miércoles, 20 de octubre de 2010

TRAICIONES, LEALTADES Y LA MATEMATICA POLITICA

*Eduardo Cao
www.elretratodehoy.com.ar

Decían hace años que dividir era el objetivo para reinar. Sin embargo, la máxima política se da de narices con las reglas de las matemáticas y lo estamos comprobando en la Argentina: cuanto más se divide, menor es el poder. Además, cuanto más alto el número del dividendo, más fragmentado resulta el divisor. Pasa en la aritmética, pasa en la política. ¿Qué no es así? Saque cuentas, escuche a nuestros pretendidos sabios y después hablamos.
“Si te quejas de que te traiciono, búscame enemigos a los que pueda odiar” (Pierre Corneille, dramaturgo francés, 1606/1684)Ya no son tímidos golpes a las puertas del poder, esperando recibir del interior la palabra mágica que algunos, muchos, interpretaban como “adentro”. Ese “adentro” significaba para los aspirantes a interlocutores no sólo ingresar al Olimpo de las decisiones, sino el oxígeno imprescindible para su propia vida política.Hoy comienzan a darse cuenta que seguirán respirando, aún a bocanadas pero respirando al fin, si modifican el hábito timorato y se hacen escuchar con su propia voz y sus particulares gestos.En esta fluctuante Argentina de los traidores y leales (puede leerse réprobos y elegidos; es lo mismo), algo está cambiando. Se le están animando en el desafío al matrimonio de Olivos. Y no estamos escribiendo de la oposición. Estamos escribiendo de los que hasta hace poco esposa y esposa arrastraban a sus filas, a veces mediante el menosprecio de sus capacidades, a veces descalificándolos. Siempre humillando antes del reparto, con supuesta y declamada generosidad, de porciones ínfimas de dineros prestados y, por lo tanto, ajenos a sus propios rebosantes bolsillos.Si bien jamás convertido en blanco de los dardos K por cuestiones de conveniencia, Hugo Moyano aparece como el ejemplo más contundente de aquel desafío. Haciendo aparecer su multitudinaria y poco eufórica, convocatoria en River como apoyo al proyecto kirchnerista, el mandamás de la CGT marcó territorio con cal y arena. Dicen que varias horas consumió la elaboración del discurso del camionero quien, como nunca antes, utilizó un ayuda memoria escrito. Las dudas de la cúpula cegetista, incluido el propio Moyano, eran de urticante actualidad: el veto a la ley del 82 por ciento para los jubilados. Sabían en el secretariado nacional que la decisión presidencial, precipitada una vez más por el desempate de Julio Cobos, no se circunscribía sólo a una nueva derrota del oficialismo en el Congreso, sino que incidiría en el malhumor social. De allí a perder votos para 2011 –aunque falte un año para las elecciones- hay sólo un puñado de pasos.Es cierto que Moyano fustigó la ley sancionada por los senadores con parecidos argumentos que los utilizados por la Presidente en su rápido veto, pero marcó sus diferencias al exhortar a una CFK de cuerpo presente, a hacer “un esfuerzo más” para una mejora en las jubilaciones. Pasó por alto Cristina Fernández de Kirchner este pedido público y prefirió oponer a la reiteración de la palabra “lealtad” por parte del líder de la CGT, uno de sus antónimos: traición. Los asistentes, entre los que había apenas media docena de intendentes del conurbano y dos gobernadores (Daniel Scioli y el entrerriano Sergio Uribarri) no tuvieron ninguna duda: se refería, como en los días posteriores a julio de 2008, al vicepresidente Cobos, compañero de fórmula “transversal” en las presidenciales de hace sólo tres años. Pasa tan rápido el tiempo que parecería de la historia antigua, pero es contemporánea.En lo que sí recogió el guante la Presidente fue en el reclamo de cargos ejecutivos y legislativos “para los trabajadores”, formulado minutos antes desde el mismo atril. Como ignorando que para Moyano la síntesis de “trabajadores” es “sindicalistas”, la mandataria utilizó su habitual y ya remanido tono de reproche –eso sí, en primera persona, igual que cuando se refirió a los “traidores” como una cuestión de género; de su género- para recordar sus años mozos de empleada pública bonaerense y, por lo tanto, trabajadora de antaño y hoy ejerciendo el máximo