después hubo otra nota que me conmovió, sobre una familia, Mollo, si mal no recuerdo, a la que quemaron en un auto, con un chiquito de meses que estaba en el baúl. Por tres días no pude comer ni vivir con normalidad. Con el "Flaco" Menotti hice notas muy lindas. El "Flaco" me llamó varias veces por teléfono, durante mi internación, arengándome. La selección, Maradona y los modelos- Saliste del sanatorio, llegó tu nieto, y se viene ya el Mundial. Fiesta completa, Ciano...- Mientras estuve internado, Aldosivi no hizo un gol, y cuando salí lo metió. Espero que ahora le vaya de primera a la Selección. El otro me decía el intendente Gustavo Pulti que ahora lo único que falta es que relate a Argentina campeón mundial.- ¿Te gusta la Selección?- Me gustan los jugadores que hay. Está el fútbol que a mí me gusta. Diego Maradona está arriesgando mucho prestigio. De todas maneras, cuenta con un plantel excelente. Nadie puede negar que entiende de fútbol, pero el asunto es cómo transmitirlo. Uno de los mejores jugadores que vi en mi vida fue Pierino González, pero te aseguro que no podría conducir un plantel.- En el diario comentábamos que no veíamos la hora de que empezara el Mundial. Cada cuatro años nos prendemos todos en esta fiesta...- Totalmente. Vos sabés que Braulio García Camarena, a quien le agradezco, me pidió que vaya todos los días a su programa "El Clásico", de LU6, a comentar los partidos que vea. Ya me puso la marchita del Mundial '78 (risas). Escucho eso de "Arriba la Argentina", y me veo en los estudios de Canal 8 diciéndole al Negro Rivero: "Vamos Julito que en el segundo tiempo ganamos".Vivía en el canal. Llegábamos a las 10 de la mañana y nos íbamos a la una de la mañana. Grabábamos, repetíamos, buscábamos las jugadas. Todo el día ahí adentro.- Constantemente te invitan a dar charlas, a dialogar con estudiantes de periodismo. ¿Qué les recomendás?- Que busquen modelos, no para copiar. Yo no soy de los que compiten sino que emulan. Traté de emular a Mario Trucco, que como amigo y periodista es una maravilla, la honestidad y la guapeza de Pivot, el conocimiento que tiene de la ciudad Jorge Alfieri, Raúl Ramírez, lo que fue "Pocho" Hidalgo, lo que hacen Juan Carlos Morales, Vito Amalfitano, con esa capacidad que uno admira. Yo admiro a aquéllos que escriben, porque es algo que me quedó pendiente. Nunca me animé a escribir nada ni me animaría porque no tengo coraje... Me parece que hay que emular. Cuando competís, te empecinás tanto que a veces si no podés superar al adversario buscás la forma de destruirlo, y eso es algo que no debe hacerse. También juega un rol fundamental la dignidad, la ética, y la colaboración hacia aquél que recién comienza en esta hermosa profesión.
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