viernes, 22 de octubre de 2010

LA ARGENTINA SE MERECE ALGO MEJOR QUE COBOS


* Roberto Caballero para Diario Tiempo Argentino

No se trataría, para ellos, de una traición política, sino de un castigo merecido para la presidenta por haber elegido mal a su acompañante de fórmula. Así lo tomaron, así lo informaron. Suponen que la decisión cobista no tendría costo alguno para el Estado, para la Argentina. Y creen, como leí en algún twitteo, que la tensión entre Cristina y Cobos se trata, apenas, de una novela de Alberto Migré. Hay mucho de banalidad, mezclada con ignorancia, en esa mirada. Después del nuevo voto no positivo del radical mendocino, avalando la sanción de un idílico 82%, que las arcas públicas hoy no soportan, la Argentina vale menos hacia fuera. Esto debería preocuparnos. Es grave lo que sucede. No es para tomar en chiste. El vice del país, pensando en las elecciones de 2011 y en la interna de su propio partido, contribuyó alegremente a la inseguridad legal y jurídica que, según el mismo manual neoliberal que repite la derecha, espanta inversiones. Y lo peor es que lo hizo desde una impostura que los medios hegemónicos bendijeron desde sus muchos altavoces, con falsa prosa republicana. Tiempo opinó todo lo contrario, y por suerte existimos: cuando se escriban los libros del futuro, quizás en el párrafo que cite la profunda crisis política y económica abierta en 2001 y el esfuerzo que significó ponernos de pie nuevamente, Cobos va a ser el vice que traicionó dos veces a su presidenta. Mal que le pese.Ni Obama, ni Puttin, ni Hu Jintao, ni Lula padecen lo que padece Cristina. Sus vices son sus vices, y no quieren ser los líderes de la oposición. Pero esto que pasó, fundamentalmente, no le pasó al gobierno K: le pasó al país donde vivimos todos. No hay ningún héroe detrás del paladín cuyano que inventaron Clarín y la Mesa de Enlace. Apenas asoma un señor pequeño cuya máxima aspiración en la vida es ser presidente, aunque sea en medio de ruinas, al mejor estilo De la Rúa. ¿Qué es, acaso, la admisión que hizo ayer por la tarde, sobre la ausencia de financiamiento para el aumento jubilatorio que impulsó con su propio voto? ¿Decretó la felicidad y después se dio cuenta de que no hay felicidad que valga por decreto? Votemos y después veamos cómo lo pagamos, dijo, como si esto fuera una fiesta adolescente. Ilusionó a millones de jubilados, forzó las instituciones al límite, dañó la imagen de la Argentina y, como quien no quiere la cosa, recién después confesó sin ruborizarse que nadie había pensado en cómo solventar ese gasto. ¿No es imperdonable?Nunca quedó tan claro por qué Cristina evitó viajar a China en el verano. Esa vez –hay que reconocérselo, nos guste o no– nos salvó de un papelón. Porque el papelón no era desistir del viaje, como planteó hasta el cansancio el coro catastrofista que gobierna el discurso público, sino que el vice, en ejercicio de la presidencia, decidiera que Martín Redrado era el dueño del Banco Central y sus reservas, mientras desde Beijing la presidenta decía lo contrario. Hay tres cosas que son indiscutibles: es probable que mañana amanezca como casi todos los días, que el agua de mar siga siendo salada, y a nadie se le escapa que la aspiración de los jubilados a cobrar el 82% es legítima. Pero para que esto último ocurra, como todos queremos, necesitamos un país más serio, donde los empresarios (los dueños del poder y del dinero) no contraten gente en negro, dejen de evadir el Impuesto a las Ganancias, paguen mejores sueldos y no aplaudan a un señor pequeño, pequeño, que de modo irresponsable promete lo que nunca va a cumplir.Cobos jugó y juega con fuego. Es eso, y no otra cosa, alimentar la esperanza de nuestros viejos haciéndoles creer que la revolución se decide en el Senado, en un día y en una hora prefijados. Es eso, y ninguna otra cosa, votar con algarabía de pavotes una ley que no contemplaba, como lo exige la normativa administrativa del Estado, la plata necesaria para implementarla. Y todo el voto del cobismo opositor (el socialista de cuello blanco, el Peronismo Federal, la Alianza Cívica de Carrió, el pinosolanismo, el del PRO y el radical) sabe que el financiamiento no estaba en el proyecto de ley, porque esa endeble alianza reunida con el único objetivo de humillar a Cristina Kirchner de acá hasta las elecciones no tiene una respuesta unificada a esa pregunta. ¿O el PRO iba a votar la restitución de aportes patronales? ¿O el PF apoyaría el aumento de las retenciones? ¿O Pino Solanas iba a permitir tirar abajo la Asignación Universal por Hijo, como planteó Gerardo Morales, de la UCR? No son lo mismo: quieren que fracase el gobierno, que no es igual. No hace falta ser kirchnerista para decir que lo de Cobos fue una traición política basada en un supuesto irresponsable. Basta con recordarlo: cuando su partido gobernaba, uno de cada cuatro argentinos estaba desocupado, las leyes en el Senado salían a fuerza de Banelco, y las jubilaciones estaban congeladas y eran miserables, más miserables que las de hoy. Que lo son.Sólo en un escenario político desquiciado, donde por izquierda y por derecha a nadie se le ocurre nada mejor que lo que hay, la CTA de Micheli puede reunirse con la CGT de Barrionuevo, para festejar que Rodríguez Saá, Reutemann y Cobos decidan que está mal que la ANSES financie, entre otras cosas, la Asignación Universal por Hijo. Eso dijeron dentro del Senado. Eso dijo Morales. (A propósito, ¿le habrá preguntado Micheli a Milagro Sala qué opina sobre este tema?)No les importan los jubilados. Mienten con eso, como las tapas de Clarín. Sólo piensan en ellos mismos. Aunque se lleven al país puesto. La Argentina se merece algo mejor que Cobos.

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