* José Luis Jacobo
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La indolencia de la Intendencia Pulti asume ya características criminales. No se puede seguir hablando de “fatalidad” cuando a diario se caen hierros en altura: celosías, techos, cualquier objeto que penda sobre nuestras cabezas puede terminar con la vida de cualquiera en cualquier momento en cualquier cuadra o esquina de la ciudad. Una celosía cayó sobre la cabeza de Ismael Fonseca, de 17 años, que finalmente murió el 6 de febrero de 2010. Aún no cesan los ecos por el fallecimiento de Juan Carlos Stebelski, por un acontecimiento de similares características, ni se encamina el procedimiento para establecer responsabilidades cuando un hecho que bien podría haber sido una mega tragedia, sacude a la opinión pública pero no a las autoridades: también se vino abajo el techo de la pileta cubierta de las Galerías Lafayette.
En todos los casos, el control comunal está absolutamente ausente, y ante cada hecho sólo hay declaraciones de circunstancia que buscan evitar responsabilidades. Obvio es que nadie asume ninguna. En tanto, la ciudad avanza hacia un nuevo récord en materia de construcciones, que, como ha quedado dicho, carecen de contralor oficial alguno. Las Galerías Lafayette se inauguraron en 1975, y es altamente probable que en todos estos años de existencia, jamás se haya efectuado un procedimiento que garantice la estabilidad de los elementos utilizados en la construcción. Tampoco -y esto surge del derrumbe del techado- se hizo nunca control sobre la estructura total por parte del estado comunal. Si bien la progresión de hechos marca el momento -dos muertos, y treinta o cuarenta chicos que salvaron su vida porque no era su día final-, es en las palabras de José Luis Castorina, responsable del área y presidente del Colegio de Arquitectos de la ciudad, donde reside la pauta de la desidia. Requerido por los medios a propósito del derrumbe en las galerías, Castorina contestó que sólo tiene noventa inspectores para toda la ciudad. Increíble: si el personal del que dispone no alcanza, ni con horas extras, si no puede llevar adelante su tarea, ¿por qué no renuncia? Sería una muestra de decencia y respeto por la función. Pero no sucederá porque se percibe mucha plata en la gestión Pulti. Por derecha, y también en otras variantes. El concejal del Frente Nacional y Popular Marplatense Diego Garciarena propuso la modificación de la ordenanza que establece el Reglamento General de Construcciones. El proyecto fue presentado debido a “la necesidad de prevenir accidentes evitables, en función de la protección de los habitantes y de la propiedad pública y privada del Partido de General Pueyrredon”. Cualquiera que recorra la ciudad con atención verá que, por caso, la llamada “media sombra” sólo está en muy pocas construcciones en la ciudad. Que incluso contando con una ordenanza que obliga al mantenimiento de frente de edificios en propiedad horizontal, nada se hace al respecto, tal como lo demuestra el espantoso fin de Ismael Fonseca.Es tal la negligencia, el desinterés, que aun ante hechos fuertes en materia de repercusión mediática, no hay reflejos para modificar la situación. Quizá el intendente necesite de algún hecho muy brutal con muchos muertos para reaccionar, hacer cumplir las ordenanzas y dar cabida a las modificaciones en materia de seguridad que le ha propuesto el Concejo Deliberante. Y hay más: en el caso de Fonseca, acontecido en pleno centro de la ciudad, la ambulancia tardó en llegar veinticinco minutos. Los cambios en el servicio de ambulancias es otra falencia fatal de una gestión que no se afecta por el dolor de los vecinos, un dolor ciertamente evitable.
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