cargo republicano. ¿Conocía de antemano lo que diría el poderoso gremialista sobre esa aspiración? Si lo sabía, fue una advertencia. Si no, le faltaron reflejos y tener el oído atento a los dichos de su predecesor en la tribuna, tanto es su empeño por mostrar el apellido Kirchner como eje de la historia que reescriben sin cesar desde Olivos.TEJEN, TEJEN Y TEJENEl mismo Daniel Scioli que recibió el efusivo saludo y las apostillas murmuradas por el matrimonio presidencial en River, horas antes había compartido la mesa principal del Coloquio de IDEA con dos de los principales “enemigos” declarados del Gobierno, Eduardo Duhalde y el español José María Aznar. También lo rodearon el uruguayo Tabaré Vázquez y el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, mirados de reojo uno y otro desde la Casa Rosada, a raíz del conflicto por Botnia el uruguayo, y por mostrarse como alternativa “sub 45” en el post- kirchnerismo, el del norte argentino.No sólo compartió el espacio reservado por los empresarios, sino que los mencionó al iniciar su discurso inaugural. Gestos y palabras del gobernador bonaerense que no cayeron bien en el kirchnerismo a punto tal que el ya declarado vocero K, Aníbal Fernández, reconoció que él no hubiera concurrido a IDEA, boicoteado desde que los Kirchner están en el poder, para “no mezclar las cosas”. “(Scioli) es bastante grandecito para saber lo que tiene que hacer… Uno no le va a estar diciendo adonde tiene que ir o dejar de ir. Sabrá por qué lo hace…”, se resignó el Jefe de Gabinete ante la evidente fisura en el pretendido imperio kirchnerista.Más directo fue Aníbal Fernández al cargar contra el vicepresidente Julio Cobos por el voto de desempate sobre el 82 por ciento móvil a los jubilados. “Lo que usted ha venido haciendo es inmoral. Es indigno de la investidura. Es una deslealtad manifiesta. Averguenza a las instituciones”, se despachó en su espacio de Twitter.“Tendría que leer la Constitución el jefe de Gabinete… ahí se expresa muy bien lo que es traición y se dará cuenta que es todo lo contrario a lo que yo realizo. Tiene que leer el artículo 29”, le respondió Cobos, antes de ratificar, al clausurar el mismo coloquio empresarial en Mar del Plata, que no renunciará al cargo.Había caído la imagen del vicepresidente como potencial candidato para 2011. Como si fuera una elección del adversario (“enemigo”, para la jerga K) para el año próximo, que lejos está de ser esa la intención, desde Olivos se lo ha encumbrado. Hasta horas antes parecía que Ricardo Alfonsin tenía ventajas apreciables como presidenciable del radicalismo. Luego del voto positivo al 82% móvil, Cobos se acercó. Casi con seguridad no lo quisieron, pero los Kirchner “lo hicieron”. Las etiquetas de “traidor” y “leal”, a las que son tan afectos en el Gobierno, aportaron lo suyo. LO DICHO, DICHO ESTÁ“Hay que evitar que los países se conviertan en manicomios dirigidos por sus propios pacientes” (Tabaré Vázquez, ex presidente del Uruguay, durante un desayuno de trabajo en el Coloquio de IDEA)“¿Quién es Cobos? A ver, ¿sabemos realmente si es radical, si es conservador, si es un tipo de los servicios que se infiltró? Puede ser infiltrado también. Se infiltra en las filas de un partido como el kirchnerismo, le creyeron. Yo digo, a ver, el que dirige los Servicios de Inteligencia es un tipo capo, no averiguó nada. Se le pasó de largo Cobos, no se dio cuenta que era un infiltrado” (Hebe de Bonafini criticando a Cobos por el desempate a favor de la ley del 82% móvil)“Es la contrafigura del gobierno: un hombre que no se pelea con nadie; es una rara avis en el oficialismo. Está abierta la puerta para todos los que entiendan que esta forma de hacer política (la de los K) tiene que terminar en la Argentina” (de un cauto Eduardo Duhalde, sobre la presencia de Scioli en la reunión marplatense del empresariado argentino)“La inseguridad no tiene una solución inmediata y las políticas de mano dura no lo son. Tampoco basta con planes sociales para revertir este problema” (Monseñor Jorge Casaretto, presidente de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado)

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