* José Luis Jacobo
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El sábado próximo pasado, el diario El Atlántico publicó un artículo bajo el título “Un tipo peculiar o cómo quedar bien con casi todos”. Menudo impacto provocó a recién llegados a esta comunidad y distraídos de siempre el conjunto de relatos de la vida pública y política de Marcelo Artime. El detalle se puede advertir en la edición digital de ese medio, en el cual se ha desarrollado una miríada de dichos sobre el artículo, en líneas generales realizados por vociferadores compulsivos muy afectos a la diatriba en los medios casi siempre de manera procaz.
Amén del lenguaje y de lo que representa desguazar por medio del verbo la honra de alguien -en este caso Artime-, los textos revelan cómo alguien puede tener una vida pública, y al mismo tiempo mantener su conducta oculta al escrutinio ajeno. Es un arte, no menor. Para mi extrañeza, Marcelo Artime reaccionó haciéndome responsable de la columna de El Atlántico, en un giro curioso, ya que nadie ignora que no me une ninguna relación con ese periódico. Mantengo sí una cálida relación con su director, Mariano Rodríguez; conozco desde los años de estudiante de periodismo a Oscar Ortiz, pero nada tengo que ver con el diario, sus columnistas o su línea editorial.En la mañana del lunes pasado, la hermana de Artime, Florencia Paquinelli, deslizó en conversaciones de pasillo que la columna de marras era de mi autoría porque su hermano así se lo aseguró, ya que había hablado conmigo y yo lo había reconocido. Digo, puntualmente: ni hablé con Artime, ni reconocí nada: mal podría asumir lo que no me pertenece. Sí puedo afirmar que en una conversación mantenida por el intendente GAP, éste requirió a las autoridades de Crónica, medio controlante de El Atlántico, el por qué de la línea crítica a su gestión y su gabinete, y de su silencio y complacencia respecto del presidente del Concejo Deliberante. Pulti pidió, casi exigió igualdad de trato, y que el medio no expusiera a Artime casi siempre como una figura positiva o propositiva en sus páginas. ¿Devolución de gentilezas o prueba de fidelidad hacia Pulti por parte del diario? No lo sé con certeza, pero sí advierto que la columna describe a un Artime que, aunque conocido por algunos, resulta desconocido para el marplatense promedio. Cuestión que aparece obvia al repasar los comentarios de los lectores en la edición digital del diario. Pero faltan datos. Y esta sí es mi expresión. Marcelo Artime tiene una historia política compleja, historia que ha dejado heridos varios. Por caso, fue él el creador de la consigna “Fernando Álvarez concejal de Russak”, slogan de campaña que literalmente “quemó” políticamente a Álvarez para siempre en la ciudad. Su participación en el cuestionadísimo tema del estacionamiento medido no fue menor. Fue Artime también quien alentó el uso de cámaras ocultas en un recordado episodio de vergüenza política en el que los por entonces concejales Pulti y Héctor Rosso buscaron enlodar a sus colegas del Concejo en un disparatado esquema de corrupción que nunca existió. Artime fue el ideólogo, y también el único que no quedó expuesto en esta bochornosa acción. Fue por años quien avaló políticamente al arquitecto Roberto Fernández, ex titular del IMDUR condenado penalmente por la compra de tierras inundables para el fallido programa de las 1.500 viviendas. La situación de Artime es hoy incómoda, ciertamente. Es de los que creen que para ser intendente hay que besar el anillo del brigantino malicioso. Y ese es un demérito humano casi imposible de reflotar. En lo personal, un sujeto público que le agradece a un mafioso como Néstor Emilio Otero porque “invierte” en la ciudad, me alcanza para definir de qué lado está cada uno. Y mi lado, que quede claro, no es besar anillos. O escribir por la espalda.
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